ESCRIBE TU RELATO DE DICIEMBRE (II): LA PERIODISTA #ISABELGEMIO DE @OndaCero_es @Tedoymipalabra

La segunda semana del mes de diciembre las Cinco Palabras nos la ha dado la
147793_web_bigpresentadora de radio y televisión, Isabel Gemio, que invitó a nuestra presidenta Mar Olayo a su penúltimo programa 'Te doy mi palabra' en Onda Cero, tras el cual se tomará un tiempo de descanso para después emprender nuevos retos profesionales. En la entrevista hablaron sobre los proyectos de Cinco Palabras y del Kit de Supervivencia 2018, un pequeño compendio de poemas, ensayos, frases y pensamientos inspiradores, que edita desde hace 12 años por . Este año, por primera vez, el kit se hace solidario y saldrá a la venta, donando una parte a beneficio de nuestra Asociación. Tras la presentadora extremeña nos dejó sus Cinco Palabras para los escritores solidarios:

Apapachar
Atalantar
Melindres
Acariñar
Jícara

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El se hace solidario. Por 1ª vez puedes comprarlo. Un regalo original inspirador y cuyos beneficios serán para un proyecto de la Asociación de Escritores Solidarios de . ¡Regálalo! Coste 6,00 € (más gastos de envío). Puedes conseguirlo llamando al 917258322, en el mail info@elmuro.es o a través de nuestras redes sociales.

Isabel Gemio comenzó su andadura profesional en Radio Extremadura. Pronto se marchó a Cataluña a trabajar a Radio Barcelona (Cadena SER) presentando programas como La chica de la radio, Cita a las cinco o El Diván.

En el año 1984 da el salto a la televisión de la mano de Andrés Caparrós con el que compartió la presentación del concurso infantil Los sabios (entonces con el apellido artístico Garbí) de TVE y posteriormente trabajó a Telesur con el programa Hoy mismo. De vuelta a la radio, trabajó tanto en la Cadena Rato como en Radio Nacional de España.

En 1988, Gemio vuelve a Televisión Española para sustituir a Manuel Hidalgo durante el verano en el magacín Tal cual  y en 1989, relevaba a Julia Otero al frente del concurso 3x4, en el que permanece un año.

Más adelante, ficharía por Antena 3 Televisión donde, entre 1993 y 1994, presenta el programa Lo que necesitas es amor.​ Lanza en 1996 la versión española de un programa italiano: Sorpresa ¡Sorpresa!, al frente del cual se mantiene hasta 1998, y que vuelve a presentar durante el mes de enero de 2007.

Isabel Gemio en los siguientes años alterna radio y televisión, como Hay una carta para ti (2002-2004) de nuevo en Antena 3.​ Desde el 11 de septiembre de 2004 presenta el programa de radio Te doy mi palabra en Onda Cero que está a punto de terminar, tras catorce años en antena, así se despedía de los oyentes el 10 de diciembre de 2017...

La causa del último mes del año en Cinco Palabras está dedicada a los niños más necesitados: Ningún Peque Sin DesayunoInés García de Paco, es una azafata de vuelo que primero fundó la Asociación Menuda Vida de Perros dedicada a la ayuda de animales abandonados. Posteriormente, debido a la crisis que sufre España, creó otro proyecto dedicado a ayudar a familias desfavorecidas con niños pequeños o enfermos y a personas solas y sin recursos, a este proyecto lo llamó Ningún Peque Sin Desayuno.

Prólogo por el director del Coro Cantoría , Román Clemente Magán, que el próximo 21 de diciembre actuará en el teatro Capitol de Madrid, España con el espectáculo Luces de Navidad. PINCHA AQUÍ PARA CONSEGUIR TUS ENTRADAS: http://www.capitolgranvia.com/espectaculos/luces-de-navidad/

(*) Escribe el relato en esta PÁGINA pinchando DEJA UN COMENTARIO (aparecerán publicados una vez sean aprobados por nuestro equipo de edición) – Al final del mes se recopilarán todos los relatos en un volumen editado en PDF, que se podrá adquirir por un donativo de 5€, destinado a cada causa del mes. Colabora con nosotros y nuestras causas.

Además, puedes colaborar para que siga creciendo el proyecto CINCO PALABRAS mediante un donativo realizando una transferencia bancaria a la cuenta corriente de la Asociación de Escritores Solidarios:

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Titular: CINCO PALABRAS

IBAN: ES60 1465 0100 9219 0019 2138

Código BIC/SWIFT: INGDESMMXXX

NOTA: CINCO PALABRAS se reserva el derecho de la publicación de los relatos. Se eliminarán relatos ofensivos o insultantes hacia cualquier país, pueblo, animal o personal que puedan herir la sensibilidad del lector. Registro de la Propiedad Intelectual Nº 43388/2013 © CINCO PALABRAS. Una vez que el autor escribe su relato en ‘comentarios’, autoriza a CINCO PALABRAS a hacer comunicación pública de las obras que voluntariamente publica en nuestra página web: cincoplabras.com

28 comentarios sobre “ESCRIBE TU RELATO DE DICIEMBRE (II): LA PERIODISTA #ISABELGEMIO DE @OndaCero_es @Tedoymipalabra”

  1. Un día complicado
    El día había sido complicado para ella, los nervios después del atraco, la policía no dejaba de hacer preguntas, para las cuales ella no tenía respuestas. Quería llegar a casa, dejarse apapachar por sus hijos, solo ellos la podrían atalantar con su presencia, aunque muchas veces la sacaran de quicio eran su vida, su bien más preciado. Su niña de tan solo cinco años era muy melindres, pero él a sus ocho se dejaba acariñar, como un gato mimoso. Quería sentarse en su sofá, con una jícara caliente, dejarse llevar por los besos y la ternura de sus dos soles.

  2. El comisario Durán se presento mientras el sanitario terminaba de vendar su cabeza.
    – Ha tenido suerte, lo suyo con unos puntos se arregla, lo cual no pueden decir otras víctimas de la dulce abuelita, como la llamamos en comisaria.
    Su aspecto dulce e indefenso le facilita Apapachar con la gente ó Atalantar con ellos, como prefiera.
    -Por lo que veo la invitó a Melindres con chocolate.
    – Muy hábil, consigue Acariñar con cualquiera, gana su confianza, entra en su vivienda y al menor descuido te noquea y arrasa con todo lo de valor, y a usted ¿Con que la golpeo?
    – Con la Jícara

  3. A túa nai

    Tras Apapachar a su hijo con un beso, demostrándole cuánto amor podía ofrecerle con solo un gesto ―Cariño, musitó nai, siéntate… Antoiño miró a túa nai con picardía mientras murmuraba: ―Qué bien sabe mi nai Atalantar sin siquiera despeinarse. …Te voy a preparar unos Melindres de Silleda. Te vas a chupar los dedos. Volvió a Acariñar al pequeño. Una hora más tarde lo llamó «jugaba en la calle con la nieve», y le puso chocolate caliente en una Jícara y un buen puñado de melindres recién hechos. Dando buena cuenta de ellos el niño, mojándolos en el chocolate naturalmente.

  4. Entre organizar el material de la actuación de la Coral Cantoria XXI de ayer y crear una felicitación de Navidad para no perder la tradición. No he sido consciente de haber recibido por correo electrónico, las cinco palabras de una semana más.
    Hace unos minutos que he pasado por nuestra página de Cinco Palabras y en la voz de Isabel Gemio, encontré mis palabras semanales que son: Apapachar, Atalantar, Melindres, Acariñar, Jícara, realmente he pasado de buscar los significados y simplemente he hecho una descripción de los hechos ocurridos en una jornada de un domingo después de una actuación navideña.

  5. Se había prendido fuego el bosque que rodeaba su granja, En el establo tenia caballos de pura sangre. Le abrió la puerta para que huyeran. Los animales del corral, fueron trasladados al río cercano.
    Tenía que APAPACHAR a la cerda que estaba preñada y ATALANTAR su estado de animo, alterado por las circunstancias. No era el momento de ser MILINDRES, tenia que ayudarla a parir, estaba muy nerviosa. Trató de ACARIÑAR para facilitarle el parto. Tuvo seis lechones.
    El trabajo fue arduo hasta poner a todos los animales a salvo.
    Ya, bajo control, se hizo una JÍCARA de chocolate, bien caliente.

  6. NUNCA TUVO MELINDRES SIN EMBARGO EN SUS ÚLTIMOS TIEMPOS BEBÍA PENSATIVAMENTE DE SU JICARA , RECORDANDO SUS HERMOSOS Y LEJANOS DÍAS DE NIÑEZ CUANDO SU MADRE LO TENÍA QUE APAPACHAR ANTES DE APAGAR SU PEQUEÑA LAMPARA , ELLA LO HACÍA PARA ATALANTAR AL PEQUEÑO ,CERCA YA DE SU FINAL NO DEJABA DE PENSAR CUANTA FALTA LE HACÍA SOBRE TODO AHORA EN SU AGONÍA EL DULCE ACARIÑAR DE SU VENERADA MADRE

  7. EL TRIUNFO DEL AMOR

    Se han hecho eternidad
    los meses,
    universo los instantes
    en los que, con una espada
    troceandome el alma,
    no han conseguido
    enterrar mis sueños
    ni que dejara de apapachar
    mi corazón.

    Ni razón ni pensamiento,
    sólo los sentimientos
    han guiado a la luz
    mi caminar,
    en ese atalantar
    la mirada
    se tornaron alimentos,
    el palpitar, los besos,
    el volver la vista atrás,
    el reírme de mis miedos.

    Melindres me parecieron
    los gestos de desamor
    y haciendo un guiño al espejo
    en aras de acariñar
    mi posible desazón,
    una jícara de amor
    ha embriagado mi anhelo.

  8. ABRAZOS DE CHOCOLATE

    Manuela era mucho de apapachar y atalantar a sus nietos con sus besuqueos y arrumacos, pero estos eran unos melindres y se dejaban acariñar poco. Cada tarde, acudían a su casa, solo por merendar el chocolate caliente que les daba.
    Aquel día se alegraron de que la abuela no saliera a recibirles y, atraídos por el aroma que salía de la cocina, entraron allí directamente. Al acabar les extraño el silencio. Fueron a la salita y encontraron a Manuela, sentada en su sillón, con su jícara en el suelo, el chocolate derramado sobre su ropa y…
    Desde entonces echan de menos sus abrazos de chocolate.

  9. SONET AL BUFÓ

    Tú, que no distingues pueblo de nación,
    tú, que para atalantar has elegido
    engañar con falacias sin sentido,
    sin por ello haber sufrido represión

    Tú, un melindres sin legitimación,
    que la huida, en exilio has convertido,
    que por apapachar a tu partido,
    permites que otros paguen por ti en prisión.

    Tú, por acariñar tanto “oprimido”,
    juras que fueron diez, si dos pagaste,
    dos, si más de diez fue lo recibido,

    Tú, que simple codicia disfrazaste
    con trajes de derechos reprimidos.
    nadando en una jícara te ahogaste.

  10. PALABRAS RARAS
    Vaya palabrejas que ha elegido la Gemio. Porque apapachar, no la había leído ni oído nunca ya que es mexicana y atalantar… más de lo mismo, aunque me quedo con el sinónimo agradar, ya que si le cambio una sola letra parece que digas atarantar, y no me gusta. Lo de melindres, ya me suena más. Todos hemos estado alguna vez con alguna exageradamente afectada, pero con hacerle un poco de caso y darle mimitos y caricias, o sea acariñar, todo resuelto.
    Voy a beberme un buen vino en la jícara, que me lo he ganado.

  11. ACARICIAR CON EL ALMA

    El cielo te trajo hasta mí,
    y tejiendo un mar de estrellas
    en tu camita lo prendí.
    Mi pequeño ángel,
    permíteme apapachar
    tu Alma junto a la mía;
    que nuestros espíritus
    viajen unidos de por vida.
    Déjame velar y
    atalantar tu sueño;
    que el tiempo pasa
    hurtando el momento.

    Y cuando despierta mi niño
    corriendo va hasta la alacena,
    a robar… el muy tunante,
    los ricos melindres
    que preparó la abuela.
    Sigiloso me observa
    con traviesa mirada
    y despacito se acerca,
    con el dulce en su mano.
    Una tierna sonrisa;
    y de un salto… a mi regazo,
    para acariñar suavecito
    en un amoroso abrazo.

    Con una jícara
    de chocolate caliente
    degustaremos el instante;
    que en un segundo se irá,
    para nunca más regresar.

    1. Gracias por tu relato solidario.
      Por favor, recuerda que este juego tiene tres reglas:
      No se cambia género ni número.
      No se cambia posición de las palabras.
      La extensión no sobrepasará las 100 palabras.

      Un abrazo

  12. El aduanero le interrogó con hosquedad.
    — ¿Motivo del viaje?
    — Apapachar, atalantar, enamorar…
    — ¿Se burla usted? —espetó el funcionario.
    — Motivos culturales —respondió el viajero en tono conciliador.
    — ¿Turismo, quiere decir? —requirió de nuevo el aduanero.
    — Asisto a un congreso de narrativa.
    — Otro cuentista —dijo el funcionario irónicamente mientras cotejaba el pasaporte con los datos de su ordenador.
    — Narrador oral —matizó el interrogado.
    — Basta de melindres, caballero, y deje de acariñar mis oídos. ¿Qué lleva en su mochila?
    — Palabras y una jícara para mezclarlas —contestó el viajero de melosa e irresistible sonrisa.
    Apaciguado, por fin, el aduanero franqueó el paso al forastero.

  13. ¿He oído bien? ¿Ha dicho apapachar?
    ¿A ti no te ocurre que al escuchar una palabra sientes un vuelco? Pues a mi sí.
    Es una palabra que me devuelve a una confortable infancia en la que fui apapachado. Realmente amo a quien apapacha.
    Luego ha dicho atalantar, una palabra que no me evoca nada, pero tiene coherencia con la anterior, me gustaría atalantar y ser atalantado.
    Lo que no me dice nada son los melindres, no me provocan acariñar, porque me parecen empalagosos. Me apetecen tan poco como una jícara cuya madurez hubiera pasado hace mucho y ya esté lejos…

  14. Ha pasado tanto tiempo que no termino de creer que aún no la haya olvidado, su sonrisa, su mirada y esas pequeñas manias que la hacian encantadora, como aquella de utilizar palabras raras, apapachar, atalantar y cuando me llamaba melindres si no me gustaba la comida, y ¿ cual más? encariñar, no, ¿como decía? Acariñar, esa era. Parece que la ola de Ginebra empieza a hacerme olvidar, ahí si me viera usar su jicara para emborracharme.

  15. Gracias y por favor. Me dijeron de pequeña que esas dos palabras me abrirían puertas. Es verdad.
    ¿Pero y apapachar? ¿Por qué nadie me habló de esa palabra? Acariciar con el alma.
    Así crecí, sin ser consciente que eso es lo que hacía mi madre cada mañana, venía a despertarme y era inevitable atalantarse de ella. Me despertaba con mimos, caricias y melindres. Todo eso que mi madre me ha acariñado de niña me hace ser quién soy hoy. Una mujer valiente y segura en mostrar mis sentimientos.
    Dejo la jícara en la pila y voy a despertar a María.

  16. Otro brindis
    Una mamá siempre quiere apapachar a sus hijos sin importarle los años que lleven en el orillo.
    El niño al que ella solía atalantar con su arrullo, sus abrazos y melindres (a pesar de haber crecido), ha aprendido a acariñar, a quien sufre, con caricias.
    Aquel pequeño -hoy, ya un hombre- toma una jícara blanca y la llena de agua fresca donde dispondrá las flores que le alegrarán el día a su, ahora anciana, madre.
    El reloj marca las doce. Sus miradas se emocionan. La navidad los encuentra celebrando, agradecidos, serenos y convencidos de haber hecho lo correcto.

    1. La colección de palabras moribundas.

      Coleccionar léxicos en desuso era para Marta más que un hobby. Era una pasión.
      Su abuelo le ayudaba a engrosar el glosario, cuando le contaba que la Virgen solía APAPACHAR al niño, mientras José se dedicaba a ATALANTAR a las fieras para que dieran calor al churumbel. Pero, cuando se enteró que al anciano le llamaban “el Tipo MELINDRES” y que se levantaba temprano para ACARIÑAR el ganado, se moría de la risa.

      Entre los cachivaches del desván encontraron la JÍCARA donde había guardado la colección de palabras moribundas, junto a la acreditación del premio que había conseguido con ella.

  17. Nuria había conseguido unos ahorros para sus ansiadas vacaciones anuales.
    En ese safari APAPACHAR Y ATALANTAR con arrumacos a los niños de la tribu era lo que más le gustaba.
    Después del día tan duro viajando por la sabana, se sentaba cansada en una vieja silla de camping, pese a lo MELINDRES que era.
    Ella, reflexionaba los momentos vividos ese día…- ACARIÑAR con ternura era lo que hacían las leonas con sus cachorros -.
    Todo era naturaleza en estado puro.
    De pronto, un fuerte guerrero y joven chico masai de grandes ojos azules le acercó una JÍCARA bien caliente, pero ella impresionada no pudo apartar la mirada.

  18. Martín

    A Martín le gustaba, como él decía, apapachar, dar abrazos. Lo hacía por atalantar, por agradar, pero, a mí no me gustaban sus melindres ni sus ademanes relamidos, aunque me encandilaba su dulzona entonación al hablar. Vivía solo. Nadie sabía por qué vino al pueblo. Hablaba raro. Decía que no podía dejar de acariñar México, su tierra. Íbamos a verle a la quincallería, porque nos dejaba curiosear. Sorbía, a todas horas, de un recipiente de madera que rellenaba con una jícara blanca, un líquido que nunca nos dejó probar.
    -Los niños no deben tomar “matesito”- y colocaba el recipiente en un anaquel.

  19. Mi única misión al llegar a la casa consistía en dejarme apapachar por el bebé.
    Me satisfacía enormemente atalantar a la pequeña criatura, que sufría las constantes manías de la melindres de su madre.
    Disfrutaba sobremanera cuando el niño, al acariñar mi cabezota, me hacía cosquillas en las orejas, aunque a veces, cuando el miedo le amenazaba con todos los monstruos que se escondían en aquella jícara antigua, sus abrazos, de tan fuertes, hacían que el relleno se me escapara por el roto de la costura.
    ¿Quién soy, preguntas?
    Pues…, “the best lovely teddy bear in the Worl, of couse!”

  20. ¡Ya llegó la época del año de poder apapachar a amigos y familia que estan lejos….!
    A todos aquellos por los que no tenemos que atalantar pues ya nos conocen bién y de tiempo.
    El momento de tomar muchos melindres y no ser melindre.
    Acariñar todos esos momentos de recuerdos junto a los que ya no están.
    Disfrutar de villancicos y cuentos familiares junto a una jicara llena de buenos deseos.

  21. ÁPICE ABSTRACCIÓN ESPACIO COLOR SENTIDO
    No teníamos ni un ÁPICE, de posibilidades, conseguir una subvención para representar nuestro gran concierto de Navidad.
    Siguiendo la rutina diaria de los ensayos cotidianos, ; sin ABSTRACCIÓN alguna, seguíamos la actividad marcada. Nos propusimos llegar hasta el final.
    Era un proyecto, para repartir ilusiones y magia, en algún rincón.
    Siempre, aparece un ángel.
    El personal de comisaria de Pio XXII, nos cedió un ESPACIO.
    Estallamos de alegría, con clamor de agradecimiento.
    Todo comenzó a verse de otro COLOR.
    “LUCES DE NAVIDAD”, estimulo el SENTIDO de todos los presentes. Fue emocionante, un gran concierto, los aplausos fueron interminables. FELIZ NAVIDAD.

  22. José se había ido a limpiar el chapapote, como llevaba haciendo toda la semana.
    Siempre que volvía, Lola, después de apapachar a José, le preparaba algo que le gustara. Para que olvidara como estaba la mar y el tiempo que tomaría volver a recuperar los mejillones.
    Lola solía atalantar a José con una buena fuente de melindres recién hechos. La madre de Lola, en cambio, estaba molesta.
    -Te empeñas en acariñar al rapaz y luego no querrá volver a por mejillones.
    -Sí volverá madre. ¡No quedará otra! Saca la jícara y ponle el chocolate bien caliente. ¡Viene temblando mi rapaciño!

  23. Todas las Academias de la Lengua se dieron cita en Cochabamba para decidir cuál era la palabra más bella del castellano.

    -Apapachar -propuso solemnemente el representante mexicano- del náhuatl; abrazar o acariciar con el alma.

    -Atalantar: tranquilizar, enamorarse -expuso con melindres el delegado de la Academia Española.

    Acariñar fue la última candidata. Dominaba claramente el campo semántico de la afectividad.

    Los delegados depositaron su voto en una jícara y tras el recuento, el presidente anunció:

    -La ganadora es: Apapachar.

    Entre aplausos, el representante mexicano recibió el galardón y emocionado alzó el trofeo dedicando el triunfo a sus antepasados aztecas.

  24. Era una experta en apapachar a los demás. Eran abrazos como los de un oso en los que ponia todo el corazón y todo el alma. Así conseguía atalantar hasta al más esquivo.
    Porque había que ser muy melindres para no valorar estos abrazos que eran bellísima melodía angelical .
    Lo malo es que con tanto amor repartido, con tanto acariñar a los demás, llegaba un momento en que se olvidaba del mundo y de lo más banal. Pero para eso había un gran remedio: una jícara repleta de un humeante café y ya estaba de vuelta a la realidad.

  25. Fue la dulzura de su idioma, cuando al ver a mi hijo expresó que deseaba “apapachar” tan lindo bebé y “atalantar” nuestras familias. Fueron sus ademanes en la entrevista, tan melindres y delicados, los que me cautivaron hasta conseguir “acariñar” (como solía decir) la idea de contratarla como interna.
    Ahora llego a la que fue mi casa, me abre la puerta quien fue mi marido y recojo a mi hijo, que, con la boca rociada de chocolate, me muestra feliz la jícara que aquella niñera, a la que abrí mi hogar, le había regalado.

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