¡Válgame el cielo, pardiez!, evitar pretendía las responsabilidades que la corona y la cruz me impusieron y de pronto sin saber por qué, me viene una ola del Mar de todas las orillas, susurra un… ¿quieres?, y, y, y, ¡qué le voy a hacer!, ¡vive Dios, que la culpa mía no es!, sino vuestra, que a base de obligarme a pasar hambre de viandas de las de antes, no he perdido la compostura, por algo soldado viejo soy, ahora emplumado y cruel ante cualquier adversario, pero ante un… ¿quieres?, ¡no!, ¡por Dios!
Y ahora aquí estoy, no doy abasto dando bellos consejos y enseñando los viejos cortejos para conquistar, viendo bellas y hermosas, ¡qué hermosas doncellas y damas!, y un… ¿quieres?, me dijo con una sonrisa que me dejó sin pico, ¡y dije que sí! De manera que después del matrimonio de letras, porque es lo que fue, un compromiso de a nones resultantes de sumar dos pares de a dos y el as, y el corazón de un fragmento que no pase de la centena de bellas palabras, me otorgó la responsabilidad de lidiar con las obligaciones de quien dice ¡sí!, ¡redios!, pero sabe el Altísimo que siempre cumplo mis compromisos y que aunque en un principio me parezcan un deber, al segundo del positivo, ¡es devoción!, así que CINCO PALABRAS serán las que sellen el argumento que empiece y corto sea, “que lo bueno si breve, dos veces bueno y si malo, tanto mejor”, eso decía un tal Baltasar Gracián, alguien que no tuve tiempo a conocer, puesto que nació casi al mismo tiempo en el que fallecí por primera vez. Ahora les dejo con mi pluma que tiene algo que decirles al respecto.
A la paz de vuestros Dioses, El Duque del Altozano anda un tanto estresado, ¡se nota!, pero como es de viejos espolones, no le haremos caso y que haga, lo que le salga de los… ¡Amén!
Quiero deciros, con vuestra venia y si me permitís el tú, el Don o Doña ya lo lleváis puesto por derecho al respeto que os debo y hago, que para mí es un placer asumir tan grata oportunidad para dar a conocer el buen hacer de quienes con su trabajo y sin remuneración, ofrecen su talento y esfuerzo para aquellos que lo necesitan, tal es el caso de Doña y joven Mar Ola y yo, ¡perdón!, Olayo quise decir, con las CINCO PALABRAS que os dan a conocer.
Ahora solo falta rendir vuestro sombrero con un simple y bello relato, de no más de 100 palabras que sigan el orden de las CINCO PALABRAS que los protagonistas incluyan cada semana, para que vuestro talento sirva y sea cien mil un vez agraciadas por aquellos que meten la mano en el bolsillo en el interés de los demás.
Como dice el Duque, un enorme beso para ellas y un sincero y fuerte abrazo que apriete pero no ahogue para tod@s.
Rediez!, si alguna vez tuviera un deseo, un capricho especial, sería un café, cerveza o lo que fuere entre bambalinas, al ruido de la lluvia, escuchando su sonido a través de una caracola cuando golpea sobre el arcén.
-¡Duque!, un taponcito de aguardiente?
-¡Me place!, ¡vive Dios!
-Entre el otoño se abre la almohada, tu dulce posada, unas veces me dice que sí y otras nada, pero mi bella, mi hermosa doncella, mi Paz, mi Vega, mi reina, venid entre mis piernas mientras os canto al viento el amor con sentimiento.
-¡Pero Duque!, ¿qué corazón le duele?