ESCRIBE TU RELATO DE AGOSTO (V): @NANCY_LH331 Y LA MAGIA DE SU MATRÍCULA

En esta quinta semana del mes de agosto terminamos nuestro periplo por Estados Unidos recopilando las cinco palabras para nuestros relatos solidarios. Mar Olayo, nuestra presidenta, se topó con una matrícula muy curiosa que le llamó la atención. En su contenido aparecía una mano similar a la de nuestro logotipo... y así empezó la magia. La propietaria del vehículo en cuestión era Nancy López Hernández, una maestra de español de Long Beach, una ciudad que pertenece al condado de Los Ángeles en el estado de California.

Y esta maestra californiana Nancy López Hernández quien nos dio las cinco palabras:

Carrusel
Gafas
Vela
Mariposa
Coche

Mar Olayo ha recorrido la costa del Pacífico y tres Estados norteamericanos (California, Nevada y Arizona) difundiendo el mensaje de Cinco Palabras y hablado de los escritores solidarios... Precisamente en la ciudad californiana de Los Ángeles fue donde empezó nuestra aventura con los personajes más famosos del Séptimo Arte...

En el mes de agosto de 2017, Cinco Palabras dedicará su causa solidaria a:

#CALAWI Y LOS PROYECTOS DE SOLIDARIDAD EN EL TERCER MUNDO

Los escritores solidarios de CINCO PALABRAS siguen las siguientes reglas:

No se cambiará género ni número de las palabras propuestas. No se modificará la posición de las mismas.

El relato tendrá una extensión de máximo 100 palabras.(*)

(*) Escribe el relato en esta PÁGINA pinchando DEJA UN COMENTARIO (aparecerán publicados una vez sean aprobados por nuestro equipo de edición) – Al final del mes se recopilarán todos los relatos en un volumen editado en PDF, que se podrá adquirir por un donativo de 5€, destinado a cada causa del mes. Colabora con nosotros y nuestras causas.

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40 comentarios sobre “ESCRIBE TU RELATO DE AGOSTO (V): @NANCY_LH331 Y LA MAGIA DE SU MATRÍCULA”

  1. En algún tiempo la vida no deja de girar como un carrusel. Un carrusel que en ocasiones requiere del uso de unas simples gafas para hallar la manera de encender una nueva vela, para conseguir crear la sombra de una auténtica
    mariposa, una mariposa igual a la del recuerdo de la mariposa que cuando era niño pude contemplar con destino a la playa en el coche familiar.
    También recuerdo lo que me gustaba montarme en el carrusel cuando había feria en el barrio y la riña de mi padre cada vez que me bajaba con las gafas convertidas en pedazos.

  2. En el Mar
    Para el contento de mis amigas ,sin lágrimas en los ojos y con las gafas puestas ,estando en el carrusel de aquella tarde soleada de colores majestuosos, quedamos todas y afirmando la conclusión de que debíamos ir en coche, aquel sitio, donde veíamos todas volar, aquella ,mariposa fresca, que nos indicaba la fuerza de aquella libertad, con alegría y belleza la seguimos¡agua va!
    -Dijo aquel muchacho que estaba en la playa.
    Tengo el barco de vela y con él os voy a pasear, para que sintáis , la brisa de este tesoro que es el Mar.

  3. La cabeza le daba vueltas como un carrusel, rodeados de gente que les animaba a continuar, el frío sudor que le corría por la frente le estaba empañando las gafas.
    El dolor empezaba a ser insoportable pero tenía que aguantar más que su rival con la mano sobre la vela.
    No era solo por dinero, ganase o perdiese se llevaba una pasta. Como el decía necesitaba sentir las mariposas en las tripas, sentirse vivo, igual le daba hacer de kamikaze con el coche que jugársela a la ruleta rusa.

  4. Filosofía infantil (real)

    Última vuelta en carrusel… mis gafas de colores hacían del paisaje un mundo anaranjado. Recuerdo esa canción. Si regresa a mis oídos cada tanto (como vela que ilumina ciertas oscuridades) es porque una mariposa tornó algo trivial en una anécdota:

    -¡La guardo en este frasquito! Propuso él.
    -¡No! ¡No podría volar! ¡Moriría!
    -¿Y qué? ¡Hay tantas mariposas!
    -Personas también ¿y si alguien te encerrara? Total somos tantas… ¿No?
    Al regresar, mientras desperdigaba caramelos en el coche, lo conté.
    -“¡Le enseñaste a un niño más pequeño el valor incalculable de las alas!”, dijeron mis abuelos. Después, nos abrazamos.

  5. El carrusel estaba quieto.
    La mirada del inspector tras las gafas era escrutadora e inteligente.
    Se fijó en los detalles, en la vela consumida o la mariposa muerta sobre aquellos ojos cerrados.
    En su mente comenzó atando los cabos sueltos, los arquetipos, los significados de todo aquello.
    Su cerebro, auténtica maquinaria bien engrasada dejaba escuchar sus engranajes al pensar, ya estaba relacionando.
    Sin duda alguna supo quién era el asesino.
    Y sabía que en ese momento estaba tras él.
    Observando.
    Muy cerca del coche.
    – Circulen, aquí no hay nada que ver. – Dijo alguien.
    Y el inspector, sin querer, sonrió.

  6. OJALÁ NO NOS ENCUENTREN

    Sentía su vida como un carrusel, siempre girando en torno a las mismas razones por las que luchar, pero con variantes en cada vuelta: luz ambiente, personas, objetos y todo diferentes, incluso ciudades y pueblos distintos, de feria en feria.

    Se recolocó las gafas de sol y miró al horizonte, donde un barco de vela, empujado por el viento, parecía revolotear en la lejanía como una mariposa. Subió al coche, sacó un mapa de carreteras de la guantera, lo extendió y sin mirar puso el dedo en un punto.

    Debía irse con sus hijos, alejarse para seguir luchando, para sobrevivir.

  7. La noche vestía de iluminada pasión, no como aquella que nos embargaba cada vez que subíamos al carrusel. Menudas fiestas nos pegábamos… Pero volviendo a aquella noche, me olvidé las gafas en el estante de mi habitación, quizá por ello mis recuerdos son miopes. Había una vela, un mantel con lo que creo eran mariposas dibujadas y una sensación: un calor que ni tú ni yo habíamos sentido antes porque nunca antes habíamos existido en la tinta de nuestra creación.
    Gracias, escritora, por habernos pensado aquel día de lluvia refugiada en tu coche.

  8. La niebla se apoderó de la noche creando una escena fantasmagórica.
    De súbito, el carrusel se puso en marcha y sus destellos luminosos me obligaron a usar las gafas oscuras.
    Todo aquello era muy extraño.
    Hubo un pitido estridente y cesó la música. Se hizo la oscuridad y el silencio.
    Frente a mí, surgió el pábilo ondulante de una vela que alumbraba la jaula de oro donde revoloteaba una mariposa negra.
    Se me erizaron los vellos. Tenía piel de gallina y una corriente heladora hormigueaba mi espalda.
    Arranqué el coche y salí de allí con el miedo mordiéndome los pies.

  9. Estábamos en el parque de atracones, Montamos en un CARRUSEL de los años 60´; muy bonito, original, bien conservado. Allí perdió mi sobrino las GAFAS graduadas. El encargado intento buscarlas dentro del mecanismo, de la atracción, ya que por la inercia pudo salir disparadas, bajo el mismo. Se metió con una VELA en las entraña de las tuercas y motores.
    Ja jaaa !! las encontró.
    Como hacia una buena tarde nos sentamos en la terraza de un kiosco a tomar un zumo. Habia un estanque con multitud de caños, salían chorros diferentes, al lado vimos una MARIPOSA, volando cerca de unos tulipanes.
    Al finalizar el día. Nos fuimos a casa en nuestro COCHE.

  10. Donde las dan, las toman
    En la habitación, el sedante runrún del Carrusel deportivo. Mis gafas reposando al lado de la vela que trata de atenuar el hedor, aún tenue. Sobre tu cuerpo revolotea una mariposa, dudando si posarse en ti. ¿Por qué tuviste que llevarte mi coche ayer? ¿No sabías que anoche jugaban el Barca y el Madrid? ¿Y que me había gastado doscientos euros en la jodida entrada y que, para ir al estadio, necesitaba el puto coche? Pues ya lo sabes, cabronazo. Aunque ahora no te sirva de nada, hijo.

  11. Malas vibraciones.
    Tirado en el sofá, rodeado de latas y restos de pizza, terminó de escuchar “CARRUSEL deportivo”. Se puso las GAFAS que estaban sobre el escritorio y apagó la VELA de incienso que aromatizaba la lúgubre estancia.
    Estaba enojado. Tanto, que se desveló. Su equipo favorito había perdido el partido y bajado de categoría. Sentía que todo en su entorno se derrumbaba. Era… como el efecto MARIPOSA…
    Con el movimiento de una momia, recogió los restos de su debacle y los llevaba al contenedor de la esquina, cuando un COCHE…

  12. Noche estrellada en las fiestas de mi pueblo con mis amigos.

    Esperando a los fuegos artificiales de medianoche, nos subimos al carrusel de caballitos, para reirnos más que nada, ya que habíamos bebido un poco. Y en ese momento la vi. Una chica rubia escultural, guapísima con sus gafas y sus trenzas.
    Llevaba una vela entre sus manos y una camiseta con un dibujo de una mariposa que realzaba su voluptuoso pecho. Me quedé prendado al instante, pero antes de poder siquiera bajarme la vi montando en un coche y alejarse rauda. ¡Qué desilusión! …Y entonces desperté de mi sueño.

  13. Regresè a casa. Cansado, somnoliento y desuicado como siempre. Maldito jet lag… Abro la puerta, las oigo, jugando y riendo. Son mi razòn de vivir. Chicas os venis con Papi a la feria? Se les iluminò la cara al instante… Alli estaba yo, sentado mirándolas en el Carrusell con la vista cansada a travès de mis gafas, subidas en ese barco rojo imaginando que navegan viento en popa y a toda vela… surcando el viento como una bella mariposa. Soy feliz, lo tengo todo, las tengo a ellas… Volveremos dando un paseo, quiero verlas, sentirlas…el coche puede esperar.

  14. Durante aquel caluroso agosto, el invierno se cernía sobre mi corazón. En aquel parque vi sus preciosos ojos, un carrusel de sentimientos recorrieron mi mente. Levanté mis gafas de sol, ella brillaba más que una vela encendida en la más oscura de las noches. Se apoyó en el muro con la elegancia de una mariposa posándose en una flor. Mi cobardía no me permitió decirle lo que sentía, que la quería. Y mi verano se cerró como la puerta de aquel coche para no verla más.

  15. Recuerdo cuando de niños, escuchábamos los domingos en la radio Carrusel Deportivo. Eran otros tiempos.
    Cuando podías poner una vela a Dios y otra al diablo, porque no éramos un Estado aconfesional y no estaba mal visto declararte católico y practicante.
    En estos días, si quieres saber algo de la mariposa monarca, solo necesitas un ordenador y conexión a internet. Y ya no necesitas tener coche propio, tienes toda una flota en tu teléfono móvil.

  16. Acertijo 59

    Es su esencia un carrusel
    en el que giran a un tiempo
    historias en un tropel
    en un puro pasatiempo
    por un pequeño arancel.

    Sin gafas, quien las precisa
    más mal que bien lo verá,
    ¿ Acaso sin luz, quizá
    con una vela, ¡ay que risa!
    crees que se resolverá?

    En un cuadrado proyecta
    una verdad engañosa
    que en un haz de luz reposa,
    y por lo que a mí respecta
    a otra cosa mariposa.

    Unos adoran el coche
    y otros, lo que rememoro,
    anualmente, una noche,
    como a un becerro de oro
    veneran a troche y moche.

  17. Parte II:
    Cada tarde me siento en el banco frente al carrusel recordando nuestras risas adolescentes, nuestras caricias inocentes, el vaho de tus besos en mis gafas. Camino a la ermita para encender una vela a tu dios, para que cumplas tu promesa de escribirme. -“Mis cartas volarán hacia ti como esta mariposa”, prometiste mientras se posaba en mi rodilla anunciando nuestra despedida. Debí impedir que te marcharas, debí preparar nuestra huida, pero era solo un niño.
    Sueño cada noche con detener aquel maldito coche que te separó de mí. Por favor, escríbeme.

  18. UN RECUERDO DE VERANO
    Era un día de verano y el carrusel giraba y giraba a pleno sol con un calor sofocante. Yo no encontraba las gafas y apenas podía abrir los ojos por la intensa luz. Vi un toldo en forma de vela y me refugié en su sombra. Al momento me sorprendió que una mariposa, supongo que buscando algo de frescor, se posó en mi hombro. Era muy hermosa, pero llegó mi hijo corriendo arrastrando su coche de juguete con gran estruendo y la asustó. Salió volando

  19. A veces giramos en el carrusel de la vida sin encontrar nunca las gafas de ver a los demás, como cuando encendemos una vela y solo vemos la luz que emite, sin ver el resto de la habitación, condenados como la mariposa que, ensimismada, acaba incrustada en el cristal de un coche por no ver a su alrededor.

  20. Desde mi asiento miro dar vueltas ese carruselde la deria con sus caballos de colores, veo a ese hombre con sus gafas de pasta, paciente y sonriente, que vela por la seguridad y felicidad de sus nietos, en la mano lleva una piruleta en forma de mariposa…..
    ¡ Que recuerdos !!!!, como me traslada, plena de gratitud, hacia la persona que me enseño a disfrutar de la vida !!!!!, arranco el motor de mi coche con una sonrisa

  21. Cuando tenia un problema, Manuel solia darle muchas vueltas a la cabeza, Esta situacion, le recordaba al siempre anhelado carrusel de su infancia; solo que en su eterno carrusel, giraba con sus inseparables gafas, que le hacian ver la vida de colores.
    Esa noche, Manuel se quedó dormido en su sillón, mientras fantaseaba a la luz de una vela. Soñó que una preciosa mariposa azul, entraba por la ventanilla de su flamante coche nuevo. Se despertó bien entrada la madrugada, y se sentía feliz y acompañado por su preciosa mariposa azul.
    De nuevo, volvía a ver la vida de colores….

  22. Autonoma.
    Desde que me independicé, ha sido un sinvivir, girando en un carrusel, sin un peso encima. He perdido hasta las gafas. No pagué la luz y ando leyendo a vela.
    -Quiero volar libre como una mariposa- grité antes de dar mi último portazo.
    Si vendo el coche que me regaló el abuelo, monto con eso un puesto en el mercado de domingo a domingo, cuido los niños de mi prima por las tardes y en el tiempo libre tejo para el puesto de al lado…
    En fin, nada como ser independiente y tener todo el tiempo solo para mi.

  23. Atayi había nacido en El Congo y vino a pasar ese verano con nosotros.
    Todo era nuevo para el..decía que en su país no tenían juguetes.
    De entre todos ,el que mas le fascinaba era quedarse mirando un carrusel pequeñito del que salía música hipnótica…
    Durante aquel tiempo todo lo miramos a través de las gafas de ilusión de ese niño de cuatro años..y cada objeto de nuestra casa cobró una nueva dimensión.

    Desde entonces una vela Blanca permanece encendida en mi.Casa y tengo esa sensación extraña de mariposas en.el estómago..que nunca desaparece
    El coche que lo trasladaba a su poblado sufrió un brutal accidente y Atayi no pudo volver a jugar..

  24. El verano languidecía; Los turistas habían dejado de pasear por las calles de este lugar donde el carrusel de la vida me había llevado. Buscaba un sitio de paz para que mis gafas dejaran de empañarse por tanta lágrima derramada. Sabía que la soledad sería dura, pero mi madre estaría allí, y su retrato me acompañaría junto a esa pequeña vela que siempre mantenía encendida. En este lugar de paz intentaría asimilar: “Piel de Mariposa, esa enfermedad cruel con nombre poético. Cayó la noche y solo el sonido de un coche lejano interrumpió el denso silencio.

  25. CÍRCULOS

    Desde niño corría por el parque siguiendo tus huellas. Me deslizaba por el tobogán cabeza abajo si lo hacías tú. Pero nunca te alcanzaba, siempre a lomos del caballito de atrás del carrusel, girando en torno a tu traviesa mirada, que me desafiaba desde tus gafas de colores.

    De adolescente soñaba contigo, me atraía el fuego de tu boca como el de una vela en torno a la cual gira la mariposa nocturna.

    Más tarde daba vueltas en coche a la manzana de tu casa solo para verte salir, hasta el día en que me dejaste girar contigo en esta noria incierta que es la vida.

  26. Mientras su hija montaba en el carrusel ella la observaba a través de sus gafas. La vela blanca de un barco se izaba en el horizonte, cuando, distraída en pensamientos del pasado, vio pasar una mariposa. Una lágrima se deslizó por su mejilla al agolparse en su cabeza recuerdos de lo que no pudo ser… una pequeña mano le tocó el hombro y, al volver al ahora, dio un beso a su hija y de la mano se dirigieron al coche, camino al futuro.

  27. ALAS DE MARIPOSA

    A pesar de los años, al escuchar la melodía que guarda la caja de música, regreso al carrusel de París donde nos conocimos. El atardecer ardía sobre tus gafas de sol, ocultando tu mirada mientras me observabas. Después, aquellos paseos junto al río y las cenas románticas, a la luz de una vela, en aquel restaurante tan chic.

    Lograste que se desplegaran mis sueños de cristal cuando me hiciste sentir que podía volar como una mariposa.

    Ahora, con mis alas rotas, intento seguir las luces rojas del coche que nos aleja, cual luciérnaga que anhela la luna en la oscuridad.

  28. “In illo tempore”

    El sevillano llamaba carrusel a los caballitos. Pasaba los veranos con su abuela y hablaba ceceando, mirándonos, displicente, a través de sus gafas metálicas. Andaba más derecho que una vela y corría dándose con los talones en el culo. Resultaba ridículo, pero a mí me caía bien y, además, saltaba el burro como nadie. Eso nunca se lo perdonó “El bomba” y le aflojó la mariposa de la rueda delantera de la bicicleta. El sevillano salió volando por encima del manillar y fue a caer encima del coche del médico.
    -Pero… ¿qué te ha “pasao”? -le decía “ El bomba”, aguantando la risa.
    -zzze zzzalió la rueda- gemía el sevillano

  29. REMINISCENCIAS

    Quiero bajarme de este carrusel, que las lágrimas dejen de empañar mis gafas durante mis infinitas noches en vela. Solo el insomnio y los recuerdos me acompañan al amanecer. Con los primeros rayos de sol quisiera ser mariposa y volar junto a él. Ser capaz de olvidar, su mirada su sonrisa, el aroma de su piel… Incluso dejar de escuchar ese runrún silencioso de su coche de juguete chocando contra mis pies.

  30. Era una abuela feliz, sentía y pensaba como niña. Un día de sol la viejita exigió que la llevaran al carrusel y que le regalaran un par de gafas, su familia que la amaba cumplió sus deseos. Es que… ¿Quién iba a pensar que satisfacer sus deseos pondría a sus hijos y nietos en vela? Sí, me contaron que ella quiso ser mariposa y que un coche se le atravesó.

  31. Los niños disfrutaban del carrusel. Brillaba la tarde con la emoción de una experiencia desconocida. Marita miraba el mundo tras los cristales de sus gafas. De repente le pareció que todos eran duendes y llevaban una vela de colores sobre unos enormes sombreros. Marita siempre imaginaba cosas pero aquello no era fruto de su imaginación. Se fijó en Pedrito cuyas orejas se habían desplegado como las alas de una mariposa elevando su cuerpo sobre la atracción. Les dio por reír a todos. En el coche, de vuelta al hospicio, decidió que aquel había sido el día más feliz de su vida.

  32. En este instante puedo llorar y a la vez sonreír recordando el viejo carrusel, estar alegre y también algo triste…me quito las gafas para secarme las lagrimas que brotan silenciosas, añoranzas de una infancia feliz…retazos de unos recuerdos tenues como la luz de una vela…
    Una mariposa de cuerpo frágil y sensible se posa en mi mano, la miro pensativa… se va revolotea y decido salir…coger el coche e ir en busca de mis recuerdos.

  33. Dicen, dicen
    Dicen que la vida es un carnaval. Yo prefiero imaginármela como un carrusel, dando vueltas sin parar.
    Dicen que todo depende del cristal con que se mire. Yo por eso llevo siempre gafas de colores.
    Dicen que hay que agarrarse a un clavo ardiendo. Yo soy más de una vela, quema menos y es más fácil de apagar.
    Dicen que una mariposa bate sus alas y pueden ocurrir catástrofes. Yo me quedo con las que provocan el aleteo de tus pestañas.
    Dicen que no hay dos sin tres. Yo espero que no sea cierto, por el bien de mi coche.

  34. LA CARTA

    Ese trabajo hizo de su vida un carrusel, que giraba y giraba al borde del abismo. Se puso las gafas y tomó la carta que descansaba sobre su regazo. Imposible contar las veces que la habría leído. Volvió a hacerlo en silencio, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas. Sería la última vez. Acercó la hoja de papel a la vela prendida sobre la mesa y la dejó quemarse sobre el mantel de hilo. El humo dibujó formas caprichosas en el aire. Una pequeña y oscura mariposa parecía despedirse para siempre.
    El coche de los cristales tintados, paró frente a la casa. Venían por ella. Le preguntarían por la carta y por él. “Jamás encontrarían a su hijo, jamás”. A ella tampoco.
    El veneno hizo su parte… antes de que terminasen de arder sus recuerdos.

  35. Carrusel

    ¿Mi vida? ¡un Carrusel!, y lo triste es que la veo con Gafas de aumento, con lo cual mi visión está cuadruplicada y la angustia horrorosa. ¿Y de mi mareo, qué decir de este vértigo que siento? Pues que, ¡es colosal! Vaya, como si estuviera subido en un barquito de Vela en medio de un maremoto. ¿Qué sentido tiene la vida si no consigues vivirla como una Mariposa, corta pero, intensa…? En fin, montaré en mi bici (no dispongo ni de un mísero Coche), aunque, pensándolo bien, el suicidarme con la bici me va a costar mucho más barato.

  36. Era un domingo por la tarde y en la radio tenía sintonizado el carrusel deportivo. Joaquín Prat iba dando los resultados de los partidos de fútbol que se jugaban en ese momento. Mi padre, con las gafas puestas, leía con avidez el País Semanal y mi madre zurcía unas medias usando el cilindro de plástico rojo de la típica vela de iglesia. Prat dio los resultados de la quiniela y tenía doce aciertos. Noté como mariposas en el estómago… ¿Me compraré un coche, una casa?… ¡Con ciento veinte pesetas compré pipas para el partido del siguiente domingo y una litrona!

  37. Allí estaba el tiovivo o Carrusel,tal y como se lo había imaginado, con sus caballos de colores arriba y abajo, con su musiquita de carrillón.
    Se puso las gafas de sol pues le pareció haber visto la vela roja de un barco velero que cruzaba el horizonte…En el mismo momento algo lo distrajo y vió una hermosa mariposa de grandes alas con miles de vistosos colores.
    La bocina del coche que tenía detrás en el semáforo, le despertó de su ensoñamiento mañanero.

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