ESCRIBE TU RELATO SOLIDARIO DEL MES DE MAYO (III): MANOLO ROYO, ACTOR @manolo_royo

Hace unos meses el actor y humorista, Manolo Royo, nos dio sus Cinco Palabras relacionadas con mundo submarino. Malono Royo, como Carmen París, es aragonés de nacimiento y vecino de Pozuelo de Alarcón (Madrid) desde hace 30 años. Empezó su andadura profesional allá por los años setenta, en el circo de los hermanos Tonetti, un acontecimiento que marcó su carrera artística forjada en el humor... "En el año 69 pasé por delante del Circo de los hermanos Tonetti y tuve claro que quería ser artista - recuerda Royo en una entrevista en prensa local - pedí una oportunidad para salir a la pista y estuve 10 minutos haciendo imitaciones, que era por lo que se empezaba entonces. Imitaba a Rodríguez de la Fuente, a César Pérez de Tudela, etc... La gente se rió muchísimo y estuve haciendo funciones hasta que se fue el circo. Y a partir de es momento y hasta hoy, ya no he parado de trabajar".

Manolo Royo es humorista, actor, escritor y pintor... ¡un auténtico artista! Es difícil resumir la vida y la obra de Manolo Royo en pocas palabras y acaso no sea tampoco un momento para la memoria; porque él nos presenta cada día su perenne juventud, que tal vez sea la expresión de un alma risueña, alegre, y el deseo de seguir siendo testimonio de una dedicación humana, tan necesaria, como la de querer transmitir simplemente lo mejor de la vida. Puede que solo sea, otra forma de ser aragonés. 

Manolo Royo, una vida dedicada al humor

Manolo decidió amar la más alegre cualidad de cualquier persona: hacer reír. Su palabra incisiva, profesionalmente atropellada en ocasiones, con sus monólogos exultantes y expresivos, en su infinita ocurrencia de la imaginación, alcanzaba el reconocimiento a su ilusión de payaso moderno. De ahí, un rosario de éxitos logrados: en 1977 es Superventas con su disco Thas Pasao y aparece en el programa de TVE de José Mª Íñigo. 

Al año siguiente José Antonio Plaza le lleva de nuevo a TVE con 625 líneas y luego se marcha a Barcelona para actuar en la Cadena Ferrer. Con el tiempo, llega a Madrid para trabaja en las Salas Xénon, Windsor y Cleofás, en las que demuestra su nivel como artista de forma definitiva. Su calidad traspasa todos los marcos de la profesión, entrando en el universo de los triunfadores como artista en la Zarzuela, La Corte del Faraón, en la que como tenor alcanza un triunfo extraordinario. Es actor de comedias junto a Concha Velasco en Antena 3 y trabaja con Lina Morgan en la serie "Compuesta y sin novio". La versatilidad de Manolo le ha hecho con toda justicia un crack de la diversión y del humor. Colabora con la COPE y actúa en una serie titulada El Imprevisible. Hace cine con Pedro Masó y graba de la mano del Maestro Morcillo un CD con diez temas musicales. Las comedias de TVE. 


Lleva 120 programas consecutivos de TVE en la primera cadena y por su Canal Internacional, lo que le ha hecho alcanzar una enorme popularidad fuera de nuestras fronteras, haciéndole acudir con frecuencia a países latinoamericanos (Chile, Colombia, Venezuela, etc) 

Manolo Royo posee además la sensibilidad de un artista amplio y completo. Escribe cinco libros, el último prologado por Camilo José Cela, y le premian cuentos escritos, como el Emilio Panach. También crea programas para televisión y colabora en prensa con sus artículos. 

Además de haber participado en distintas películas, entre ellas “Hermana ¿pero qué has hecho?” junto con Lina Morgan, Manolo Royo hace su entrada definitiva en el mundo del cine con la película “Atraco a las tres... y media”, producida por Pedro Masó, en la que interpreta uno de los seis papeles protagonistas.

Actualmente colabora con una columna en  www.navarrainformacion.es, plataforma de nuevas e innovadoras oportunidades en las que la imagen, el audio, se orientan hacia un mayor protagonismo, reivindicado y utilizado por los jóvenes y los de mayor edad. "Mi vida es seguir haciendo humor, pintar y escribir. Tengo un libro, el número 16, que es sobre Twitter", ya que es un gran aficionado a las redes sociales. Además tiene un audio libro en el que entrevista a los mejores humoristas españoles de todos los tiempos. Desde Gila y Tony Leblanc, pasando por Tip y Coll, no dejando atrás a Martes y 13. Manolo Royo, en una serie de entrevistas informales, habla con más de 40 humoristas, esos que en un momento u otro de nuestra vida nos han hecho reír y pensar... Francisco Umbral, Manolo Summers, Chimi Chumez, Miliki, Mingote, Forges, y otros profesionales del humor, en una colección única e inolvidable, donde nos hace disfrutar recordando sus gags y esos divertidos momentos que todos hemos vivido. ¡Una joya del humor!

Manolo Royo, desde la costa española, no dudó en regalarnos sus Cinco Palabras que nos invitan a sumergirnos en el mar:

CIEN
METROS
PECIO
BUZO
TIBURÓN

PROLOGUISTA DE MES DE MAYO: GEMA GALLEGO ARRANZ

Gema Gallego Arranz, Coach Profesional especialista en acompañamiento a familias.

Realiza talleres para adultos que responden a ¿Cómo lograr ser la madre / padre que queremos para nuestros hij@s? y parte de la base de que se puede ofrecer una educación consciente gracias a la gestión emocional que se muestra a los hij@s.

Donde los participantes desarrollan mayor empatía con sus hijos, se llevan herramientas que les permitirán mejorar su gestión emocional en situaciones retadoras con sus hijos, así como una nueva mirada más consciente que les ayudará a poder acompañar de manera más respetuosa las necesidades de los niños, lo que impacta muy positivamente tanto en la autoestima del niño como en la relación entre padres e hijos.

Gema Gallego Arranz

Así se define Gema: "Soy madre de dos niños maravillosos, el primero AS (Altamente sensible) y el segundo AD (Altamente demandante)".

Continúa... "la maternidad puso patas arriba mi vida, la distancia entre mis expectativas y la realidad hicieron que me sintiera perdida".

Licenciada en Matemáticas en la universidad Complutense de Madrid, Máster en finanzas cuantitativas en AFI, Máster propio en coaching, PNL e inteligencia emocional en Darte Human Business School, dos perfiles tan diversos que tienen que ver con lo que viví como mamá, y luego como mujer".

CAUSA DEL MES DE MAYO: Fundación Kirira

Fundación Kirira es una organización sin ánimo de lucro que trabaja por la erradicación de la mutilación genital femenina en Kenia desde 2007. Apuesta por la educación y el empoderamiento de las mujeres y las niñas como motores del cambio social y el desarrollo comunitario.

Su sede central se encuentra en el municipio de Tomelloso (Ciudad Real) y surgió a raíz de un viaje a Kenia de sus fundadores, Estrella Giménez y Gordiano Fernández, donde visitaron un proyecto con el que colaboraban y conocieron de primera mano la realidad de la mutilación genital femenina. A partir de ese viaje, en el año 2001, volvieron cada año a prestar su apoyo en las campañas educativas y en 2007 decidieron constituir la Fundación para impulsar el proyecto de la mano de varios miembros de la comunidad Tharaka, que conformaron su contraparte local, Kirira NGO.

Celebraciones

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TERTULIA DE CINCO PALABRAS DESDE EL CONFINAMIENTO CON LOS ESCRITORES SOLIDARIOS

Juan Antonio Tirado, periodista, jefe de informativos de Onda Cero Sierra y Director de La voz de la Sierra, ha comenzado su iniciativa “TERTULIAS SOLIDARIAS de CINCO PALABRAS”, para dar a conocer a los Escritores Solidarios y todos aquellos que han colaborado en estos siete años de andadura y siguen colaborando.

En esta primera tertulia participan los siguientes escritores solidarios y colaboradores de Cinco Palabras:
Gracia Olayo
Soledad Olayo
Javier Olayo
Marga García Calvo
África Sánchez
Claribel Aránega
Lili Del Riego
Alicia Manzanares
Gabriela Vázquez

Visita nuestra tienda solidaria para adquirir la pulsera de Cinco Palabras PINCHA AQUÍ: Tienda On Line

NORMAS DE CINCO PALABRAS

Normas de CINCO PALABRAS para escribir un relato solidario:

1-. Extensión máxima 100 palabras.
2-. No se cambiará la posición de las palabras.
3-. No se modificará el género ni el número de las palabras proporcionadas.

*Por favor, revisad ortografía antes de publicarlo.
*Se eliminarán los relatos que no cumplan las normas.

*Si quieres mandar un audio con tu relato solidario leído por ti, envíanoslo a contacto@cincopalabras.com


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20 comentarios sobre “ESCRIBE TU RELATO SOLIDARIO DEL MES DE MAYO (III): MANOLO ROYO, ACTOR @manolo_royo”

  1. La veía como una ola de cien metros, por eso, jugué mis cartas como un marino trilero. No vio como entraba dentro de ella por sus poros, solo me sentía navegar por su sangre en mi barquito de papel, soplando las velas a ráfagas de versos que erizaron el vello de su piel. Y yo, triste pecio emergente de mis continuos naufragios del mar de la vida, anclé mi más bella poesía en su corazón. Como un buzo profesional, me sumergí hasta lo más profundo de su mente para arrancarle la tristeza cual dentelladas de tiburón.

  2. Inmersión

    El fondo de aquella fosa estaba a unos cien metros de profundidad. El buzo cayó hasta el fondo de aquel abismo, iluminándolo con su linterna durante un trayecto, al final del cual había un pecio lleno de restos de aquel pesquero hundido hacía décadas. Llegó a la carcasa y se adentró dentro de ella, buscando un botín oportuno. Hizo un barrido con su linterna por el lugar, e iluminó el rostro de un escualo gigantesco. Su corazón estuvo a punto de reventar de pánico, antes de percatarse de que aquel tranquilo tiburón ballena le ignoraba, pasando de largo sin dañarle.

  3. Inmersión

    El fondo de aquella fosa estaba a unos cien metros de profundidad.  El buzo cayó hasta el fondo de aquel abismo, iluminándolo con su linterna durante un trayecto, al final del cual había un pecio lleno de restos de aquel pesquero hundido hacía décadas. Llegó a la carcasa y se adentró dentro de ella, buscando un botín oportuno. Hizo un barrido con su linterna por el lugar, e iluminó el rostro de un escualo gigantesco. Su corazón estuvo a punto de reventar de pánico, antes de percatarse de que aquel tranquilo tiburón ballena le ignoraba, pasando de largo sin dañarle.

  4. PRECIOSO REENCUENTRO
    CIEN METROS de playa son suficientes, siempre me siento en mi silla playera, cerca de la orilla, sintiendo el calor de la arena en mis pies, esperando que el sol me levante y me ofrezca el preciado paseo por la orilla, ensimismada, acompañándome, anclada a mis pasos. Aquel día el paseo fue profundo, el rumor de las olas me llevó al PECIO del gran buque que apareció en mi lectura. Desperté viendo delante de mí al maravilloso BUZO que me rescató del enorme TIBURÓN que iba a poner fin al sueño. Entonces, vi su rostro y me reconocí. Precioso reencuentro.

    1. Su corazón está tan profundo que parece imposible llegar. A cien metros de pensamientos y otros procesos las cámaras han recogido imágenes de un hermoso pecio por un antiguo amante. Un valeroso buzo se ha ofrecido voluntario para bajar ahí abajo. Los más eminentes psiquiatras le han advertido de la arriesgada operación que eso puede suponer, enfrentándose a temibles criaturas del inconsciente peores que el tiburón. Este ha insistido en que se le baje sin un ápice de temor.

      “Hemos perdido contacto…
      Repito… No sabemos nada de él…
      Ella se lo quedó…
      No…
      un momento…
      Ya vuelve y… Viene…

      ¡Cantando!”

  5. PESCADO
    Cien veces había oído la misma historia.
    Las continuas inmersiones a mucha profundidad,
    el miedo a lo desconocido,
    bajando a tantos metros en busca de algún pecio escondido.
    Y cuando encontraban algo, marcarlo en las cartas de navegación para volver pasados unos días con el equipo de extracción.
    El regreso hacia la luz, las paradas nerviosas mirando el nivel de oxígeno y calculando si la superficie estaría demasiado lejos.
    Su abuelo había sido buzo.
    Cada vez que había pescado para comer o cenar le contaba su primer encuentro con un tiburón en un intento desesperado de que abriera la boca.
    Singrafista, Mayo 2022

  6. Casi siempre me sumergía a menos de Cien metros, en aquella ocasión me pude sumergir a más de cien, gracias a lo que pude admirar un pecio, unos restos de un barco, que parecían…
    Al subir a la superficie, me enfunde en el traje de buzo, para poderme detener y contemplar con detalle las reliquias del pecio que sin el traje de buzo, fue imposible contemplarlas.
    Mientras iba nadando, recorriendo el pecio. Ya con el traje de buzo, iba encontrando unas maravillas en su interior. En uno de mis recorridos me topé con un esqueleto que parecía de un tiburón

  7. AQUÍ TE ESPERO

    Cien metros le separaban del pecio con los restos del naufragio. Paró el motor y oteó a su alrededor; no había nadie. Enfundado en el traje de buzo saltó por la borda. Un cuerpo hinchado al que le faltaban las piernas asomaba bajo un tramo de barandilla. Se acercó más. “Lo sabía”, de su cuello colgaba el gran diamante que faltaba en la caja fuerte. Quiso quitárselo, pero un dolor desgarrador se lo impidió; el tiburón decidió volver para repetir su cena. Los ojos ciegos de ella se abrieron, y su boca, en una mueca grotesca, emitió una carcajada sorda.

  8. Lo ha repetido más de cien veces. A pesar de los metros que separaban nuestras mesas, su estridente voz ha taladrado mis oídos. Quería que todos nos enteráramos de su proeza. Ha llegado de su excursión marítima convencido de haber encontrado, el solito, un pecio de incalculable valor. Un auténtico tesoro, ha gritado entusiasmado mientras explicaba que, tras enfundarse en su traje de buzo, se ha lanzado hacia las profundidades submarinas. De lejos, dice haberse cruzado con un terrorífico tiburón, pero asegura que, tras mirarse ambos a los ojos, cada uno ha seguido su camino. No sabe nada el tiburón…

  9. NANAS

    Cien palabras
    entre mis redes,
    para soñarlas.

    Treinta versos,
    de estrellas nova,
    forman mi flota.

    A pocos metros,
    tú, sirena,
    cantando nanas.

    Sumergirme en tus ojos,
    amable talud
    de abisal calma.

    ¿Dónde amarrar
    tu mirada
    en un mar de llagas?

    Son tus cabellos,
    velas sin dueño,
    hebras de nácar.

    Grácil tu pecho,
    espolón de azúcar,
    salaz talla.

    Suplico un pecio,
    mas no zozobras
    como mi alma.

    Buzo, tiburón o navío,
    ¿acaso importa
    cuando naufragas?

    Me falta el aire,
    la luz se escapa,
    el llanto calla.

    A tu canto acudo, sirena,
    entre tus labios,
    el viento amaina.

    Canta, canta, canta…

  10. Ni una más

    La sentencia me pareció denigrante. Debería mantener una distancia de cien metros como mínimo. Me sentí ninguneada, un pecio hundido en el fondo del mar que jamás saldría a flote.

    Él, como un experto buzo nadando contra corriente. Su maestría para tergiversar lo ocurrido, le dio una gran ventaja. No sirvieron mis alegaciones, ni los moratones y marcas que aun se podían apreciar en mi rostro.

    Sabía que, una vez más se saltaría sin temor la orden de alejamiento, y que el tiburón volvería a por mí para devorarme entre sus fauces.

    Pero esa vez, sería la última. Estaría preparada.

  11. Un naufragio misterioso
    A cien metros de las Canarias, se detectó un pecio. Cuando un buzo se zambulló para sondear el naufragio, encontró a un tiburón ballena que custodiaba la carga. Los inspectores aseguran que la embarcación sin tripulación no sufrió ninguna falla técnica, por lo que se especula que el colosal escualo ocasionó el siniestro. Sin embargo, los biólogos marinos afirman que el pez es demasiado dócil como para atacar un barco.
    La clave del misterio reside en el flete, que quedó enterrado en el fondo del mar: una tonelada de armas. La criatura es pacífica, insisten los expertos.

  12. Triatlón
    No había nacido para correr. A los cien metros, sucumbía agotado. Con la natación, terminaba como el pecio de un naufragio. Tomé lecciones de buzo para ejercitarme a la misma vez que me recreaba con pececitos multicolores. Pero luego de avistar algo que parecía un tiburón, no puse un pie en el agua. No tengo dinero para un club de golf. El pilates liberaba mis flatulencias, imposible la gimnasia retorcida del yoga, las ruedas de la bicicleta colapsaban… Volví a mi actividad natural, donde nadie ridiculiza ni mi aptitud física ni mi mondongo: ¡el triatlón repostero! Amasar, hornear y engullir.

  13. Susana había decidido. Era necesario dejar atrás su relación, tan tóxica, con Mario.

    Los primeros años, todo había sido como habitar un sueño. Tras la boda en Los Jerónimos y el regreso de la luna de miel recorriendo Italia, fue cuando Mario sufrió una metamorfosis convirtiéndose en un hombre cruel que la ninguneaba y no le permitía relacionarse con nadie.

    Tras cien días planeando una salida recorrió los metros hacia el garaje, abandonando los pecios del falso amor y abrazando a su bebé abrigado en el buzo.

    El sonido del motor del viejo tiburón familiar, fue música en sus oídos.

  14. EXPEDICIÓN

    Buscaban en el océano después de cien años del hundimiento, el barco que llevaba un cargamento a las Azores. A quinientos metros, se habían hallado algunos objetos correspondientes a la colección de cerámica perdida. Para el museo era de gran interés encontrar el pecio correspondiente a la embarcación, que estaban seguros estaría por la zona del hallazgo. Un buzo cuando ya se aproximaban bajó a inspeccionar la zona, pero tras detectar la presencia de un tiburón, decidió utilizar un equipo de sonar de barrido lateral, para asegurar el éxito y la integridad de toda la expedición.

  15. Mil veces cien se prometió no tropezar en la misma piedra; otras tantas, incumplió su promesa.
    Su obstinada actitud transformó su vida en una carrera de obstáculos de la que desconocía los metros por recorrer.
    Hombre tenaz, visualizaba su meta cual inestimable pecio naufragado e incansablemente perseguido.
    Con tanto avanzar y retroceder, su trivial existencia se parecía más a un pesado traje de buzo que a un veloz tiburón nadando dueño y señor de su territorio.
    Se encontraba atrapado en un bucle que comenzaba cada día con la misma rutina.
    -Hoy acabará tu condena, alcanzarás tu objetivo, exhortábase animosamente.

  16. Náufragos

    Pasado el ecuador de mayo, veremos cómo se irá el resto del mes, igual que en cualquier ámbito de la vida; cuando superada la imaginaria línea roja, como el atleta que recorre los últimos cien metros de una larga carrera, ya no nos quedará mucho por transitar.
    Llegado el otoño, notaremos cómo la experiencia ocupará el espacio de la energía y nos recordará el pecio en el que el avezado buzo se escondió para despistar al tiburon, en el más puro instinto de supervivencia; de manera que, si la frustración nos acompañara, sepamos obviarla para no sucumbir a su ataque.

  17. Cien veces cien.
    Ya no sé las veces que he soñado que descendía a miles de metros bajo el mar, siempre me encontraba algún pecio, buceaba en sus adentros, observaba y me imaginaba la historia que habría pasado para que ese barco haya naufragado. Me sentía buzo. Cuando despertaba recordaba el temor que le tengo al agua y lo mucho que me apasiona a su vez, así que me animé y lo que sí hice fue bucear con el tiburón ballena. Al terminar los sentimientos de miedo, ansiedad, satisfacción, orgullo y alegría me invadieron todos juntos.

  18. Se sentía hundida a más de cien metros en las profundidades del mar, encadena al pecio de una vida de lujo y lucha naufragada, temiendo a cada momento la llegada de Tritón, capaz de calmar su dolor con la dulzura y el canto de amor de una sirena o de elevar su mal con el humillante rugir de su concha, actuando como una poderosa bestia salvaje.
    Apareció entonces un buzo salvador, capaz de luchar por ella contra cualquier tiburón amenazante, dios o diablo. Le agarró fuerte, pero la náufraga, agotada, se soltó agradecida, cerró los ojos y se dejó ir.

  19. A unos cien metros de la costa de Madagascar se asomaba lo que parecía la punta del mastil de un barco.
    Los exploradores marinos descendieron a las profundidades del océano Índico para investigar sobre el barco sumergido.
    Efectivamente, el pecio encontrado daba la razón al buzo que dirigía la exploración, su obstinación y terquedad no lo decepcionaron.
    Al abrir una compuerta se encontraron con una caja con monedas de oro, lo que confirmó la antigüedad del barco.
    De pronto un tiburón se acercó a los exploradores, que hizo cundir el pánico entre ellos y subieron deprisa a la superficie.

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