ESCRIBE TU RELATO DE Marzo (I): ELENA MARTÍNEZ CALVO, ACTRIZ Y HUMORISTA

Comenzamos el mes de marzo con las palabras de la prologuista del mes anterior, la actriz y humorista, Elena Martín Calvo, del dúo Las Virtudes. Esta genial cómica, vecina de la Sierra de Madrid, es una gran colaboradora de nuestra Asociación, además de dedicarnos su tiempo con el prólogo del mes pasado y con sus palabras esta semana, participó activamente en el concurso de camisetas de Cinco Palabras que aún está vigente... (ver Concurso de Camisetas y participa votando la que más te guste).

Este mes nos darán las palabras las chicas de zumba del polideportivo de Colmenarejo que ha colaborado con nosotros en el concurso de camisetas que finaliza este mes...

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Éstas fueron las Cinco Palabras de la actriz Elena Martín Calvo:

ANACOLUTO
AMEBA
CACEROLA
TARAMBANA
UNGULAR

ELENA MARTÍN CALVO fue nuestra prologuista del mes de febrero y esta primera  semana de marzo nos da las Cinco Palabras...

Esta conocida humorista y actriz española, integrante del dúo Las Virtudes. Aunque alicantina de nacimento, a los días se traslada a vivir a Madrid, donde desde 1980 inicia su carrera artística, en principio en el campo de la danza moderna pero también dando sus primeros pasos en el mundo de la interpretación.

Tras conocer a Soledad Mallol durante la obra La Orestiada, ambas forman en 1986 el dúo humorístico Las Virtudes, que les abre las puertas de televisión y teatro y las convierte en personajes muy populares en España. Tras un breve paréntesis, ambas volvieron a unir sus carreras desde 2005.

Publicó el libro ¿Qué hay de bueno? Claves para una vida más alegre (Editorial Granica, Barcelona, 2008) y escribió dos más como Virtudes: Rímel y Castigo (Ediciones Temas de Hoy, Madrid, 1992) y Un suponer, de qué hablamos las mujeres (Belacqua, Barcelona 2004).

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Nuesta causa del mes de marzo es Las Kellys es una Asociación a nivel español de camareras de piso. El nombre “Las Kellys” proviene de un popular juego de palabras: “la Kelly, la que limpia”; en nuestro caso limpiamos hoteles.

El prólogo es de la psicóloga SONIA WILT DEL VILLAR.

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Los escritores solidarios de CINCO PALABRAS siguen las siguientes reglas:

No se cambiará género ni número de las palabras propuestas. No se modificará la posición de las mismas.

El relato tendrá una extensión de máximo 100 palabras.(*)

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24 comentarios sobre “ESCRIBE TU RELATO DE Marzo (I): ELENA MARTÍNEZ CALVO, ACTRIZ Y HUMORISTA”

  1. Me ha resultado muy curioso cómo nos ha dado Elena Martín Calvo, las Cinco Palabras de esta nueva semana, jugando con los dedos de la mano. Unas palabras que al igual que su presentación me resultan curiosas.
    El azar ha querido que las primeras Cinco Palabras del este mes de marzo fueran: anacoluto, ameba, cacerola, tarambana y ungular. A simple vista la palabra más fácil y que conozco su significado es Cacerola. Una simple Cacerola en donde bien se podría preparar un guiso que contuviese las cuatro palabras restantes y así poder preparar una nueva receta que tuviera Cinco Palabras.

  2. Sonia era una persona un tanto reservada y aunque tendía a utilizar algún anacoluto cuando hablaba, solía desenvolverse por el lenguaje, como una ameba.
    Su vida se movía entre cacerola y sartén. Cocinera de profesión, cría que el orden era indispensable para todo. El perfeccionismo que ella cultivaba se compensaba con lo tarambana que era su socia y amiga, Soraya. Juntas eran el complemento perfecto. Sonia solía recriminarle a Soraya su escasa sensatez, con su famoso movimiento ungular, parecía que más que su dedo era su uña la que acusaba.
    Pero sabían que juntas podrían llegar donde quisieran.

  3. La niña escruta entre los recodos de los recuerdos alguna remembranza suficiente para comprender que hace dentro de ese vagón de tren que le aleja de los suyos, pero no encuentra nada o, a lo sumo, un anacoluto que destruye el sentido de la respuesta que quiere imaginar y que se adhiere a sus pensamientos como una ameba parásita. Piensa en su madre guisando junto al fuego donde reposa una cacerola y en su padre intentando meter en vereda al tarambana del hermano. Las lágrimas empañan sus ojos. En Madrid siguen cayendo bombas que arañan con ungular precisión los edificios.

  4. DON MATÍAS.-
    Estuvo toda su vida escribiendo aquel manuscrito. Aunque el empleo abusivo del anacoluto hacía difícil su comprensión, una editorial decidió publicarlo. Lo escrito en sus últimos meses era casi indescifrable pues su cerebro estaba seriamente dañado por una ameba parasitaria que se le introdujo bañándose en las aguas calientes del mar.
    Además del buceo su otra pasión era cocinar. Con su cacerola de toda la vida elaboraba unos arroces fantásticos.
    El libro fue una suerte para el tarambana de su hijo, que se hizo millonario. Solo entonces pudo resolver su problema ungular que le había hecho sufrir tanto.

  5. ¿HACIA DÓNDE VAMOS?

    Una vez perdido el norte
    nada ya tiene sentido.
    De embrollada inconsecuencia
    arrasa el anacoluto;
    nadie entiende ni lo intenta,
    el desconcierto se afianza.
    Se traiciona la cordura
    y la ameba parasita
    limitando las seseras.
    Fieles automatizados
    atendiendo en sus caudillos,
    sus sesgos ideológicos.
    Cada cual en su trinchera
    obstinado en su consigna;
    nada ceden, nada arreglan.
    Se rebosa el hervidero,
    ni cacerola, cazo u olla
    resistirán en sus límites;
    y desborda la tragedia.
    Tarambana sociedad
    que alocada se deshace,
    como virus que se extiende
    por debajo de las uñas.
    Seremos lecho ungular,
    que en desidia se gangrena.

  6. Buscarse la vida
    Mentiría si afirmara saber lo que es un anacoluto. Mi madre, azuzada por mis hermanos, solía repetirme que mi cerebro era más plano que el de una ameba. Tras mis continuos fracasos escolares, al cumplir los dieciocho, todos juntos me lanzaron un ultimátum: “Lárgate y sal a buscarte la vida con tu sonrisa o con la cacerola y la espumadera, inútil tarambana”. Y eso que dicen que la familia es la piedra ungular de la sociedad… Ay, perdón: angular. Bueno, puede que algo de razón tuvieran. Menos mal que para entrar en el partido nadie me preguntó nada parecido.

  7. DECONSTRUCCIÓN
    Debe ser la alergia primaveral, porque poner estas cinco palabras juntas y decir algo coherente me parece un síntoma preocupante. Pero habrá que intentarlo. E Igual he hecho algún anacoluto alguna vez sin enterarme; aunque lo que sí es cierto, que en las piscinas donde me bañé en mi juventud, alguna ameba habría, seguro, pero no pasó nada. Y en la cacerola vieja, donde se hervía agua, seguro que también, pero como no la bebíamos, pues tampoco fue determinante. Solo la utilizaba el tarambana de mi tío para meter el pie y curarse el ungular que le había salido

  8. Beso

    Sus textos están plagados de metáforas que nadie todavía ha comprendido. Prima el anacoluto, la disortografía, las rimas imperfectas. Su forma va variando, como la de la ameba. Lo que nace soneto muere haiku. Y viceversa.
    Confunde cacerola con sartén, olla con plato, tenedor con cuchara.
    Pésimo cocinero, mal poeta. Lo echan del mesón, de la academia.
    -¡Eres un tarambana! (le grita su maestro, corrigiéndolo) ¡hueso debe ir con hache, ungular va sin ella!
    Él soporta las críticas pues conoce el motivo. Su extrema distracción posee dueña: Su beso es la poesía y el único sabor que le interesa…

  9. Comediante tenia que ser la niña para enredarme en su anacoluto juego de palabras y yo pasmada, como si me amenazara una ameba a que escriba como toda una Borges o me comería la inspiración cocinada en una cacerola antigua. De no conocer un poco sobre la invitada, que en lugar de cinco palabras nos colocó un diccionario para hurgar, investigar y evitarnos leer las revistas donde ella sale faranduleando ehhh, pensaría: nooo pero si es una tarambana la graciosita esta. Cuando te vea te pellizcaré con mi ungular preferida! ja

  10. Entre anacoluto e insensatez anda el tema. No por ser burro, zopenco o comecerebros ameba, tengo derecho a ofender a la princesa.
    Qué dije yo, bufón de poca monta, que para llamar la atención desparramo como una cacerola loca. Tarambana he de estar si pierdo, por incoherente, soberbio y necio, su amor inocente.
    Que su huella ungular se quede marcada en mi cara si vuelvo a ofenderla y así recordar que no hay mujer en este mundo que deba sufrir el machismo en su yugular.

  11. SI TE VAS, NADA ES IGUAL PERO TODO SIGUE IGUAL – 19

    El vaso se había llenado hasta el borde y esta relación tóxica se había desbordado, y no porque Lambreta ni supiera lo que era un ANACOLUTO o una AMEBA, sino porque la vida a su lado era un riesgo que Esther no estaba dispuesta a asumir. Él era capaz de ponerle la cabeza como una CACEROLA de agua hirviendo, podía parecer gracioso desde fuera pero era un TARAMBANA de cuidado, con su dejadez general y su carencia UNGULAR en el pulgar derecho, una de sus muchas taras por trifulcas.

    Esther le escribió una nota simple, luego se fue para siempre.

    Si alguien desea leer la historia completa, puede hacerlo aquí: https://eldoblaodelarte.wordpress.com/tag/lambreta/

  12. ANACOLUTO – AMEBA – CACEROLA – TARAMBANA – UNGULAR
    Organismos en el estanque; decía un cartel . Era un ANACOLUTO. Lo correcto seria decir; en este estanque hay organismos microscópicos. Es la AMEBA.
    Recogimos 10 litros de agua del estanque en una CACEROLA, para analizar e investigar, si o no era perjudicial, para todos esos muchachos que, hasta la charca se acercaban a bañarse, en pleno mes de agosto. Algún que otro TARAMBANA; lo hacia de noche, a la luz de la luna; un día, se golpeo el pie y se quejaba del UNGULAR del dedo pequeño.
    Cuando aprenderán estos chicos osados, que es mejor disfrutar del baño a plena luz del día, solo por seguridad.

  13. Sucedido en Granada VI

    Muy fiero y desafiante,
    el morisco nazarí
    lanzó un grito horripilante
    y una saeta silbante
    clavada en mi pecho vi.

    Mi sangre, líquido ardiente,
    de la herida borbotaba
    y en el hotel de Albolote
    el susto me despertaba.

    Cuitado, palpeme el cuerpo
    y bien pude colegir
    que la sangre sólo era
    lo que no puedo decir.

    Esta historia, en absoluto,
    es reo de anacoluto,
    ni ameba ni cacerola
    de Molucas, eso es trola,
    la escribió. ¡Mío es el fruto!

    Ni la pensó un tarambana
    o algún sátiro ungular,
    que soy yo, persona humana,
    quien la acaba de acabar.

  14. Recibió el nombre de Venancio por su abuelo, el alias de “el anacoluto” por su incapacidad para expresarse con coherencia.
    Sobrevivir a una conversación con él era como ganar la batalla contra una ameba comecerebros.
    Decían de él que su cabeza era una cacerola en la que estaban todos los ingredientes gramaticales necesarios para la creación de un discurso lógico, pero que el resultado final de la cocción era un pote con sabor a requemado.
    Era nuestro amigo, un poco tarambana, pero muy buena gente. La cuadrilla sin él perdía encanto.
    Era nuestra piedra ungular ¡Ay, no, se dice angular!

  15. Don Emilio

    -¡Anacoluto, que no hace ni la o con un canuto!
    – ¡Solecismo, igual que anacoluto hace lo mismo!
    Se lo puso don Emilio, el maestro, porque les mandó una redacción y no se entendía nada. Angelín, hipaba y aguantaba, pero Pedrito, al Ameba y al Cacerola, a la segunda que le cantaron lo del canuto, los guanteó y allí acabó la gracia. Y es que aquel tarambana, que venía a clase desde sus farras, sin afeitar y oliendo a vinazo y que se hurgaba la nariz, ponía motes con los fallos escolares.
    “El Uti”, listo él, decía: “Es un animal ungular”
    -¿Qué? preguntaba Floro
    -Un borrico, imbécil.

  16. PORQUE SÍ

    De metáfora en metáfora
    me salto todas las normas,
    jugando con la ironía
    siento, lo plasmo y punto,
    si llena estoy de alegría
    algún que otro anacoluto
    o solecismo consciente
    regalo a quien quiera leerme,
    si la tristeza me invade
    como ameba en fango oscuro,
    pongo a hervir toda mi sangre
    en cacerola profunda
    saliendo al aire la espuma.

    De tarambana me tildan
    los justos y los cobardes,
    zascandil, vivalavirgen,
    cualquier título les vale.
    Yo sigo sin inmutarme,
    con mi falange ungular
    y el cartílago deshecho,
    sacudiendo la barbarie
    que de algunas bocas sale.

  17. La zanja en mitad del sembrado destacaba tanto como un Anacoluto en una frase.
    Era la entrada a un antiguo túnel que oscuro se adentraba en la tierra.
    A veces parezco tener menos seso que una Ameba, pero la curiosidad es más fuerte que la razón.
    Y aquí me veo avanzando por la estrecha galería alumbrado con una linterna y agachando la cabeza, al primer coscorron hecho de menos aunque sea una Cacerola que me la proteja.
    Tarambana me diría mi madre si me viera allí.
    Me golpeo el pie, el dolor me hace soltar tacos, debo de haberme arrancado una uña, espero no pillar una infección Ungular.
    Regreso al exterior, ya volveré mejor preparado.

  18. Estos días pasé tiempo pensando en “la no importancia de ser importante”. Aquella idea se convirtió en un anacoluto que me mantuvo desconcertada. Mi visión sobre el tema viraba como una ameba, entre sí aquello, tendría o no consistencia.
    Tras días de debate interno, mi mente comenzó a ebullir como una cacerola de agua hirviendo, haciéndome parecer, ante mi misma como una mujer tarambana, carente de propio juicio.
    Cansada de la contradicción, coloqué mi mano en posición, apoyando la falange ungular sobre mi mejilla y muy seriamente decidí, no recaer en la “no importancia” de volver a pensarlo.

  19. El país se avergonzaba de su máximo líder. Con un discurso salpicado de anacolutos, frases hechas, respuestas escurridizas y la personalidad de una ameba, parecía imposible que hubiese alcanzado el cargo de Presidente de la República. Una explicación era la cantidad decisiva de boletas que vivos y difuntos depositaban, o aparecían inesperadamente, en algunas urnas electorales. Otra, la virtud que el hombre poseía para deslizarse entre el populacho como anguila en una cacerola aceitada. Sus partidarios lo adoraban aunque el tarambana se escarbase en público las narices con su extensión ungular del meñique y fuese el hazmerreír del mundo libre.

  20. Mira que es complicado ésto de los idiomas.
    Llevo estudiando inglés varios años y sigo cometiendo anacoluto al hablarlo, aunque no me voy a desanimar.
    Si es que la edad nos va pasando factura, cómo si una ameba nos estuviera comiendo el cerebro.
    Y ya no digamos si salimos una noche, aparte de que estamos fuera de nuestro sitio, ya no se te ocurra beber en exceso que al día siguiente te duele tanto la cabeza que parece que estuviesen golpeando una cacerola a tu lado.
    Pero ésto me recuerda tiempos pasados, dónde el más tarambana de mis amigos, ahora es el más serio, ya que un problema ungular le hizo tomarse la vida más calmada, aunque no sé si más feliz.

  21. Sentada en su pupitre, lapicero en mano, la niña imaginaba un mundo ideal, donde cada persona obrara con empatía y SOLIDARIDAD.
    Llena de ILUSION, comenzó a colaborar con aquellos PROYECTOS escolares destinados a ayudar a niños como ella, pero que no conocía.
    Mientras su mente fantasiosa jugaba a conseguir todos sus propósitos, una SONRISA encantadora iluminaba su rostro, sintiendo que al apoyar estas causas recibía más de lo que daba.
    Varias décadas más tarde, la ahora azafata encontró por casualidad esta historia en su cuaderno de RELATOS escolares.
    Entendió entonces, que algunos sueños sí logran hacerse realidad.

  22. La vida de Paola es un caos desde que eligió montar su propio ANACOLUTO y saltarse toda normativa impuesta. Paola es rebelde. Se mueve por la vida como AMEBA en el agua. Mientras maquilla su cara, una CACEROLA, en plena ebullición, desparrama su contenido sobre la encimera.
    – Vaya TARAMBANA estoy hecha yo.
    Disminuye la intensidad del fuego. Arregla los desperfectos.
    Un dolor UNGULAR le arranca un quejido y una mueca de dolor se pasea por su cara mientras esboza una sonrisa:
    – Otra vez me he roto una uña.

  23. Vocablos desconocidos
    Llegó a casa hecho un mar de lágrimas; la profesora lo había comparado con: ¿un animal desconocido?
    «¡Con un ANACOLUTO, mamá!»—gritaba desaforado.
    «¡Pequeña AMEBA! — le decía ella; con lo poco que abultas y el ruido que metes, pareces una CACEROLA cacheteada sin compasión».
    «¿Y no te enfadas por ello? —preguntó el chaval estupefacto, ni aunque te diga que nombró de malas maneras a mi padre?»
    «¿Cómo lo nombró si no sabe cómo se llama? —dijo la madre. ¡No vayas a ser tú, otro TARAMBANA!»
    «Eso le llamó, Tarambana UNGULAR, ¿o fue singular?» —dudaba el chiquillo.

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