La cuarta semana del mes de abril nos trae las palabras del polifacético actor Luis Varela, que acaba de estrenar la película 'Lo dejo cuando quiera', del director Carlos Therón.

Gracia Olayo le pidió a su compañero de reparto Luis Varela en 'Lo dejo cuando quiera' estrenada el pasado 12 de abril, que colaborara con la Asociación Cinco Palabras regalándonos sus Cinco Palabras. Agradecemos a esta magnífica y solidaria actriz su apoyo desde comienzos de CINCO PALABRAS cuando nos escribió su prólogo solidario junto a Soledad Olayo y colaboración en la celebración de nuestro Primer Aniversario presentando “Reflexiones Nocturnas” de nuestra presidenta, Mar Olayo, junto a la poeta Inma Chacón, el director Román Clemente Magán y el economista Julián Moreno.
Éstas fueron las Cinco Palabras del actor Luis Varela, para nuestros escritores solidarios:

VERJA
LÁMPARA
ÁRBOL
PALMERA
MUSGO
.
LUIS VARELA, ACTOR POLIFACÉTICO
Luis Varela debutó en el cine en 1956 con la película La espera, de Vicente Lluch. A diferencia del teatro o la televisión, su trayectoria cinematográfica no ha sido especialmente notable y no pasó de interpretar papeles secundarios, la mayor parte de las ocasiones en comedias intrascendentes. No obstante, en su filmografía figuran algunos títulos del cine español destacables, como Los jueves, milagro (1957), de Luis García Berlanga, Historias de la televisión (1965), de José Luis Sáenz de Heredia o Tiovivo c. 1950 (2004), de José Luis Garci.
Aparte de esto, después de haber estado sin hacer cine durante casi veinte años, fue recuperado para la gran pantalla -y el público en general- por Álex de la Iglesia en 2004, apareciendo, también como secundario junto a Gracia Olayo, en Crimen ferpecto por el que es nominado en la XIX edición de los Premios Goya, como «Mejor interpretación masculina de reparto».
En julio de 2014 fue llamado a participar en la película Bendita calamidad, de Gaizka Urresti, tras fallecer trágicamente Álex Angulo.
Televisión
Tras la inauguración de Televisión Española en 1956, participa en diferentes espacios dramáticos y de comedia, aunque la popularidad le llega a partir de 1962, de la mano de Fernando García de la Vega con el programa Escala en hi-fi. Inicia entonces una larga trayectoria en la pequeña pantalla, con decenas de personajes interpretados en Estudio 1 o Novela. Además ha protagonizado series infantiles, como Hoy también es fiesta (1972-1973), y comedias, como Lecciones de tocador (1983).
Interpretó el papel de Luciano en la serie Manos a la obra (1998-2000), en la cual ejercía de agente inmobiliario corrupto que ponía en situación comprometida a los protagonistas, aprovechándose de su bondad e inocencia. Interpretó el conocido papel de Gregorio Antúnez en la serie Camera Café de 2005 a 2009, por el que consiguió varios premios como el premio ATV o el premio de la Unión de Actores.
En 2009 participó en la secuela de Camera Café: ¡Fibrilando!, que fue retirada por falta de audiencia.
Ha participado en Algo que celebrar (2015).
Teatro
Debuta en el teatro como actor infantil con la obra La torre sobre el gallinero (1955), con dirección de Fernando Fernán Gómez, con 12 años. Su comienzo en el teatro lírico fue en una producción, que se realizó en el Teatro de la Zarzuela, con Lola Rodríguez en El retablo de maese Pedro, en la que hacía un personaje infantil, en 1953 y dirigía por Rafael Richard. En el Teatro Arriaga con Pan y toros y en Los sobrinos del capitán Grant, en el personaje de Mochila, obra con la que posteriormente se inauguró el nuevo Teatro de Madrid.
En 1991 colaboró con el Teatro de la Zarzuela, para participar en un homenaje a José Luis Alonso Mañés, con La Revoltosa, haciendo el personaje del Tiberio y desde entonces ha estado muy ligado a este teatro. También destaca su papel en La del manojo de rosas.
Doblaje
Debuta como actor de doblaje en 1961 en los estudios Fono España de Madrid. Participa en decenas de títulos a lo largo de más de treinta años, ya fuera en calidad de actor o director, doblando en varias ocasiones al actor inglés Richard O'Sullivan, protagonista de 'Un Hombre en Casa'.
Como curiosidad, hay que destacar que también participó en el doblaje de Los caballeros del zodíaco, prestando su voz en los primeros episodios a Shiryu, el caballero del dragón. En Superman: la película de 1978, dobló su voz al fotógrafo Jimmy Olsen.
En 1978 participó en el doblaje al castellano de la versión musical de Jeff Wayne de La guerra de los mundos actuando como el artillero.
En 1990 colaboró en el redoblaje de la quinta temporada de la serie El equipo A para Antena 3 Televisión prestando su voz a Templeton "Face" Peck (Fénix en España y Faz en Latinoamérica).
En 2009 dobló a Carl Fredicksen, el protagonista de Up, la nueva película de Pixar.
En 2018 dobló a Dick Van Dyke en la secuela El regreso de Mary Poppins de Disney, donde dio vida a Mr. Dawes Jr.
La causa del mes de abril es 'La Casa Ronald McDonald Barcelona'.
Imagina que tu hijo/a tiene una enfermedad grave y que en tu ciudad no existe el tratamiento que necesita y os mandan a Barcelona. Imagina que tienes que estar en el hospital, o cerca de él durante varios meses.
¿Dónde vas a vivir? ¿Cuánto va a costar? ¿Cómo lo vas a hacer?
En la Casa Ronald McDonald Barcelona (un proyecto de la Fundación Infantil Ronald McDonald) ofrecemos alojamiento gratuito a familias que vienen a la ciudad con un hijo/a con una enfermedad grave para ser tratado en los hospitales de referencia.
Disponemos de 15 habitaciones familiares, cocinas y espacios comunes, zonas lúdicas y aparcamiento, para que los padres y madres sólo tengan que preocuparse de lo importante: estar al lado de sus hijos/as ayudándolos a vencer su enfermedad.
Nuestra Casa influye positivamente en la recuperación de los niños y niñas, ya que les proporciona una residencia en la que poder llevar una vida familiar lo más normalizada posible, olvidándose por momentos de los tratamientos, jugando con otros niños y disfrutando de su infancia. Porque en esta Casa no tenemos enfermos, tenemos niños y niñas.
Desde el año 2002 hemos atendido a más de 4000 familias de todo el mundo ofreciéndoles un hogar fuera del hogar cuando más lo necesitaban.
El regalo de la cotidianidad es nuestra principal misión porque pensamos que, para un niño hospitalizado, tener a sus padres cerca es una parte importante de su recuperación. Con ese objetivo, desde 1997 en España, la Fundación Infantil Ronald McDonald se ocupa de construir y mantener hogares ubicados cerca de los mejores hospitales pediátricos del país: las Casas Ronald McDonald. Y también, desde el año 2018, las Salas Familiares Ronald McDonald dentro de los hospitales, que ofrecen la oportunidad de cuidar de sus hijos/as hospitalizados de forma más fácil en un ambiente más cálido que el que ofrece el hospital.

Nuestra prologuista de este mes es una escritora del Puerto de Sagunto (Valencia, España). Xenia Rambla, finalista del Premio Planeta de 2018 con su novela 'Mate', una obra donde se narran dos historias paralelas: una de ellas transcurre en Valencia durante el siglo XVI y la trama gira en torno a la desaparición de un incunable, mientras que la segunda parte del hospital Mount Sinaí en Nueva York, con una historia de intriga protagonizada por una neurobióloga y un arqueólogo que recorrerán el Vaticano y Paris hasta llegar a Valencia el siglo XXI y al final ambas tramas se entrecruzan. Según la autora esta novela es un thriller histórico, "con parte de novela negra, toques dramáticos, y ciertas dosis de cultura. Tipo best seller, trepidante, pero con diálogos y prosa poéticos en ocasiones. En otras novelas soy más versátil, desarrollo otros registros, sobre todo el psicológico, tratando de acercar la narrativa a la escritura emocional".
Xenia Rambla junto al ganador del Premio Planeta 2018, Santiago Posteguillo.
Xenia se define como "una mujer que ama la cultura y el arte casi tanto como mi ciudad. Escribo, pinto, soy actriz amateur, notaria, madre, psicóloga, mediadora, estudiante de historia de arte. Trato de aprender disfrutando y compartiendo todo esto con montones de amigos". Además recuerda que, "desde niña me refugiaba en los libros, escribía cuentos con ilustraciones que grapaba formando cuadernillos. Gané varios concursos literarios (Adena, Cruz Roja, Dupont y otros locales). Tuve dos grandes profesores aquí: Enrique Latorre y luego Ximo Cruz. Hace unos pocos años retomé la escritura con antologías en grupos de escritores: Valencia Escribe, Bibliocafé, Lab. Fui finalista en el Centenario del Olympia y ahora en el premio Planeta. Tengo dos novelas en marcha"
Los escritores solidarios de CINCO PALABRAS siguen las siguientes reglas:
No se cambiará género ni número de las palabras propuestas. No se modificará la posición de las mismas.
El relato tendrá una extensión de máximo 100 palabras.(*)
(*) Escribe el relato en esta WEB pinchando DEJA UN COMENTARIO (aparecerán publicados una vez sean aprobados por nuestro equipo de edición) – Al final del mes se recopilarán todos los relatos en un volumen editado en PDF, que se podrá adquirir por un donativo de 5€, destinado a cada causa del mes. Colabora con nosotros y nuestras causas.
Además, puedes colaborar para que siga creciendo el proyecto CINCO PALABRAS mediante un donativo realizando una transferencia bancaria a la cuenta corriente de la Asociación de Escritores Solidarios:
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Salté la verja, era un área restringida, en la oscuridad empezaron a seguirme ¿unos guardias? ¡Corrí! pero me iba dando grandes golpes en las espinillas, saqué mi lámpara portátil para comprobar qué había en el suelo: ¿Hamacas metálicas? ¿¿Queé??
Así que empezamos una carrera de hamacas yo y mis perseguidores, ¿qué área sería esta? choqué con un árbol, ¡una palmera! con un cartel: “Chiringuito” continúe hasta llegar a una zona donde la gente vestía de blanco, y comían y bebían alegremente…
“¿Un canapé de musgo?” me dijo un hombre sosteniendo una bandeja.
“¡Hey, amigo, que no has pagado la entrada!”
Detrás de la verja del jardín, me encontré con una lámpara, que tenía forma de árbol semejante a una palmera de la selva. Hasta tenía una decoración en la base, que daba la apariencia de la textura del musgo, una textura muy conseguida para encontrarse hecha en plástico y sobre una superficie rugosa perfecta.
En la vida, desgraciadamente a veces nos encontramos alguna que otra verja, que nos impide que veamos con la claridad suficiente nuestro destino. El mismo que estamos escribiendo con cada segundo que vivimos y que nos enriquece formando una parte importante de una vida muy especial.
TODO ES RELATIVO.
Éramos casi amigas, bueno hipotéticamente, porque realmente éramos vecinas separadas por una verja.
El problema es que somos emocionalmente distantes.
Tina es súper eficiente, un buen trabajo, un marido, sus tres niños… Yo soy un poco desastre. Algunas noches observo la tenue luz de su lámpara desde el árbol de mi jardín y recuerdo la cantidad de veces que me ha repetido: estas perdiendo el tiempo, tienes que formar una familia.
Entonces pienso; Si alguna vez la soledad empieza a tratarme mal, me tumbaré bajo mi palmera y perderé el tiempo con estilo mientras veo crecer el musgo.
Os juro por mi libertad que solo ansío volar fuera de la verja que me encarcela. La tristeza envenena mis días, con la misma cruel monotonía que acumula rabia en mis entrañas. Me robasteis el sol, dándome a cambio la siniestra luz de una lámpara, ¿cuál fue mi delito para encerrarme de por vida? Añoro la belleza de lo simple; la sombra de un árbol, el agua del río, la inmensidad de una palmera, el frescor del musgo… Atrapado en esta jaula, solo tengo un pensamiento, ¡HIJOS DE PUTA! Encima me pedís que cante…
Noche cerrada y tras la verja, un antiguo caserío de primeros del siglo pasado al parecer habitado pese a su dejadez que por su gran magnitud llamaba poderosamente la atención. Una lámpara permanecía encendida junto a la ventana inferior derecha, propiciando sombras afuera a causa de un árbol situado al pie de la escalinata, una gigantesca palmera fiel guardiana de la alquería. Musgo y yedra trepaban a sus anchas por la fachada.
LOS OTROS
No conocemos el mundo más allá de la verja de la casa. Por las noches, cuando él apaga la lámpara, trepamos al árbol del patio. Soñamos que vemos un mar inmenso desde una palmera y que nos ciega la luz del sol.
Al amanecer volvemos bajo tierra, a sentir cómo nos crece el musgo en nuestras almas olvidadas.
A TIEMPO PARA VERTE
Cruzó la verja como tantas veces antes. La casa permanecía a oscuras; sólo la luz de una lámpara iluminaba aquella estancia en la ventana del segundo piso. El árbol centenario movía sus ramas al compás del ulular del viento, y la hermosa palmera con su manto de musgo trepando desde su base le saludaba desde un ángulo del jardín. No podía evitarlo necesitaba regresar a ese lugar, en aquel año y justo el día anterior a la muerte de su mujer. No estuvo junto a ella cuando ocurrió, pero de nuevo, volvería a tener veinticuatro horas por delante para abrazarla.
Perdón.. el anterior no era el que tenía corregido.
Cuelgo el definitivo.
A TIEMPO PARA VERTE
Cruzó la verja como tantas otras veces. La casa permanecía a oscuras; sólo la luz de una lámpara iluminaba aquella
estancia en la ventana del segundo piso. El árbol centenario movía sus ramas al compás del ulular del viento, y la hermosa palmera con su manto de musgo trepando por
su base le saludaba desde un ángulo del jardín. No podía
evitarlo necesitaba regresar a ese lugar, en aquel año y justo
el día anterior a la muerte de su mujer. No estuvo junto a ella cuando ocurrió, pero de nuevo, volvería a tener veinticuatro horas por delante para abrazarla.
Vaya… ahora veo que cambia de línea cuando no corresponde. Lo siento. No sé cómo arreglarlo.. si lo podéis ajustar… Gracias.
Desde el despacho improvisado veía la verja al fondo de un jardín indefinido. Acercó la lámpara para ver bien de cerca lo escrito sobre el carro de la Underwood. De tanto meditar sus versos se le echaba siempre el tiempo encima. El limonero ya no estaba, lo que veía ahora era un árbol y una palmera intemporales; como el musgo triste de su existencia.
Donde habito
—————-
Escondí tras la verja
mil días tristes
y tres noches blancas.
La lámpara ilumina
un sendero que lleva
al árbol de la vida y la muerte.
Aunque pinté un sol
con una palmera y un mar,
mis días siempre están llenos de musgo.
Vivo entre la tierra y el campo,
oculta entre arroyos y vientos fríos.
A TRAVÉS DE LOS CRISTALES
Ha pasado mucho tiempo desde que siendo niños solíamos acercarnos a esa casa misteriosa. Nunca nos atrevimos a cruzar la verja que franqueaba la entrada. Una lámpara de luz tenue la envolvía en un halo de misterio, y nosotros, subíamos al árbol intentando ver a través de los cristales.
Hoy he vuelto a ese lugar. Ya no está el árbol, tampoco la palmera que estaba junto a él. Un tupido musgo cubre todo el jardín.
La verja está abierta y me acerco a la ventana, de pronto un grito sale de mi garganta.
Los recuerdos, regresan frescos a mi memoria…
Todos los viernes, al atardecer, el joven Martín cruzaba el barrio de la judería al regresar del internado a casa. Los ojos se le iban detrás de la verja de un jardín cuya entrada estaba iluminada por la débil luz de una lámpara. Una belleza morena que veía dentro le hacía desear ser árbol o palmera para observar sus pasos. Su deseo se ahogó en su pecho un viernes en que la vio besándose con un hombre. Desde entonces el corazón del muchacho parecía llenarse de un musgo húmedo y lleno de lodo al acercarse a aquel barrio.
AMORES PROHIBIDOS
Siempre nos veíamos a través de la reja y con la luz de una pequeña lámpara que proyectaba sombras sobre las paredes y me hacían recordar a Tinizaki y su maravilloso libro: ” El elogio de la sombra”. Me parecían enigmáticas y también sugerentes, según yo tenía el ánimo. Lo demás, penumbra. Detrás de él, a pesar de la noche e iluminados solo por la luna, adivinaba el árbol y la palmera que me vieron crecer, y añoraba tocar la textura de sus troncos y la humedad del musgo adherido en sus concavidades. Pero ya era imposible
JARDINES INTERIORES
Todos los viernes Martín cruzaba el antiguo barrio de la judería al regresar del internado a casa. Al joven se le iban los ojos detrás de la verja de un jardín cuya entrada alumbraba la débil luz de una lámpara. Una belleza morena que veía dentro le hacía desear ser árbol o palmera para acechar sus pasos. Su deseo se ahogó en su pecho un viernes en el que la sorprendió besándose con un hombre. Desde aquel día, el corazón del muchacho parecía llenarse de un musgo, húmedo y lleno de lodo, al pasar cerca de ese barrio.
VERJA LAMPARA ÁRBOL PALMERA MUSGO
Era todo un misterio, en la pequeña aldea, había una gran mansión abandonada. Tenia grandes jardines, completamente descuidados Lo rodeaba una gran VERJA de hierro, con las iniciales de sus últimos moradores.
Una noche de luna llena, con LAMPARA, en mano, entramos.
Un viejo ÁRBOL, sus ramas echaron raíz, y era un chopo enmarañado. Trepamos por una gran PALMERA, y nos colamos en el edificio, grande, de dos pisos.
Algunos ventanas rotas. la vegetación invadía las estancias. Eran bellas por dentro, muy sofisticadas, estilosas, paredes que miraban al norte, estaban forradas de MUGO, convertido, en salvajes jardines verticales.
EL MAPA
Esta vez no cometeré ningún error, llegaré al punto exacto. Veamos, desde la verja cincuenta pasos al frente. ¡Vaya! no veo si pone cero o seis ¡Ojalá hubiese más luz! Aunque fuera una mísera lámpara de aceite. Cuarenta y nueve y… vale, este es el árbol que aparece dibujado. Ahora, hacia la izquierda treinta pasos hasta una palmera. Ya está. Si la memoria no me falla es la tercera a la derecha. He de tener cuidado de no pisar la de D. Ramón. Si la mancho de musgo, se darán cuenta de que he vuelto a salir de mi tumba.
La primera vez que llegue allí, apoyada sobre la verja, sentí que junto a mi hijo y a mí, viajaban todos mis miedos y fatales presagios. Solamente el tiempo, la compañía de aquellas personas que compartían mi mismo dolor y lucha, pudieron doblegar mi desasosiego. Fueron una lámpara refulgente sobre la opacidad que me mostró la vida, y un auténtico árbol nodriza.
Concluido el tratamiento, paseando frente al mar, con la suave brisa que acunaba la palmera, percibí, después de mucho tiempo, paz.
Aquel lugar quedó prendido a nosotros como musgo y verdaderamente fue “un hogar fuera del hogar”.
Pasaba todo el día mirando a través de la ventana. Una verja alta y mal pintada acotaba aún más su pequeño mundo. Todo el lugar rezumaba tal soledad que hasta la lámpara de la sala parecía parpadear cómo en un quejido.
Su mayor distracción era ver como el único árbol del jardín se enfrentaba a las vicisitudes de las estaciones del año, y se alegraba enormemente de que a nadie se le hubiera ocurrido plantar en su lugar una imperturbable palmera.
Empezaba a crecer el musgo y eso, para ella, anunciaba tristemente la llegada de otro largo y vacío invierno.
INTENTA
Deshacerte de tu nuevo caos,
de la dignidad perdida,
saltar la verja que cada día
impide tus sueños
adueñándose de tus pasos,
intenta, crear entendimiento
entre tus tinieblas y tu luz
con una lámpara azul
que imite el cielo,
no consientas ese anclaje neutro
en fragmentos del pasado,
sueña ser árbol caduco
cambiando de follaje,
sentirte palmera en el frío,
musgo en el desierto,
grito en el silencio…
vientre fecundado de ilusiones,
intenta ser, lo que quieres,
inténtalo, tú puedes.
No puedo evitar pararme delante de tu casa cada vez que paso por allí y contemplar el jardín tras la oxidada verja.
Entre las ruinas permanece aquella lampara de forja que tanto te gustaba, junto al árbol que daba sombra al sendero, ahora desaparecido debajo de una maraña de zarzas y maleza.
Nuestra palmera, aquella que nos ocultaba de la vista de tu madre, aquella testigo de nuestro primer beso, yace tumbada y muerta con el tronco cubierto de musgo.
El jardín parece reflejo de mi alma, ambos se an deteriorando a la vez, desde que desapareciste de está vida la melancolía y tristeza me ahogan cada día , te hecho mucho de menos.
Sueños de Esperanza
De todos los cuentos que habían pasado por sus manos siempre había guardado especial cariño a aquella niña que saltó la verja del jardín del gigante egoísta, aquel cuento que había vuelto a caer en sus manos y que miraba con ojos de niña bajo la luz de la lámpara del salón. Abrazada a él se fue quedando dormida, así volvió a pisar ese jardín donde de cada árbol iban brotando flores, dónde la vieja palmera perdía toda la nieve acumulada del invierno y dónde a cada paso y iba dejando huella de musgo fresco en el jardín. Aún había esperanza.
Saltó la verja de la casa como si fuera un mono. Iluminado a duras penas por la lámpara de la entrada, llegó como una sombra furtiva hasta el pie del árbol y allí enterró la palmera. Era de chocolate. Entre la tierra y el musgo no la descubrirían y estaría a buen recaudo. Mi abuelo había perdido la memoria, pero no el hambre. Demasiadas noches sin cenar le recordaban que había que guardar para por si acaso.
Testigo de nuestros ansiados encuentros fue siempre la verja florida de tu ventana en donde la luz de tus ojos, como lámpara de aceite, iluminaba la penumbra de mi vacío sin ti.
Bajo la cómplice mirada de la acacia, árbol fuertemente enraizado, nos hacíamos promesas de amor eterno y el deseo de comenzar una vida juntos ardía en nuestros corazones como palmera de fuegos artificiales; mas el destino, juez cruel e implacable, decidió que habría de acontecer otra historia, y mi alma desde entonces languidece anegada en llanto, cubierta por el musgo húmedo de la umbría de la soledad.
Las niñas y los niños pintaban la VERJA de verde, con su enfermedad a cuestas y la luz de su sonrisa, LÁMPARA de la esperanza. En mitad del jardín, un gran ÁRBOL les regalaba su sombra mientras jugaban a vivir. A pocos pasos, bajo una PALMERA, sus familiares agradecían felices esta oportunidad y la ayuda solidaria que estaban recibiendo. Con los pies descalzos sobre el MUSGO, pies limpios de barro, tejían bufandas…gorros…, tejían satisfechos, tejían sueños a quien los necesitase…y quisiera cogerlos.-
La cueva
Saltábamos la verja de aquel caserón deshabitado y entrábamos, alumbrándonos con una lámpara de carburo, en la cueva, cuya boca se abría, en el patio, entre un árbol medio seco y una palmera tupida y altísima. Buscábamos musgo para los nacimientos y, de paso, murciélagos, que, colgados, hibernaban en aquella cueva que imponía. Su piel era suave y repugnante, pero a mí me gustaban. Berna decía que chupaban las sangres y que, porque eran hijos de Drácula, su mordisco te convertía en vampiro.
-Nos engaña- le decía yo a un Alfonsito asustado, mirándole fijamente con unos colmillos de Drácula asomándome entre los labios
Vivir sin opinar. Sin diferir ni sugerir. Con el espíritu detenido por una verja virtual que te obstruye el paso. Con una lámpara interior que parpadea, avisadora, cada vez que una idea diferente intenta aflorar en tu cerebro. Formarte reprimido como un árbol esquinado entre muros que truncan el brote espontáneo de sus ramas. Ver la palmera despuntar desinhibida por la vereda que va al mar; libre y segura, sin musgo que la desfigure o asfixie, y anhelar su dicha… Crecer con la imaginación y la voz cargadas de sueños mudos y preguntarte ¿hasta cuándo?
¡¡¡¡Qué bien escrito!!!!
Aferrada a los hierros de la verja quería salvar a su perro de aquella cárcel. Por mucho que sus padres insistían en que estaría bien cuidado en su nuevo hogar, ella no confiaba en aquel señor que arrastrándole del collar no les permitió despedirse.
Por la noche y con sigilo, encendió la pequeña lámpara y descendió por el árbol de la ventana.
Llegó hasta Villa Palmera, donde encontró a su amigo tumbado sobre el musgo, apaleado. Con un grito mudo le abrazó y, liberándole, huyeron de los alaridos que emanaban de la casa, cuando el viejo abrió la puerta.
Tras la verja verde del viejo caserón, me encontré la lámpara de Aladino. Eso creía haber visto. Pensé: ¿serán alucinaciones ? El árbol no me dejaba ver bien. Bueno más que un árbol una palmera del caribe. Dos cosas increíbles: la lámpara y la palmera. Estoy fatal ! pensé. Pero no. Al rato tirada en el musgo la volví a ver. Concédeme un deseo, le pedí.Y ella , muy discreta, desapareció, no queriendo saber nada. Con las ganas me quedé ! Enseguida ví como la palmera se tornaba encina y caí en la cuenta de que yo esa noche ¡ No había dormido bien !
El Baobab
La idea de darle utilidad a la anticuada VERJA que habían abandonado en el parque, no le dejaba dormir. ¿Qué tal una LÁMPARA? ¡Una Menorá!
Bien mirado, y con un mínimo de habilidad, podía aprovecharla por completo haciendo un ÁRBOL. No le atraía la PALMERA, para nada. Quería hacer uno con personalidad, fuerte y robusto que diera mucha sombra, y poco trabajo. cada cincuenta años, le colocaría una flor… Pero, ¿y el MUSGO? No pegaba en la estampa. ¡Tampoco podría cambiar su fruto tan de tarde en tarde!
Decidió reajustar las piezas del puzle que había formado en su cabeza.
CONTIGO Y SIN TI – 6
Y mientras unos eligen cruzar el mar, otros optan por saltar una VERJA, un muro, vadear un río, burlar la vigilancia de la guardia en la frontera. ¿No hay suficientes LÁMPARAS en esta tierra para dar luz a las mentes cerradas que se empeñan en mantener mundos de primera, segunda y tercera clase?
Vemos la tragedia en un ÁRBOL que se quema, una PALMERA que se desploma, el MUSGO que deja de crecer, pero no vemos lo trágico en las personas que abandonan su país en busca de una esperanza de vida.
Deseo que no haya fronteras entre nosotros.
Noticias malas, noticias buenas…
Detrás de cada verja, un ruego,
un misterio feroz de cada lado,
en cada lágrima, un ojo ciego
negando lo ganado
a pesar de las pérdidas y penas.
Mi lámpara se enciende… encuentro
un pedazo de mí, allí perdido
en el insomnio antiguo de mi almohada.
Decidida a callar, no digo nada,
porque hablar carecería de sentido.
Elijo, entonces, sanar por dentro.
Se acerca a abrazarme, a su manera,
cada pájaro espantado con mi llanto,
pues regresa a mi árbol cuando canto
mi soledad de isla sin palmera,
de musgo… silenciosa despedida.
Palabras aliviando cada herida…