ESCRIBE TU RELATO DE ABRIL (II): CRISTINA BRAVO PÉREZ, MONITORA DE GIMNASIA EN COLMENAREJO

Segunda Semana: Esta semana nos da las Cinco Palabras una de las monitores de gimnasia del polideportivo Príncipe de Asturias, Cristina Bravo Pérez tras la Master Class Solidaria en favor de Cinco Palabras de Colmenarejo nos dio sus palabras:

Hiedra
Cabra
Angustia
Musgo
Extensión

MASTER CLASS SOLIDARIA A BENEFICIO DE CINCO PALABRAS EN COLMENAREJO (MADRID)

El pasado jueves día 6 de abril el ayuntamiento de Colmenarejo (Madrid) a través de su concejalía de Deportes organizó en el polideportivo municipal Príncipe Asturias una Master Class Solidaria (pilates, zumba  y ciclo en sala) a beneficio de nuestra ONG de Asociación de Escritores Solidarios Cinco Palabras, como ya hiciera en su momento el ayuntamiento de Alpedrete.

Más de un centenar de personas se reunieron en el polideportivo municipal, demostrando que Colmenarejo además de ser un pueblo deportista también es solidario. La recaudación de más de trescientos cincuenta euros ha ido destinada a nuestra  Asociación de Escritores Solidarios Cinco Palabras, que cada mes ayudamos a una causa benéfica a través de un juego literario-solidario. Al acto que duró más de cuatro horas, se acercaron diferentes autoridades de municipio entre los que se encontraban la alcaldesa Nieves Roses.

En el mes de abril de 2017, Cinco Palabras dedicará su causa solidaria a un colegio de educación especial situado en Collado Villalba en la provincia de Madrid (España). El colegio Peñalara escolariza a alumnos con necesidades educativas especiales permanentes, asociadas a condiciones personales de discapacidad que requieren adaptaciones muy significativas del currículo oficial correspondiente.

Los escritores solidarios de CINCO PALABRAS siguen las siguientes reglas:

No se cambiará género ni número de las palabras propuestas. No se modificará la posición de las mismas.

El relato tendrá una extensión de máximo 100 palabras.(*)

(*) Escribe el relato en esta PÁGINA pinchando DEJA UN COMENTARIO (aparecerán publicados una vez sean aprobados por nuestro equipo de edición) – Al final del mes se recopilarán todos los relatos en un volumen editado en PDF, que se podrá adquirir por un donativo de 5€, destinado a cada causa del mes. Colabora con nosotros y nuestras causas.

Además, puedes colaborar para que siga creciendo el proyecto CINCO PALABRAS mediante un donativo realizando una transferencia bancaria a la cuenta corriente de la Asociación de Escritores Solidarios:

ING DIRECT

Titular: CINCO PALABRAS

IBAN: ES60 1465 0100 9219 0019 2138

Código BIC/SWIFT: INGDESMMXXX

NOTA: CINCO PALABRAS se reserva el derecho de la publicación de los relatos. Se eliminarán relatos ofensivos o insultantes hacia cualquier país, pueblo, animal o personal que puedan herir la sensibilidad del lector.

29 comentarios sobre “ESCRIBE TU RELATO DE ABRIL (II): CRISTINA BRAVO PÉREZ, MONITORA DE GIMNASIA EN COLMENAREJO”

  1. Muerte idiota

    Me muero… maldita la hora en que decidí “pasar un día en el campo” huyendo de la ciudad. ¡Caída idiota! Ahora me encuentro aquí, sólo… bueno no, estaba rodeado de Hiedra, guijarros, un sol abrasador y… ¡una Cabra!, lo curioso en verdad era que ésta me observaba y, hasta diría que, ¿con Angustia?, mascaba Musgo sin parar, en cambio yo… sintiendo esta horrible sensación de Extensidad en la corteza del lóbulo parietal de mi cerebro. La misma presión que debe causar el agua hirviendo, solo que esta vez, bullía dolorosa y salvaje en mis entrañas. Sí, me moría… ¡por idiota!

  2. Confianza

    El mundo nos mostró su peor cara… pero como siempre brota la posibilidad de confiar en uno mismo y en los demás, volvimos a ser “nosotros”. Si levantaras la vista, encontrarías esa HIEDRA sublime protegiéndonos, envolviendo con vida cada muro infranqueable.
    La fe, como una CABRA recién liberada, cruzó de un salto el vacío infinito que algunos llaman ANGUSTIA y otros, abismo.
    Ya comenzó a crecer en todas partes su generoso MUSGO: la esperanza. Y reverdece con la lluvia, abrazando rocas, paredes, techos, temores.
    Hoy (luego de haber percibido tanta injusticia) nuestros ojos húmedos descubren, asombrados, su real EXTENSIÓN.

  3. A través de la hiedra que cubre la reja, del jardín delantero de la casa, diariamente comprobaba como se detenía la cabra de mi buen amigo Jordi, que me transmitía una tremenda angustia, por no poder alcanzar el delicioso musgo, aferrado a mi pared, ese que a su paso, la hacía hasta perder el rebaño con el que recorrería una gran extensión de terreno, donde pasaría el resto del día.
    La cabra de Jordi, desde que entró en el rebaño, no había ningún día que se quedase sin destacar en algo. Desde hace unos meses, a regresar escribía su anécdota.

  4. NO SOSTENIDA!

    El aire no te llega
    cuando le faltan al mundo
    tu mundo,
    hombros para sostenerte.
    Sin hiedra, los muros
    no sujetan tus piernas,
    aunque cabra te sientas
    capaz de saltos de renuncia
    para liberar tu angustia
    creando fantasías
    que te devuelvan la vida.

    Sin hombros el mundo,
    sin alba los días,
    el mar en tus ojos,
    musgo seco en tus uñas
    de rascar tu ruina…
    y de pronto,
    la extensión de tus sollozos
    salpicando la luna
    humedece tus labios
    y, al menos, respiras.
    Dejas al menos de estar,
    no sostenida.

  5. Igual que la hiedra mi cuerpo se pega al tuyo buscando calor , ternura y pasion. Es como el aire que necesito para respirar.
    Ya se que estoy como una cabra y que debería utilizar más el cerebro pero me produce una gran angustia el poder llegar a pensar que me faltas tú, que me quedo sola y vacía …que llegue un momento en que mire atrás y tenga las manos vacías…

    Mientras voy cabilando todo esto me pierdo en la negrura de un bosque lleno de musgo y me doy un terrible resbalón . Lo que me faltaba en estos momentos. Vaya leche que me acabo de dar….es que ya no estoy para dar paseos de esta extensidad….con 5 minutos y en llano ya tengo bastante.

  6. Buscabas mi sumisión.
    Tu egoísmo aferrado a mis sentimientos
    trepaba por mi ser
    como hiedra en el muro de un castillo desierto.
    Quedaba yo sin aire
    emitiendo, en silencio,
    lastimeros balidos,
    desdichada cabra en el matadero.
    La angustia, imparable,
    cual musgo en la umbría
    tapizaba mi alma
    y el dolor abarcaba la total extensidad
    de mi cuerpo sin valía.
    No era una pesadilla fugaz
    aquella cruel realidad
    que vivía con amargura.
    ¡Basta! Grité
    despojándome de la angustia,
    liberándome de tus ligaduras.
    Me rebelé
    y como el musgo y la hiedra
    luché por reverdecer
    llenándome de vida.

  7. Buscabas mi sumisión.
    Tu egoísmo aferrado a mis sentimientos
    trepaba por mi ser
    como HIEDRA en el muro de un castillo desierto.
    Quedaba yo sin aire
    emitiendo, en silencio,
    lastimeros balidos,
    desdichada CABRA en el matadero.
    La ANGUSTIA, imparable,
    cual MUSGO en la umbría
    tapizaba mi alma
    y el dolor abarcaba la total EXTENSIÓN
    de mi cuerpo sin valía.
    No era una pesadilla fugaz
    aquella realidad cruel
    que vivía con amargura.
    ¡Basta! Grité
    despojándome de la angustia,
    liberándome de tus ligaduras.
    Me rebelé
    y como el musgo y la hiedra
    luché por reverdecer
    llenándome de vida. A.M.

    No puedo anular el comentario anterior, no me deja el sistema.

  8. Cuando la Hiedra crece…se adhiere, se aferra, cuando busca a lo largo del camino, una mano amiga ,que la cuide, que la guie y le ayude a cubrir con el verde de su Ser…faltas, manchas, imperfecciones…todo puede convertirse en algo Bello, por eso a veces me gustaría ser Hiedra y crecer dentro de tu corazón, para que TÚ me cuidaras, trazaras el camino de esta vida que tanto pisoteé, quebranté con la crueldad de mis actos — pensarás tal vez que estoy como una Cabra – pues no sabes cuanto me gustaría podar esta Angustia tan pesada y oscura que llevo dentro, arrancar el Musgo mustio que rodea mi alma y …renacer en Eterna primavera, cogerme de tu mano para sentirme Bien en toda su Extensión¡¡.

  9. En una hermosa región cántabra, crecía una frondosa enredadera, sin freno. Era HIEDRA., como yerba mala, se extendía, por los montes y todos los recovecos del cercano pueblo.
    En esa zona había una saltarina e inquieta CABRA. Ella ingería, y se relamía con esta invasora planta. Era su manjar, comía con tanta glotonería, que se indigestaba; para aliviarse de tal ANGUSTIA; mordisqueaba, el MUSGO que crecía adherido en la parte norte del tronco de los altos pinos en la EXTENSIÓN boscosa de la zona.
    Esta peculiar alimentación, hacia que la cabra diera la mejor leche de la comarca. Con la misma se elaboraba quesos, especiales. Con ellos ganaban premios internacionales, con denominación de origen.

  10. Tapié mi jardín con hiedra, construyendo una fortaleza de esperanza. Planté lirios, azaleas, y calas, dando cobijo a los gorriones, que atraídos por el cencerro, cantaban al ritmo de su tañido. Lo colgué de la rama del olivo, para que el viento lo acariciara y así recordar los paseos con aquel pastor y su cabra. No olvidaré la angustia de nuestro adiós al finalizar el verano.
    Creé mi refugio donde, después de cada juicio, me quito la toga y, tumbada sobre el musgo en toda su extensión, recuerdo cada palabra, cada beso, cada promesa de aquel amor que aún espero.

  11. Oculta tras la hiedra, la resignada cabra masticaba con angustia el verde musgo, que afloraba sobre una piedra.
    Cuando advirtió mi presencia, sentí en su mirada una cierta tristeza provocada por mi situación de libertad. Inmediatamente, se acercaron un burro y una vaca que compartían redil con ella y repentinamente, su melancolía se transformó en júbilo al sentir su presencia.
    Dando la espalda a esa extensión que añoraba todos los días, se refugió en el valor del sentimiento verdadero que compartía con sus amigos día a día tras la cerca.

  12. Volvía a mi hogar, donde me crié, donde fui feliz y amada. La casa estaba igual, la Hiedra se había secado y le daba un aspecto de abandono. Era mi casa, “la Cabra tira al monte” decía mi madre, era cierto, a pesar de los años y de la Angustia de volver me sentí serena y tranquila. Los abuelos ya no estaban, ahora la casona era mía y ya no era una niña mimada, era una mujer herida. Toqué el Musgo que crecía junto al estanque; verde, suave y húmedo. Lentamente visualicé la gran Extensión de mi herencia.

  13. Margarita

    Un amplio cráter quedó entre la montaña y la llanura cuando lanzaron la bomba aquel día de 1941, Con el tiempo, una tupida red de entrelazada hiedra lo cubrió por completo.
    Jacinto evitaba transitar la zona, no le gustaban esas hierbas para su rebaño. Pero Margarita, su cabra predilecta, sintió curiosidad, y atraída por el fresco aroma, cayó de bruces al hoyo.
    El pastor, lleno de angustia corrió a socorrerla. Apenas tenía rasguños, nada serio, pues el musgo había amortiguado el golpe. La acarició mientras comprobaba aterrado, que la extensión del resbaladizo liquen, impedía salir del enorme osario.

  14. Después de otra noche de excesos, el cuerpo dormía holgado bajo las sábanas, ajeno a la hiedra asfixiante que se deslizaba cautelosamente hacia su cuello. De pronto, las manos de aquella cabra loca, como él tantas veces la había llamado entre ultrajes, se le aferraron a la garganta, tensas, decididas a proporcionarle el mismo tormento que ellas padecían a su lado cada día.

    Terminada la angustia final, contempló liberada los ojos verde musgo que ya no la intimidarían más. Le cerró los párpados, abandonando el cuerpo que yacía en la cama en toda su extensión, inerte e inofensivo, y desapareció.

  15. Desperté, sobresaltada, por el tosco roce de la HIEDRA en la ventana.

    La tarde anterior había recorrido el mismo camino una vez más pero en esta ocasión, el cruce de una CABRA en la carretera mojada me había despertado de mi habitual apatía.
    A la inicial ANGUSTIA siguió un momento de relajación que me hizo percatarme del característico olor a MUSGO mojado al caer la noche.
    Por primera vez fuí consciente de la EXTENSIÓN de belleza, silencio y libertad que rodeaban y agradecí haber llegado a descubrirlo.

    Me dormí, extasiada, por el suave roce de la hiedra en la ventana…

  16. EN MIS SUEÑOS

    Con el corazón cubierto de hiedra al despertar, intento abrir las ventanas para respirar. Es demasiado densa, haría falta una cabra para que, a bocados arrancara esta telaraña verde que me angustia y me aísla en la más absoluta soledad.

    Pero, para el alma no existen barreras. Deslizándose por el musgo escapa de su encierro hasta ocupar la máxima extensión de mi cuerpo, logrando devolverme la esperanza al recuperar tu recuerdo.

    Percibo tu aroma, acaricio a besos tu rostro, y me acuno en tus brazos, mientras fluyen mis lágrimas al escuchar nuestra nana. Mamá, ven y acomódate en mis sueños…

  17. EN MIS SUEÑOS

    Con el corazón cubierto de hiedra al despertar, intento abrir las ventanas para respirar. Es demasiado densa, haría falta una cabra para que a bocados arrancase esta telaraña verde que me angustia y me aísla en la más absoluta soledad.

    Pero, para el alma no existen barreras. Deslizándose por el musgo escapa de su encierro hasta ocupar la máxima extensión de mi cuerpo, logrando devolverme la esperanza al recuperar tu recuerdo.

    Percibo tu aroma, acaricio a besos tu rostro, y me acuno en tus brazos, mientras fluyen mis lágrimas al escuchar nuestra nana. Mamá, ven y acomódate en mis sueños…

    Nota: Este texto sustituye al mandado anteriormente. Gracias.

  18. Perdido en el bosque de arces blancos caminaba mientras buscaba un indicio de sendero. Entre los troncos de los arces atisbó una formación en túmulo, rodeado de verde hiedra y afloramientos de rocas. Una cabra rumiaba cerca del túmulo sobre unos brotes de hierba silvestre. La angustia se asomó a sus pensamientos al intentar desandar esas dos horas de deriva. Se sentó sobre el musgo tupido bajo uno de los arces mientras se recostaba sobre el tronco e intentó calmarse mientras descansaba. La basta extensión por la que había caminado de ese bosque se le antojó interminable. Y mientras pedía a sus dioses en su fuero interno que le ayudaran a salir de él, cayó en un profundo sueño.

  19. Me atrapabas…

    Como hiedra que amarra y enreda el corazón.
    Como cabra inquieta y desatada,
    asaltabas los montes de mis indecisiones,
    conquistando mis quietudes.

    Pude dejarme llevar por tierras ignotas.
    Y sentirme invulnerable a la angustia de perderme.

    Pero oculta y cubierta de musgo,
    amilanada y recortada por recatos aprendidos,
    ya no daba más de sí.

    Cobardía que mide y sopesa,
    que calcula y que frena.

    Eras mi peligro, mi tentación.
    Mi lobo en las noches de luna llena.
    Indómito caballo de bellas crines
    que me lleva veloz
    conquistando apasionadas locuras.

    Y yo retuve las riendas.
    Sin extensión posible
    cerqué tu trote salvaje y te aparté de mí.

  20. El sueño se repetía una y otra vez, y no lograba encontrar su significado.
    ” La hiedra crecía salvaje alrededor de las ventanas de la casa, y una cabra recorría las habitaciones vacías buscando la salida con una angustia manifiesta.
    La humedad era palpable, y el musgo empezaba a salir por las paredes.
    Yo intentaba buscar a alguien que me llamaba, pero no sabía a quien, y el frío estremecia todo mi cuerpo.”
    La extensión del sueño a veces era mayor y todo muy real.
    Pasado el tiempo, sigo teniendo miedo a dormirme y enfrentarme a ese miedo y esa soledad.

  21. Acertijo 38

    Se enreda como la hiedra
    sobre nuestro corazón
    que, pareciendo de piedra,
    vuélvese suave y dulzón.

    Nos hace perder el trole
    y acelera la razón
    y nos pone en situación
    de una cabra al despendole.

    Por no tenerlo se angustia
    parte del género humano.
    Y no es planta de secano,
    sin regar se pone mustia.

    Es como musgo mullido
    donde el alma se serena,
    y es una dura condena
    confirmar que lo has perdido.

    Todos creen merecerlo.
    De fácil aparición,
    difícil es mantenerlo
    en su máxima extensión.

  22. Wangari III

    Wangari salió de la choza. Comenzaba a anochecer. Njeri, sentada en el suelo, lloraba sofocada.
    – Espérame aquí. No entres.
    Kiano yacía inerte. Wangari llenó una bolsa de tela con algunas ropas y la hiedra seca, que guardaba en una bolsita de piel de cabra, para curar la tos. Fuera, Njeri seguía llorando. La angustia le impedía pensar. Salió y tuvo que volver a entrar en busca del ungüento de aceite de palma y musgo para las heridas.
    Ya de noche, echaron a andar hacia el Norte. El mundo, en toda su extensión, estaba ante ellas. Wangari avanzaba, decidida, empuñando el cuchillo.

  23. Manos de hiedra se apoderan de tu cuerpo desnudo,
    penetrándolo,
    haciéndolo suyo.
    Embriaguez de tu boca,
    a ciegas guiada por tu olor,
    como cabra que tira al monte, siempre acabo en tu sexo.
    Dulce angustia de tenerte y no tenerte,
    saberte mío y de nadie,
    amarte y que me ames.
    Sobre una cama de musgo y sol velado,
    tus gemidos eco de los míos,
    los cuerpos quedan enredados.
    Me adentro en la humedad de tu pecho,
    mar y desierto
    en una misma tierra,
    enraizados hasta el alma.
    La extensión de mi cordura
    no abarca tanta luz
    como el amor desprende.

  24. MUROS DE SILENCIO

    Así como la hiedra se abraza a cada piedra, así me aferró a tu recuerdo. Me dijeron: “loca, estás como una cabra”. Que todo fue una pesadilla. Pero la angustia me sigue ahogando cada vez que veo como el musgo borra tu nombre de la lápida. Sé que quien está ahí no es la sangre que llevé en mi vientre.
    Ante este mar de olvido y por mucho que la extensión de la injusticia se haga más grande, seguiré luchando contra todos esos muros de silencio para demostrar que alguien te arrancó de mí.
    Algún día, volveré a tenerte entre mis brazos y, podré decirte de nuevo: “te quiero, hija mía”.

  25. Recuerdo el jardín interior que teníamos en casa. La hiedra tapaba suelo y paredes como una moqueta verde. Tener un jardín interior me parecía algo muy sofisticado. Aunque en verdad no era muy agradecido, por su poca entrada de luz. Algunas de sus plantas apenas habrían alimentado a una cabra. Pero a mí me parecía único y lujoso. Metimos una tortuga de tierra, que vivía allí cómodamente, aunque sus desapariciones durante meses me creaban bastante angustia, sin embargo mi madre decía que aquello era normal. Una Navidad mientras poníamos el musgo del Belén apareció en medio del salón. Nunca supimos por dónde escapaba. Y ahora veo esa hiedra y ese pobre jardín como una extensión de mi infancia, que a pesar de su débil luz me deja ver algunos de mis mejores recuerdos…

  26. -¡Deeeeja de comer hiedra de una vez, que estás últimamente como una cabra!
    A papá carnero le daba mucha angustia ver a su corderito del alma comiendo hierbas y plantas que pudieran ser venenosas o dañinas. La semana anterior le había dado por comerse todo el musgo de las rocas y de los troncos de los alcornoques y había tenido un diarreón de miedo.
    -Deeesde luego, deeesde que te dio el latigazo la extensión del cable de la luz no te quedaste muy bien. Veeee a comer a otro lado, caaaaalamidad!
    -Veeee tú, papaaaaaá!
    -Encima respondón, ¡cóooooomo yo te coja!

  27. Amanecía una mañana expléndida,el aire olía a hiedra fresca que había sido regada con las gotas del rocío.
    Si cerraba los ojos, podía ver a una cabra color caramelo picando de la hierba fresca que rodeaba la casa.
    Allí no existía la angustia ni el miedo.
    Esta casa es un corazón palpitante lleno de amor y energía.Que convierte su musgo en una extensión de alegría.

Escribe tu relato