ESCRIBE TU RELATO DE ABRIL (I): JOSÉ LUIS Del Valle, DIRECTOR DE LA BIBLIOTECA DEL MONASTERIO DE San Lorenzo DE EL ESCORIAL

Esta primera semana del mes de nuestro Quinto Aniversario (https://elteatroreinavictoria.com/radio-cantoria-en-el-teatro-reina-victoria/) nos da las Cinco Palabras el guardián de alguna de las obras literarias más antiguas de la Humanidad. El padre agustino José Luis del Valle es el director de la Biblioteca del Real Sitio del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial. En este lugar se albergan algunas de las mejores colecciones de manuscritos latinos, árabes y hebreos. Esta Biblioteca fue fundada por el Rey Felipe II en el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial  está abierta a los estudioso de lenguas antiguas y de la historia en general.

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Entre sus librerías de madera de indias diseñadas por el arquitecto Juan de Herrera y se conservan más de trece mil volúmenes, cerca de seis mil manuscritos y de seiscientos incunables que se conservan desde mediados del siglo XIX en una espectacular sala a la que acceden únicamente el director de la Biblioteca y sus ayudantes y que era la antigua ropería del Monasterio, "Es difícil encontrar un fondo de manuscritos tan selecto como el nuestro en latín y contamos con destacadísimos fondos en árabe, griego, hebreo y chino", comenta José Luis del Valle, quien destacó entre ellos los dos ejemplares de las Cantigas de Alfonso X el Sabio.

Sus Cinco Palabras fueron:

MANUSCRITO
INCUNABLE
BIBLIOTECARIO
GRABADO
ARCHIVAR

La historia de la Biblioteca Real

Bien entrada ya la segunda mitad del siglo XVI, aún no existía en España una gran Biblioteca pública, similar a las existentes ya por entonces, principalmente en Italia, como la de San Marcos de Venecia, cuya construcción se emprendió en 1536, la Laurenciana de Florencia, terminada en 1571 o la Vaticana (en funcionamiento desde 1450), y era un deseo generalizado entre los eruditos humanistas de la época el poder contar al menos con una, en la que se reunieran los tesoros literarios, tanto manuscritos como impresos, que sin duda existían en España, pero dispersos en las distintas Bibliotecas de monasterios, de catedrales o de particulares.

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Fue intérprete de aquel deseo general el cronista Juan Páez de Castro, quien se lo expuso a Felipe II en un razonado "Memorial", en el que, de manera explícita le hacía ver la apremiante necesidad de fundar una biblioteca pública, en la que ocuparían lugar preferente los "libros de mano". Este memorial, conocido por "Memorial sobre los libros y utilidad de la librería y orden y traza que en ella se ha de tener", [o, más brevemente, “Memorial a Felipe II sobre la utilidad de juntar una biblioteca”]  que se conserva autógrafo en la RBME (sign. &-II-15), está divido en cuatro partes:

"Cuatro cosas, -dice en él Páez de Castro- trataré brevemente. La primera, la antigüedad de las librerías y el aprecio en que se tuvieron por los reyes antiguos y después por los emperadores romanos [...]. La segunda, de la honra y provecho que viene al reino y a toda la nación. La tercera, del lugar donde se labrará, y cómo se repartirá el edificio, [y] qué se pondrá en cada uno de los apartamentos. La cuarta, de la facilidad con que se juntarán los libros y las otras cosas" (publicado por Blas Antonio Nasarre, Bibliotecario Mayor del Rey Fernando VI, en 1749, p.7s.; y reeditado por la Junta de Castilla y León para conmemorar el día del libro en 2003).

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Páez de Castro proponía Valladolid como lugar para fundarla, "así porque V.M. reside allí muchas veces, como por la audiencia real y universidad y colegios y monasterios y frecuencia de todas naciones". Pero, cuando  en 1559 Felipe II dejó los Países Bajos para regresar España y escogió a Madrid como sede permanente de su corte, desechó el consejo de Páez de Castro de establecer su magna Biblioteca en Valladolid, o en Salamanca, o en  Alcalá, o en alguna otra ciudad céntrica y con ambiente universitario, y decidió, contra el parecer de algunos humanistas, que el lugar de esa biblioteca fuera el monasterio que planeaba, probablemente, desde la muerte de Carlos V (1558), que incluiría basílica, panteón real, palacio, convento para monjes jerónimos, hospital, seminario, colegio de artes y sagrada teología, y una biblioteca, según consta en la carta o escritura de fundación.IMG_4736.jpg

"Fue el Padre Claret el que se encargó de bajar a este lugar los libros, que se conservaban en una sala superior a la Biblioteca. Gracias a esta iniciativa, en un incendio que afectó a la sala donde se encontraban inicialmente, pudieron salvarse", comentaba el padre José Luis del Valle.

Tal vez sea este el momento de recordar algunos de los momentos infaustos de esta Biblioteca, por las pérdidas que sufrió. Uno de ellos es el 7 de junio de 1671, día en que un dramático incendio arrasó gran parte del edificio y, aunque se salvó el Salón Principal, por diversas circunstancias perecieron un número superior a los 5.000 códices, entre ellos unos 2.500 árabes, latinos  unos 2.000; 650 griegos, 90 franceses, 40 hebreos, etc. Algunos de gran valor, como el "Lucense", célebre códice de Concilios Visigóticos; un ms. griego iluminado que contenía las obras de Dioscórides; la voluminosa "Historia Natural de las Indias", en 19 vol., del toledano Francisco Hernández, que comprendía la fauna, la flora y costumbres de Méjico, iluminadas con sus propios colores, etc.

La Guerra de la Independencia supuso otro duro revés para la Biblioteca escurialense, ya que a finales de 1809 todos sus impresos y manuscritos fueron trasladados a Madrid, con intención de llevarlos posteriormente a Francia. Al parecer  la persona a la que se confió esta misión, el arabista afrancesado José Antonio Conde, logró salvarlos ocultándolos en el convento de la Trinidad, en Madrid, y cubriendo los cajones con montones de libros impresos. En el año 1810 los fondos de la Biblioteca escurialense fueron trasladados del convento de la Trinidad a la Biblioteca Real (hoy Nacional) de Madrid, y a ella quedaron incorporados. En 1814 , previa solicitud por parte de la comunidad de los Jerónimos, Fernando VII dispuso su devolución a El Escorial, a pesar de la oposición de algunos eruditos, entre ellos el bibliotecario mayor de S.M., D. Juan de Escoiquiz, que pretendían que los manuscritos quedaran definitivamente incorporados a la Biblioteca Real (=Nacional), accediendo sin dificultad a devolver los impresos.

En tales traslados se perdieron diversos códices e impresos que hoy es difícil determinar con exactitud. Entre los más importantes códices desaparecidos en esta ocasión está el "Cancionero de Baena", que actualmente se encuentra en la Biblioteca Nacional de París ; el interesante libro orlado de pinturas aztecas, "Códice Borbónico", adquirido por la Cámara de Diputados de París en 1826 por 1.300 francos; dos "Evangeliarios griegos", lujosamente miniados, que hoy se encuentran en Londres y Nueva York. De modo que, según el inventario hecho en 1839, faltaban unos 20 mss. y 1.608 impresos.

Cerramos aquí el inciso sobre los momentos dramáticos de la Biblioteca escurialense, aunque sin olvidar que, si bien en menor escala, no fueron los únicos.

Desde la antigua ropería del Monasterio salen los libros para ser consultados, en una sala de lectura cercana, por los investigadores que acuden desde diferentes países del mundo, unos 900 especialistas al año, "además de las reproducciones que enviamos cuando se nos solicita".

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El padre José Luis del Valle junto a nuestra presidenta, Mar Olayo, Rosa Asensio y Juan Antonio Tirado.

La autora del prólogo de este mes es nuestra presidenta María del Mar Olayo y Adriana Tirado, y la causa irá destinada a Mensajeros de La Paz del Padre Ángel. 

Los escritores solidarios de CINCO PALABRAS siguen las siguientes reglas:

No se cambiará género ni número de las palabras propuestas. No se modificará la posición de las mismas.

El relato tendrá una extensión de máximo 100 palabras.(*)

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28 comentarios sobre “ESCRIBE TU RELATO DE ABRIL (I): JOSÉ LUIS Del Valle, DIRECTOR DE LA BIBLIOTECA DEL MONASTERIO DE San Lorenzo DE EL ESCORIAL”

  1. Él arqueólogo es su esfuerzo en encontrar grandes tesores, no imaginaba lo que estaba a punto de encontrar, ese Manuscrito que muchos deseaban encontrar. Un Incunable que le daría una gran fama profesional. Al llevárselo al Bibliotecario comprobaron un magnífico Grabado por lo que lo mejor sería tras la fama del descubrimiento Archivar el documento en lugar seguro en el Museo

  2. Estábamos reformando una gran casa señorial, cuando en una pared se abrió un hueco en donde encontramos envuelto en telas un libro antiguo, un Manuscrito dije yo, un Incunable nos matizó el Bibliotecario cuando se lo mostramos, se emocionó al tener aquel libro entre las manos y todos al contemplar un Grabado, que según nos dijo representaba el jardín del Eden, una Biblia de Gutenberg, aseguro, una verdadera joya, el porque alguien en el pasado la decidio Archivar emparedandola nunca lo sabremos pero gracias a eso había perdurado hasta nuestros días.

  3. En aquel planeta antes de la invención de “eso” lo manuscrito no procedía de… Ningún corazón, eran letras dictadas por la razón de esos seres, junto a material incunable terminaban en sus grandes bibliotecas donde nadie apenas sabía de su existencia, una noche un bibliotecario sintió en su pecho grabado algo diferente al resto: un símbolo que se repetía en todos los seres, como espejos, desconocido, mágico, profundo… ¿extraterrestre? No se podía solo archivar sino… Salió de la oscuridad y dio forma a todos los seres liberándoles de sus corazas, el planeta digamos que… ¡empezó a transformarse!
    Llegó el Amor

  4. Gente como nuestra querida Mar, quedan por desgracia pocas. Esta semana las palabras que nos encontramos en Cinco Palabras, proceden de la mismísima biblioteca del monasterio del Escorial, un preciso lugar en el que Mar se debió encontrar con estas Cinco Palabras: Manuscrito, incunable, bibliotecario, grabado y archivar.

    Reconozco que la palabra incunable, se me ha atragantado cuando no he entendido su significado. El resto de las palabras me han parecido preciosas para un nuevo relato.

    Recuerdo la historia del manuscrito que el abuelo decía qué le había pasado a su amigo el bibliotecario. Un episodio que le quedó grabado

  5. Nepotismo ilustrado
    En mi incansable labor de búsqueda de cualquier manuscrito o incunable que acabe suponiendo alguna ganancia para mis bolsillos, he precisado de la ayuda de algún bibliotecario dispuesto a todo, incluso a quedarse grabado en las cámaras de vigilancia. También he necesitado sobornar a los encargados de esa vigilancia. Y a los que se responsabilizan del transporte. Y a los que me buscan los clientes. Y a la que se ocupa de archivar esas maravillas. ¡Menos mal que he podido enchufar a mi mujer para esas funciones! De algo tiene que servir ser el Director de la puñetera Biblioteca Nacional.

  6. YA TODO ES PASADO

    Un triste amanecer aquel
    en el que huyó de mi
    tu carcajada,
    quise leer de tu mirada
    su propia ausencia,
    hacerla manuscrito
    donde plasmar,
    el incunable dolor
    de un probable
    malentendido.

    Ya todo es pasado,
    la paz va meciendo
    una colección de libros
    donde el alma
    del mejor bibliotecario
    solo quiere alcanzar
    de lo grabado,
    aquello que alimenta
    una boca
    sellada por otros labios.

    Y la vida,
    archivar como extraño
    bajo el barro,
    el rictus del dolor,
    cuando instantes de agonía,
    mi propia muerte pedían.

  7. EL HALLAZGO

    En estos días se cumplirá un año del hallazgo en la Biblioteca Universitaria de Sevilla: la firma del mismísimo Miguel de Cervantes aparecía por dos veces en un MANUSCRITO que no se podía considerar INCUNABLE ya que su fecha de publicación era 1593. El BIBLIOTECARIO descubrió el documento revisando la donación que los herederos de Luis y Santiago Montoto hicieron de su biblioteca y archivo personal. Comprobó, además, si en la obra aparecía algún GRABADO de interés. Finalmente decidió ARCHIVAR la obra como parte de la colección universitaria y difundir el hallazgo en solemne acto académico y medios de comunicación.

  8. MANUSCRITO – INCUNABLE – BIBLIOTECARIO – GRABADO – ARCHIVAR.

    Subimos al desván de la casa de la abuela. En el baúl, había ropa, zapatos, velos para ir a misa, un rosario negro y al fondo encontramos un libro gordo, con un broche dorado.
    Se trataba de un MANUSCRITO. Un INCUNABLE de 1480. Se lo llevamos al BIBLIOTECARIO del pueblo. Era un ejemplar GRABADO en su superficie letras, con hilo de oro. Sus paginas, estaban llenas de grandes y bellas ilustraciones.
    Tomamos la decisión de dejar el ejemplar para ARCHIVAR en la biblioteca, Para que otros disfruten del mismo.
    Alguien lo salvo de un incendio que se produjo en un viejo monasterio.

  9. La infancia es…
    Un manuscrito insólito incunable que algún bibliotecario ha conservado durante mucho tiempo, sin sentido.
    O puede ser, en cambio, aquel grabado, en la vitrina de un museo ajeno, exhibiendo, con nostalgia, su pasado.
    Yo elijo que mi infancia esté presente. Me niego a archivar esa inocencia, de risa, juego, música y confianza en que todo será mejor mañana.

  10. Caminaba encorvado por el claustro que recibía las primeras luces del amanecer. Le esperaba su “scriptorium” donde seguiría iluminando el manuscrito.
    El tiempo se extinguía y la copia del incunable debía acabar antes de que se cegaran completamente sus ojos.
    El hermano bibliotecario le franqueó el paso saludándole en silencio.
    La mortecina luz dejó ver un críptico grabado que evidenciaba, simultáneamente, una serena y apocalíptica belleza. Las “iniciales habitadas” revelarían detalles que podrían explicar la gran profecía.
    Acontecieron tiempos convulsos y el amanuense murió en extrañas condiciones dejando inconclusa una obra que la Congregación del Santo Oficio optó por archivar.

  11. EL LEGADO

    Un antiguo manuscrito y un incunable eran admirados por el conde, mientras el bibliotecario observaba horrorizado, cómo acariciaba con sus larguísimas uñas un delicado grabado.
    – Son ejemplares de un valor incalculable, le ruego extremo cuidado. – Dijo casi en un susurro.
    El conde levantó sus ojos del pergamino clavándolos en el atemorizado empleado de la biblioteca.
    – He tardado quinientos años en encontrarlo; nunca lo volverás a archivar.
    De entre las amarillentas hojas extrajo un papel que leyó en voz alta: “Con este legado dominarás el mundo de los vivos llenándolo de infinita oscuridad”
    El bibliotecario tembló ante las palabras del mismísimo Diablo.

  12. El hallazgo
    Estaba convencido. La vida; ésta, tenía que tener algún fin. No sabía de donde venía ni a donde iba, desconocía la finalidad de su búsqueda, pero con el manuscrito bajo el brazo se dirigió al bosque donde encontraría, no respuestas, sino la paz y el silencio que necesitaba para su estudio.
    —¡Cuidado, es un incunable! —le había advertido el bibliotecario, reacio a que se lo llevara.
    «Sé que mi existencia tiene un destino, me debo a él y lo encontraré» —pensaba mientras dejaba un grabado en la vetusta encina del camino.
    Con cara risueña, repuso el códice: ¡Listo para archivar!

  13. ILLIBATE CUSTODIAS
    (MANTENER ÍNTEGRA)

    Cuando el comisario Martínez llegó a la Biblioteca Arzobispal, todo indicaba que había ocurrido un accidente. Así se lo dijo el Sr.Obispo al saludarle estrechándole la mano. Había que descartar el robo. El manuscrito más valioso, un incunable de 1492, permanecía intacto. El cadáver del bibliotecario estaba junto a una escalera, que apoyaba sobre una estantería. Debió caer golpeándose la cabeza. Martínez lo inspeccionó. Observó, junto al hematoma de la frente, una señal, como un grabado sobre la piel, que le llamó la atención. Entonces, dijo: Señores, nada de archivar el caso. Aquí está el presunto asesino. Esa marca se corresponde exactamente con el sello del anillo episcopal del Sr.Obispo.

  14. El monje custodio llegó escoltado por dos guardas. Empujaba suavemente el carrito para minimizar las vibraciones provocadas por el suelo centenario del monasterio.
    Intenté acercarme pero fui interceptado por los vigilantes.
    -Solo él puede acunar al incunable -dijo un guarda señalando al anciano bibliotecario.
    El monje, pertrechado con mascarilla y guantes, levantó cariñosamente a la primera criatura parida por una imprenta.
    El libro venía abierto por un folio manuscrito por Johannes.
    El texto de la dedicatoria, a un lector desconocido, quedó grabado en mi memoria. CINCO PALABRAS para archivar en el disco duro del alma:
    “Lee y comparte lo leido.”

  15. La biblioteca

    En la biblioteca del pueblo no había ningún manuscrito, ni siquiera en facsímil, ni había tampoco ningún incunable y tampoco importaba. Entonces, todo lo que, de provecho, había que saber estaba en la enciclopedia de Álvarez, así es que íbamos a la biblioteca a pasar alguna tarde hojeando tebeos, aunque el bibliotecario, un literato aficionado y paciente con nuestra tenida algarabía, terminaba haciéndonos el carnet y, recomendándonos a Salgari o a Verne, terminó aficionándonos a leer.
    En un grabado con la efigie de Cicerón, rezaba una leyenda: “Si no pasa nada, escríbenos para decirlo”. Quien escribe debe archivar su mensaje: También la nada se puede contar.

  16. EL ROBO
    Pensábamos que el manuscrito estaba seguro dentro de la caja fuerte, donde se hallaba también el incunable del siglo XII que con tanto entusiasmo nos dejó el bibliotecario para el evento, pero no fue así. Los ladrones sabían bien lo que buscaban y eran profesionales.
    El valor de las dos piezas, es elevadísimo. No creo que el seguro se haga cargo de tan astronómica cantidad, pero tendremos que esperar a que los peritos que llevan la investigación, se pronuncien.
    El grabado que pretendíamos también exponer, tendremos que llevarlo a archivar en una copia. Después de lo ocurrido, no podemos exponernos

  17. Gabriela 7 años
    Hace mucho tiempo un grupo de amigas escribió un manuscrito que hoy, es incunable y es super valioso para el bibliotecario.
    Ese libro tiene un grabado muy bonito. Lo podrían archivar en un museo antiguo o en la biblioteca Nacional de España.

  18. Los olores

    “El perfume” de Patrick Süskind, avivó mi pasión por los olores. Los olores me recuerdan tiempos y vivencias, son un arcano. Me gusta oler los libros y puedo afirmar que sus olores difieren. Nunca olí un manuscrito o un incunable, pero olerán a antiguo. Estoy seguro de que un bibliotecario, por cercanía, tiene grabado en su mente un abanico de olores que emanan, sin duda, de las historias que los libros encierran. ¿Quién, más que un libro, puede archivar, en sus entresijos, mayor cúmulo de aromas? Huelen a misterio, a luz, a alegría, a dolor, a crimen, a amor, a madre, a miedo, a perdón, a oscuridad, a compasión, a impiedad… Huelen a la Humanidad.

  19. EL MONJE DE SHERWOOD

    Aquella mañana, llegó a la comisaría el Abad del monasterio, con la cara desencajada y sin aliento. Deseaba interponer una denuncia. Habían robado de su biblioteca un manuscrito muy valioso, considerado un incunable.

    Durante la investigación, el bibliotecario que lo custodiaba nos acompañó hasta el lugar donde lo guardaban. La vitrina estaba vacía y alguien había grabado sobre el cristal: “Robin Hood”.

    Hablamos con los monjes sin obtener ningún resultado positivo. Ante la ausencia de pistas nos vimos obligados a archivar el caso.

    Nadie reparó en los hambrientos que, clandestinamente, esperaban su ración junto a las puertas de la cocina.

  20. Primero comenzó con un manuscrito; lo deslizó sigilosamente en el carro de la limpieza cuando nadie la veía. “¿Dónde iban a estar mejor que en su casa, a salvo de cualquier bibliotecario o investigador despiadado?”. Luego, fue un incunable.

    La dirección, al percibir las continuas desapariciones, ordenó instalar cámaras secretas en varias salas de la biblioteca y el siguiente hurto quedó grabado. Una causa no para archivar, que fue conocida como el caso de “La ilustre fregona”, la cual, según su abogado, era una gran profesional que simplemente había hecho una limpieza a fondo, extralimitándose ligeramente en sus funciones.

  21. Primero comenzó con un manuscrito; lo deslizó sigilosamente en el carro de la limpieza cuando nadie la veía. Luego, fue un incunable. “¿Dónde iban a estar mejor que en su casa, a salvo de cualquier bibliotecario o investigador despiadado?”.

    La dirección, al percibir las continuas desapariciones, ordenó instalar cámaras secretas en varias salas de la biblioteca y el siguiente hurto quedó grabado. Una causa no para archivar, que fue conocida como el caso de “La ilustre fregona”, la cual, según su abogado, era una gran profesional que simplemente había hecho una limpieza a fondo, extralimitándose ligeramente en sus funciones.

  22. —Escucha amigo, pues el manuscrito, que bien hallado fue en la taberna del tío Macario, no era otra cosa que un incunable— exclamó Aquilino
    —¿Quién te trajo el recado? —replicó incrédulo Ceferino
    —Yo mismo vi a Mateo metido en el tinglado, buscando un libro como loco después de habérselo jugado la noche anterior tras el vino. ¿Y sabe el motivo de tanta prisa? El grabado que pude archivar en la memoria
    —Di que viste o calla para siempre, no andes perturbando a quien te escucha —inquirió Ceferino ansioso
    — De una joya se trata malandrín, La Celestina. En estos tiempos que corren todo cuidado es poco, que anda suelta la guardia al desquite de las letras.
    —¡Valiente granuja! ¡El muy hipócrita de Mateo!

  23. Un manuscrito, un incunable

    Josep desplegó ante sí uno de los pergaminos del Codex Sinaiticus, una Biblia. Un MANUSCRITO del siglo IV. Estaba estudiando las diferencias religiosas existentes entre éste y el de la Biblia de Gutenberg (1453-55), un INCUNABLE del siglo XV, que había recibido (prestado) de su amigo y BIBLIOTECARIO, Ulrich Johannes, de la Biblioteca Universitaria de Leipzig (Alemania). Fue encontrado en 1844 por el teólogo Konstantin von Tischendorf. Suspiró. Pese a que lo tenía todo GRABADO en digital, siempre prefirió trabajar directamente con los manuscritos. Estaba cansado pero, prefirió ARCHIVAR y guardar sus estudios antes de irse a casa a descansar.

  24. De todos los libros, se enamoró del Manuscrito de Santa Teresa
    Tenía ante ella grandes obras del siglo XVI, pero ningún incunable le pareció tan bello como ¨EL Libro de la Vida¨, pluma y alma de la mujer que tanto admiraba.
    El bibliotecario se sorprendió al ver su tez pálida, cuando acariciaba la lujosa encuadernación de piel, forrado de terciopelo carmesí. Esperó paciente mientras guardaba el grabado antiguo que había mostrado al séquito.
    ¿Quién decidió archivar el caso? Pidieron máxima discreción al devolverle la obra de la Santa, que se paseó durante meses en el bolso de la real ladrona.

  25. En el suelo del antiguo salón se reflejaba la impresionante vidriera de mil colores.
    Sobre la mesa,casi tan añeja como la casa,un inmenso libro manuscrito.Con bellos dibujos en oro viejo que lo delataban como un incunable.
    El bibliotecario,por su aspecto,perfectamente podía ser del mismo tiempo del manuscrito.
    En este momento, contemplaba un pequeño grabado que reproducía la fachada del edificio.
    En el momento de archivar esta pequeña joya en su vitrina.
    Un persistente pitido me hizo despertar…

  26. La historia de su destino escrita en letras de oro, lo tenía todo, un manuscrito con luz propia. Brillaba.
    Pero, a traves de la vida, algo fue redactándose en él y habitó dentro de ella sin notarlo.
    Pero como ese libro incunable descubierto inesperadamente por el bibliotecario , con igual sorpresa todo saltó por los aires.
    Se encontró con una vida que no pudo gobernar.
    Todo queda grabado, todo pesa..
    No hay nada que puedas archivar y olvidar..
    Y rompió el manuscrito, no aguantó la carga de su propio ser ni de su existencia, se durmió y no se levantó jamás.

  27. Llevaba una semana buscando en la biblioteca de las Indias y por fin di con el manuscrito. Formaba parte de un Incunable del siglo XV, escrito por el mismísimo Cristóbal Colón. El bibliotecario me advirtió de que no se podía sacar ni fotocopiar, sólo era posible utilizarlo en la sala y con extremado cuidado. Lo ojeé un poco y pronto encontré el grabado que estaba buscando, un mapamundi del momento con las carabelas dibujadas sobre el atlántico y una cita de su puño y letra de la que se deducía que era Genovés. ¡Qué gusto poder archivar el tema catalán!

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