Las palabras de esta segunda semana del mes de Febrero son de la escritora Asunción Caballero, editora de la revista digital ASCHEL junto a Chelo de la Torre, última colaboradora de nuestro reto literario solidario. Ambas poetas y editoras llegan de la mano de la escritora solidaria África Sánchez.

ASUNCIÓN CABALLERO - ONDA CERO SIERRA
Asunción Caballero nació en Cabeza de Buey en la provincia de Badajoz. Se ha dedicado profesionalmente a la pedagogía infantil y es autora de narrativa y de poesía.
Como gestora cultural, ha sido coordinadora para la Comunidad de Madrid del festival internacional de poesía y arte 'Grito de mujer' desde el 2014 al 2019. Ha coordinado la I y II Feria del Libro Hiepanoárabe de Madrid en 2016 y 2018. Ha organizado escenas libres en Voix Vives Toledo en 2016, 2018 y 2021 y diversos recitales poéticos y presentaciones de libros.
Poemarios de Asunción Caballero
Como poetisa ha escrito numerosos poemarios: Las mujeres que habito (El taller del poeta, 2015); Pronombres (Lastura Edic., 2016); Los zapatos del indigente (Lastura Edic,, 2018); Agua (Nueva Estrella, 2021). Y el libro de relatos La dualidad de los espejos (Nueva Estrella, 2020). Es antóloga de los libros colectivos: NEcesarias PALabras (Unaria Edic., 2015); Flores del desierto (Unaria Edic., 2016); Salam (Juglar. 2018) y Caminos sin fronteras (Nuevos Ekkos, 2020).

ASCHEL DIGITAL, un proyecto personal junto a Chelo De la Torre

ASCHEL DIGITAL (AD) es un proyecto de Asunción Caballero junto a Chelo de la Torre. Con la revista Aschel Digital, pretenden sumarse al abanico cultural existente en la actualidad, con el fin de promover de manera altruista, las artes y la literatura. Abriendo una ventana más a la creatividad plástica y visual así como a las distintas vertientes literarias escritas en Lengua Castellana. ASCHEL DIGITAL Revista 12 pág 32 dedicado a Cinco Palabras a través de la poeta de Cinco Palabras, África Sánchez.

Además, dirige la colección de poesía y narrativa "La palabra inquieta" para la web editorial Nuevos Ekkos.
Las Cinco Palabras propuestas por la escritora Asunción Caballero son las siguientes:
OCASO
SAUCE
ARENA
PIRÁMIDE
BOREAL
Hoy es el Día Internacional contra la Mutilación Genital Femenina
Cinco Palabras empezó su Proyecto de Escolarización en África tras viajar a Kenia para luchar Contra Mutilación Genital Femenina.
#ToleranciaCeroconlaMGF https://t.co/Rp9QOXeHcd
— CINCO PALABRAS (@5palabras5) February 6, 2022
EL PROLOGUISTA DE MES DE FEBRERO: ESTHER FERNÁNDEZ, PRIMA DE ANA

Mar Olayo, Presidenta de CINCO PALABRAS, me ha pedido que escriba el prólogo de la causa solidaria AYUDA A ANA. Para mí, como prima de Ana, es un honor hacerlo. Soy Esther y allá voy.
CAUSA DEL MES DE FEBRERO: AYUDEMOS A ANA
Esta es la historia de Ana Vargas, una mujer que nació en Portugal y actualmente vive en Florida, tiene 53 años y es de profesión repostera.



Ana fue diagnosticada con cáncer de ovarios tras someterse a un procedimiento quirúrgico hace 18 meses y desde el primer momento se dedicó a luchar con cuerpo y alma para salir adelante.
Por eso su amiga Liz Rivera ha organizado una recaudación de fondos, a través de GoFundMe donde lleva recaudados casi veinte mil dólares.

"Ana es un ser bondadoso, de luz y amor, que en todo momento nos ha ayudado y que siempre ha estado allí para cada uno de nosotros cuando la hemos necesitado", apunta Liz Rivera.
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TERTULIA DE CINCO PALABRAS DESDE EL CONFINAMIENTO CON LOS ESCRITORES SOLIDARIOS
Juan Antonio Tirado, periodista, jefe de informativos de Onda Cero Sierra y Director de La voz de la Sierra, ha comenzado su iniciativa “TERTULIAS SOLIDARIAS de CINCO PALABRAS”, para dar a conocer a los Escritores Solidarios y todos aquellos que han colaborado en estos siete años de andadura y siguen colaborando.
En esta primera tertulia participan los siguientes escritores solidarios y colaboradores de Cinco Palabras:
Gracia Olayo
Soledad Olayo
Javier Olayo
Marga García Calvo
África Sánchez
Claribel Aránega
Lili Del Riego
Alicia Manzanares
Gabriela Vázquez
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1-. Extensión máxima 100 palabras.
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Todo apuntaba al ocaso de la humanidad… Miro al horizonte buscando respuestas, ante mí un sauce mueve sus ramas al ritmo del viento. Van cayendo sus hojas poco a poco sobre la arena formando una pirámide. El sol se va escondiendo poco a poco y su reflejo en las nubes me recuerdan a una aurora boreal.La vida sigue y el final está muy lejos todavía.
En el ocaso de la mañana,
la mirada del sauce se quiebra
con la arena enlatada en las mejillas.
Y los silencios se quedan dormidos en el horizonte.
Se hacen eternos como las pirámides,
en sus muros se queda la historia que tuvimos.
Y hoy contemplo su reflejo ,
cuando la Aurora Boreal, se condensa en mis ojos.
Hacia el ocaso,
a los pies de ese sauce
llorón
torna el lamento,
como esas partículas
de arena
que resbalan
y caen.
Gotas de lluvia
silentes
serenas.
Pirámide
en un tiempo enigmático.
Viento del norte
que excita,
estremece.
Espejismo mágico
de luz.
Aurora boreal.
El ocaso llegó cuando menos lo esperaba.
Apenas iba vestida y se cobijó bajo un sauce, al abrigo de sus ramas.
El reloj de arena agotó todas sus fases ,mientras consiguió subir a la cúspide de aquella pirámide.
Desde allí pudo contemplar la última aurora boreal.
Todo estaba consumado ya.
El ocaso tiñó de rojo el día,
mientras el sauce sacudía
sus ramas manchadas de arena.
Como una pirámide erguido,
sintió en su sabia las briznas,
de la esperada aurora boreal.
El ocaso me encontró pensándote, te recordé triste bajo nuestro sauce cuando las dudas eran mayores que las certezas, andábamos perdidos el amor no lo era todo; mientras te recuerdo sigo caminando por la orilla del río pisando arena mojada, han pasado dos años desde que pusimos distancia, mucha, toda, sorteamos destinos te toco la foto con una pirámide, la del Louvre, a mí el mapa del Chaco Boreal. Nunca supe si regresaste, ni recuerdo el porqué de los destinos que nos jugamos, espero que por donde camines lo hagas con paso firme. Yo encontré la felicidad
Ya solo espero el ocaso de mis tardes. La llegada del frío y del silencio. Me apoyo en el sauce que nos cobijó tantas veces y dejo que mis pies busquen refugio en la arena caliente de este desierto.
Allá, a los lejos, detrás de horizontes y recuerdos, se diluye la silueta de aquella pirámide que forjamos con una historia repleta de noches azules y hermosas.
Una aurora boreal, desconocida y extraviada, acude a mi llamada.
Puede que me avise de la esperanza.
Cuando cesó la tarde
y el cielo se vistió de ocaso
miré al sauce triste
que latía en mi alma
con sus raíces sumergidas en la arena de la vida
y sentí que la pirámide de mis penas
se había diluido
en la aurora boreal de tu cariño
LA DECEPCIÓN
Hay una negrura en el ocaso
una sombra esperando su luz
la noche avanza
y el infinito dibuja miedos.
Mi llanto se columpia
en las ramas del sauce,
las lágrimas recorren sus hojas,
besan la arena.
La tristeza vuelve
a mostrar los cuchillos,
decepciones,
heridas abiertas en sangre,
desengaños en torrentes.
Habitaré mi pirámide.
Cerraré las ventanas.
Mi brújula no indicará el norte.
Ya no espero a la diosa del amanecer
ni en su estela boreal.
TUS CENIZAS
Cruzo el umbral de mi memoria,
la esencia de algo perdido
sacude la aldaba de mis días.
El ocaso oscurece la luz del sauce,
sus ramas vierten las horas
sobre la arena de mis tripas.
Quiero ser la pirámide de roca marina
que alberga el polvo de tu sangre,
y la estrella boreal de tu mirada.
Y quiero,
sembrar auroras en tus cenizas.
Ocaso
funde de horizonte
la noche que
el sauce
me mira
la arena
me besa
soy pirámide destello
de utopía boreal
SIN TI, EL VACIO.
Sobre mi espalda se posaba
el encendido azul de las laderas,
bajaba lenta
luchando contra el ocaso
de mis pensamientos.
Negué con furia
la melancolía caduca
que reflejaba nuestro sauce cómplice,
mi rabia incontrolada
pudo sacudir en un instante
la arena intrusa,
que traías siempre en tus zapatos
y se colaba en mis venas.
De pronto,
todo proyecto ilusionante se hizo tumba
en ese entero iniciar de historias nuevas,
una pirámide de escombros
se amontonaba en los vértices de mi mirada.
Sin ti
todo prometedor aliento de vida
fallecía y volaba
con el viento boreal
enfriándome la espalda.
Sentía su ocaso cercano. Sentado bajo un sauce, veía las sombras avanzar y pensaba que su vida se acortaba al ritmo que retrocedía la luz. Una figura sin rostro cubierta con sayo negro, se acercó portando una guadaña y un reloj de arena al que le quedaban pocos granos por caer. “Es la hora”, escuchó el hombre derrotado y abatido. Maldijo haber desperdiciado toda una vida para llegar a lo más alto de la pirámide. Su cuerpo se fundió con la tierra mientras su alma formaba parte de la aurora boreal.
AL FILO DE LA NOCHE
Se desploma el ocaso
como un pájaro herido
deshojada amapola
al filo de la noche.
Cuando acuden a cientos
pajarillos sangrando
que se quedan exangües
como sauce en la arena del desierto.
Pajarillos que vuelan
espiral infinita multitud
con las alas quebradas
rompiendo la distancia entre nosotros.
Babélica pirámide hacia el cielo
histórica estructura desmedida
hoy se mueve su base y tiembla el vértice
sobre la inanición de sus cimientos.
Por eso nos unimos como un todo
y esgrimimos con ellos el escudo
que nos libra del miedo. Ya se anuncia
la aurora boreal de un tiempo nuevo.
En el ocaso de mis sentimientos
se levanta un sauce que acaricia
la arena de mis pensamientos.
Se yergue la pirámide de mi voluntad
que dibuja en la noche
la energía de mi ser
y la transforma
en aurora boreal.
Soy voluntad
la voluntad donde se anida el deseo
en el corazón del hombre.
El ocaso silente sobre el agua. Caía como las ramas de un sauce llorón sobre tu pelo.
El tiempo era arena, discurría en el cristal, formando una pirámide tremendamente frágil.
Nuestros nombres, porosos, se diluían mientras el mundo giraba con su hambre incompresible.
La condición de ser nos redimía, hacia el infinito boreal de la ventana.
Éramos al fin verdad en medio de la garganta de la tierra.
Únete al amor
Mira detenidamente como el ocaso lleva en su corazón
la densa sombra del sauce perdido,
como la arena junto a la piedra alza la pirámide de la conciencia
y no deja que el polvo cubra la verdad del presente.
Nunca e de matar un pájaro, ni su deseo,
nadie puede herir a una niña, la madre de nuestro porvenir.
Así que únete al verso, a la pureza de las palabras propuestas,
para construir boreal camino en donde la luz no ha llegado todavía.
Pósate en el derecho divino, niégate al agravio, únete al amor.
El peso de una herida
La magia del ocaso inunda el sauce que abraza un pozo olvidado en la selva. Una joven trae a casa arena húmeda entre los dedos, lleva sobre su cabeza un vaso con forma de pirámide donde la hondura del agua germina la tristeza.
Mañana será el último día en el que su cuerpo estará entero, el ignorante viento llevará consigo la luz boreal y dejará un cuerpo tímido ante cualquier furia.
El pozo seguirá entre serrines, el camino reverdecerá mil veces pero la inocencia nunca prestará su luz al perfil de una niña herida.
El ocaso del sauce
El ocaso del sauce
-el mío-
ya se refleja en la arena.
Se acortan sus raíces,
se hacen torpes mis dedos
y escribo
casa, papel, pirámide.
El aire nos cimbrea
y en el horizonte
solo ese gris boreal
que se vislumbra.
Las luces del ocaso me hallaron bajo el solitario sauce.
Mi ánimo envuelto en nostalgia se mimetizaba con sus lloronas ramas al tiempo que mi pensamiento caminaba lejos de allí dejando en la ardiente arena del desierto las huellas de una vida pasada que me hería el corazón con tu ausencia.
Levanté una pirámide con las piedras que tenía a mano, cada una representaba un desencuentro.
Llegaste convertida en suave brisa dejando caer sobre mi regazo una efímera amapola, tu flor predilecta.
Mil veces pronuncié tu nombre y en mi último aliento las luces del crepúsculo mudaron en boreal aurora.
Al ver el ocaso supo que sería un día especial
Bajo su casa, en el sauce encontró un bebe tigre abandonado
no había huellas en la arena de ningún animal
es un regalo de la Pirámide celestial
o eso creyó él
el felino lo seguía a todas partes
al caer la noche vieron juntos el eclipse de las tres lunas
la aurora boreal le susurro tres nombres
Kaleh , Eriis y Ondina
supo entonces que ese gato era un hijo de la luna
y lo bautizó en un mar de lágrimas como
KEO
así nació una bella amistad.
Al ver el ocaso supo que sería un día especial
Bajo su casa, en el sauce encontró un bebe tigre abandonado
no había huellas en la arena de ningún animal
es un regalo de la Pirámide celestial
o eso creyó él
el felino lo seguía a todas partes
al caer la noche vieron juntos el eclipse de las tres lunas
la aurora boreal le susurro tres nombres
Kaleh , Eriis y Ondina
supo entonces que ese gato era un hijo de la luna
y lo bautizó en un mar de lágrimas como
KEO
así nació una bella amistad.
Mientras sucedía el ocaso en el horizonte, justo debajo de la sombra del Gran Sauce, nuestros caminos se cruzaron.
Me senté cerca de ella, en un montículo de arena con forma de pirámide. Delante de mí puse comida y agua. Esperé…
Después de un vacile lleno de miedo, se animó a darse su último festín.
Me miró a los ojos. Por fin sintió el amor.
La perrita se tumbó en mis piernas y su alma pudo descansar en paz convirtiéndose en un rayo de luz que voló rumbo al cielo de los perros, situado en plena aurora boreal.
LISTILLO
–Estoy en el acaso de mi vida –me dijo el nonagenario.
–Querrá usted decir… ocaso –corregí con un poco de sorna.
Lejos de mostrarse ofendido, me respondió cariñosamente a pesar de mi impertinencia.
–No, joven, no. He dicho acaso.
El simpático abuelete me señaló un árbol al fondo del jardín de la residencia de ancianos. Un sauce de amplia copa se erigía majestuoso, cual pirámide sobre la arena, dando cobijo a multitud de coloridas flores.
–Parece una aurora boreal. ¿Que opinas, muchacho, está en su ocaso o en su acaso?
–Pues…
–¿Que te inspira?
–Serenidad.
–¿Acaso importa cuándo morirá?
EL CÁLIZ DE SANGRE
En el ocaso del día
las ramas del sauce lloran
lágrimas que se evaporan
sobre la arena baldía
del aguerrido combate.
Pirámide infranqueable
con mil batallas labrada
por sus ancestros guerreros
y su sangre derramada
Blanco invierno boreal
es tu paso peregrino,
vas camino de tu sino
desde aquel Santo Grial
de tu pila bautismal.
Por la soberbia el castigo
a los guerreros custodios.
Muertos los encontraron;
momificados y secos
sus cuerpos sobre las losas.
Agua convertida en sangre
fluye de sus propias venas;
bautismo para los mártires.
Férrea maldición templaria
cantada por trovadores.
Misterio entre caballeros
de Toledo moradores.
OCASO
SAUCE
ARENA
PIRÁMIDE
BOREAL
ENSOÑACIONES Y RECUERDOS
Empezando el ocaso de otro día,
sentada bajo el sauce del jardín,
se despertó cuando el libro se caía
a la vez que el aroma del jazmín,
recuerdos entremezclados le traía.
Algo muy confuso había soñado.
Fue sobre aquella tormenta de arena
cuando a Giza se había desplazado
hacia la pirámide, con tarde buena,
y al final se chafó lo programado.
Realmente estaba muy confundida
pero el viento boreal la espabiló.
Querría de otros viajes en su vida
que fueran tal como aquel, se prometió;
también con excursión a Giza incluida.
TUS OJOS
Planea el ocaso en nuestro patio
tú y yo sentados en las butacas
un sol ambarino se derrama
Los atardeceres recordados
toda la vida juntos
un sauce mueve sus hojas
al ritmo de viejos bailes
Tus pies descalzos dejaron rastro en
la arena de nuestras playas
nuestras, tuyas y mías
latidos y aliento
La pirámide de Guiza
aloja trazas de nuestra presencia
guarda tu pañuelo verde extraviado
Nuestra mirada permanece allí
y la aurora boreal de Finlandia
quedó grabada en nuestras retinas
tus ojos y los míos se buscan siempre
frente a frente
Cuando la tarde mágica y serena pinta su ocaso,
me siento sauce,
cabizbajo, reflexivo
y extraño.
Descanso mi mente
sobre la arena de mis días,
que son presente
y pasado.
Mi espíritu asciende,
es pirámide
con ojos de mago
y me descubre
la aurora boreal
que hay detrás de la alegría y el llanto.
M.Jesús Muñoz
Puntual
Puntual llega el ocaso acunando en sus manos la vida latente.
Bajo su manto, el sauce bosteza y repliega su melena de hojas.
La arena de un desierto tiembla el frío nocturno, apaga su dorado y abraza la pirámide que imagina cielos lejanos.
En una remota latitud, ajena a los sueños de otro paisaje, resplandece y riela sobre la nieve la Aurora Boreal.
Mientras llega su hora
Él, en el ocaso de su vida, languidece como las hojas de un sauce, pero no se rinde. Le gusta corretear y tomar el sol en la playa, mientras la suave brisa del mar le acaricia.
Ella, le construye con arena una pirámide, para que él con sus juegos la destruya.
Siempre esperan el atardecer, hasta que en el cielo se forman múltiples colores, y le recuerdan a aquella Aurora Boreal del viaje a Noruega, donde siendo un cachorro, pudo rescatarlo de la granja donde criaban Huskis, en muy mal estado.
Los dos conocen como es, el verdadero amor incondicional.
PROMESAS TEMPRANAS
“Todo pasa y todo queda”
(Antonio Machado).
─No me hace gracia que hables de ocaso, cuando lo que quieres decir es que hemos terminado. ¡Serás cursi, se veía venir!
─Nada tan fácil como expresar que ya no sientes lo que aquel día al pie del sauce llorón prometimos y, quedaron entrelazados nuestros nombres; mientras que sentados en la arena comimos tortilla de patatas y donut de chocolate.
─Luego hicimos una pirámide que sería el símil según dijimos, de que nuestro amor apuntaría a la estrella polar y nada lo derrumbaría. Sentimiento que sellaríamos mientras disfrutáramos una aurora boreal, en nuestro viaje nupcial.
BREVE VIAJE POR LA VIDA
Sea la luz, canto de alborada
vuestro alegre y dulce despertar.
Y sea la calma alborozada
en un largo y firme caminar.
Y en el ocaso de la vida,
recibáis amor, por tanto amar.
Que vuestras vidas sean cauces
y ejemplos vivos para imitar.
A la sombra de un viejo sauce,
cuando el sol empiece a declinar,
en vuestros ojos reverbere
rubia arena de plateado mar.
Y, cuando sintáis que alma y cuerpo
de aquella extrema y dura tierra
en dulces alas, a otro puerto,
levitando, se quieran desplazar,
vayáis a la pirámide de un cielo
limpio, luminoso y boreal.
Alrededor de su casacueva, tenía todo lo necesario para sus remedios.Ella misma los preparaba
La hora del ocaso, era el momento de ir a recoger la rama del sauce canario que usaba contra los dolores y fiebre.
Le gustaba hundir los pies en la arena,que a esas horas estaba fresca,en su camino hacia los riscos y montañas altas.
Con su piramide- amuleto de madera colgada al cuello,llegó a la zona boreal del bosque de laurisilva.
La visión del bosque,su luz y brillo entre las gotitas de lluvia, siempre la reconfortaba e inspiraba.
Vanagloria
En el ocaso de mi vida, cavilé. De niño había rescatado a un gatito atascado en la copa de un sauce. Yo relataba la hazaña expandiendo los hechos. «¡Mi foto salió en el periódico!». «¡El alcalde me obsequió un reloj de arena!». Obviaba la parte en que una pirámide humana me alzaba hasta la rama. Exageraba la proeza. «¡El árbol medía cientos de metros!». «¡Un viento boreal me hacía tambalear!». Lo único que hice fue aprender a mentir y a jactarme de falsos heroísmos en lugar de ser parte de esa masa que eleva al todo hasta la cúspide.
Ya cae el ocaso, y los esclavos arrastran sus grilletes hacia el río, para beber junto a un gran sauce llorón.
El vigilante pone un antiguo reloj de arena bocabajo y observa cómo cae, haciéndose una pirámide en su base.
“¡Cuando haya caído el último grano ni una gota más!” les grita.
Los esclavos se apresuran metiendo sus cabezas bajo las aguas. De pronto…
Una luz les sorprende en el cielo, como si fuera una aurora boreal. Todos miran hacia el firmamento. Cuando bajan sus miradas el vigilante ha desaparecido y, contra toda gravedad…
cada grano de arena
ha subido.
Sauce
Hay un halo de dulzura protectora
en el ocaso de febrero.
El sauce que no llora -todavía-
abriga a un gorrión
enloquecido que remueve
la arena en busca de algo vivo.
Se genera una mezcla
de marrones suaves
sobre la pirámide de sombra
que huele la llegada de las flores.
Es bueno sentirse abrigado
cuando las siluetas se alargan
con los días y los días
con sus cálidas horas.
Ya habrá tiempo para lágrimas
y vuelos en el verano boreal.
ELLA
Entre las montañas la hallé con su mirada fija en el ocaso, desprendiendo una calida paz que llenaron de curiosidad mi sed.
Observándola tras la silueta del sauce cercano, me percaté de sus ojos cerrados y sonrientes que dejaba claro adónde miraban.
Sentada, con los pies hundidos en arena de la Ribera, sus piernas dibujaban una pirámide perfecta.
Aquella tranquilidad que rebosaba, fue mía por un instante.
Me miró y el tiempo se detuvo hasta que el viento boreal del bosque me hizo entrecerrar los ojos.
Todo se tornó, ella desapareció. Mis pies continúan en la arena.
@beafcesencia
Aquí, en el ocaso de mi vida, sentado y solo, pienso en él y recuerdo mi viaje.
Sin noticias suyas desde hace semanas, quiero imaginarle cerca, al lado ya, del sauce del que tanto le hablé y el que tanta serenidad me dio en otro tiempo.
Le imagino llevando aún arena en su mochila y en sus entrañas, esta arena que nos separa, como una pirámide inmensa, de penosa subida e incierta bajada, del mundo deseado, de la dignidad merecida.
Llegar y tocar con los dedos esas imágenes que nos llegan de ese sueño boreal …
¡Tienes que poder hijo mío!
El día refleja la existencia, por lo que considero que estoy viviendo el
ocaso de mis días, cuando admiro la puesta del sol cuya luz baña el océano mi admiración por la naturaleza crece , admiro los árboles que resisten fuertes vientos , lluvias torrenciales en especial el Sauce de tronco añoso . Desde niña siempre he disfrutaba del verano en la playa , miraba con pasión como jóvenes se preparaban para los concursos en arena, quienes después de estar expuestos a altas temperaturas lograban terminar sus obras de arte , entre ellas una pirámide semejante a las de Egipto, luego con tristeza todo se venía abajo cuando levantaba la marea, y es en ese momento cuando al fondo del océano el cielo se viste de varias tonalidades y pienso cuán bello debe ser presenciar antes de partir una aurora boreal.
Martha Cornejo
Lima-Peru
ELLA
Entre las montañas la hallé con su mirada fija en el ocaso, desprendiendo una cálida paz que llenaron de curiosidad mi sed.
Observándola tras la silueta del sauce cercano, me percaté de sus ojos cerrados y sonrientes que dejaba claro adónde miraban.
Sentada, con los pies hundidos en arena de la Ribera, sus piernas dibujaban una pirámide perfecta.
Aquella tranquilidad que rebosaba, fue mía por un instante.
Me miró y el tiempo se detuvo hasta que el viento boreal del bosque me hizo entrecerrar los ojos.
Todo se tornó, ella desapareció. Mis pies continúan en la arena.
@beafecesencia
TIEMPO. Por Marina Martínez Contreras.
Cae el ocaso sobre el sauce que llora.
Un reloj de arena, cual pirámide invertida, descuenta las horas que se desprenden de mis huellas.
Los minutos galopan ágiles por las laderas de mi vida,
al tiempo que el milagro boreal enciende el horizonte en púrpuras, granas y magentas.
Los segundos secan las lágrimas del sauce, que ha dejado de llorar, y que ahora se prepara para dar la bienvenida a la aurora.
LA VIDA. Anónimo.
En el ocaso de su vida se encuentra el viejo sauce blanco. En su lecho enmohecido prutefacta hojarasca y retorcidas ramas, de enegrecida arena, componen un bello poema visual: una pirámide cuyo vértice boreal es para todo ser vivo, del todo imposible, dejar de idolatrar.
Era una tarde de febrero. El sol sobre el horizonte del pantano marcaba el ocaso. Sus rayos perpendiculares sobre las aguas mostraban con refulgencia el camino a seguir. Miró al majestuoso sauce llorón con ademán de permiso. Se quitó sus zapatos y sintió la fría arena bajo sus pies. Se encontraba en la cúspide de la pirámide sin anhelos de existencia. Una brisa boreal nubló su mente y con paso firme se fue adentrando en las aguas. El frío fue conquistando su cuerpo hasta sentir cómo el fluido inundaba sus pulmones.
Al regresar a la orilla habían desaparecido sus zapatos.
Con el ocaso del sol se encendieron las piras, de sauce seco para favorecer el tránsito hacia otra vida de aquellos valientes guerreros que habían vertido su sangre sobre la arena de la cercana playa, defendiéndola del ataque de sangrientos invasores.
Rápidamente se elevaba una pirámide de fuego avivado por un frío y fuerte viento boreal, consumiendo madera, carne, huesos, anhelos y sueños.
Cuando cae el ocaso sobre mis sueños, se me aparece aquella niña de ojos cobre sentada bajo el sauce. Está escribiendo un cuento del que hoy no queda rastro; un cuento sin memoria. Las palabras se le escurren de la pluma como arena; fugaces, etéreas, libres. La miro desde lo alto de la pirámide y vuelvo en mí. Ahora es ella la que está arriba, pero no baja la mirada; ella sigue escribiendo su historia. Abro los ojos. Sigue siendo de noche. Y un soplo boreal se la lleva para siempre.
Corro. Reto al ocaso tratando de alcanzarte. Ya no soy capaz de distinguir nuestro sauce en esta tibia arena. La sombra de la pirámide me roba el aliento, pero un viento boreal me recuerda que aún podemos volver a ser quienes fuimos.
A veces me pregunto si Mozart alguna vez pintó algún ocaso.
Si Rubens quiso escribirle algún poema al sauce que le vio llorar.
Si Rouseau contó la arena de la playa
o si Maquiavelo quiso tener una pirámide dónde olvidarse del mundo.
A veces me pregunto
si la aurora boreal será capaz de esperar que la paz llegue
El día refleja mi existencia, es posible que esté ante el ocaso de mis días, a mi mente viene la imagen de aquel sauce añoso que sabía de mis alegrías y desventuras , de aquellos días de playa con decenas de jóvenes realizando esculturas en arena , de aquella pirámide que me cautivó al tener como fondo un sol que nos dejaba un mar color oro, un cielo de varias tonalidades , que me hizo creer que estaba frente a una aurora boreal.
En un instante levantó la marea el cielo oscureció y todo desapareció , menos mis recuerdos.
GRAMITOS DE OLVIDO
Amanece, así, como si nada.
Qué milagro seguir así de viva.
Y es que la vida es imparable,
y sigo pensando en ti.
Nuevamente,
como si fuera ayer el hachazo.
Como si fuera AQUÍ donde te fuiste,
como si viera NEVAR
Entres reflejos del CRISTAL
Como si el RELOJ se hubiera roto
MIENTRAS los engranajes del tiempo
yacen sobre la almohada
Quedamente.
Calculando lo perdido.
Arrumbando los anhelos.
Desatando las tormentas.
Desandando lo vivido.
Solamente.
Deseando que alguna noche,
traiga unos gramitos de olvido
Silencio sepulcral
Declina su sueño al albor del ocaso. Y llora. Aunque sus lágrimas, al contrario de las del sauce no bañan tierra fértil, sino que se filtran entre la arena que reposa al pie de la pirámide, erosionada por el viento, durante milenios.
Sigue recordando a Aurora que, como la boreal, se desvanece en el firmamento. Hermosa, hermética, insinuante.
Ni siquiera sabe dónde encontrarla. No dejó pistas. Solo un silencio sepulcral que alberga en su existencia.
Todas las tardes se sienta frente al mar disfrutando de sutiles olas violetas, nubes azafranadas y horizontes rosáceos, contemplando el ocaso como si no hubiera un mañana. Las ramas del sauce acarician su melancolía, mientras dibuja en la arena una pirámide y un corazón. Solo ella sabe su significado.
Todas las mañanas se sienta ante la aurora boreal, observando la paleta cromática de sus emociones: verdes eléctricos, amarillos brillantes, excitación y oxigeno, azules estimulantes, púrpuras provocadoras y rojos apasionados. El viento acaricia su añoranza, mientras dibuja en la nieve una pirámide y un corazón. Solo él sabe su significado.