ESCRIBE TU RELATO DE OCTUBRE (III)

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Ismael Álvarez de Toledo

Tercera Semana: Esta semana envía sus palabras Ismael Álvarez de Toledo, presidente de la SOCIEDAD IBEROAMERICANA DE ESCRITORES en España, escritor y periodista, con el que Mar Olayo coincidió en la charla coloquio del Primer Foro de Escritores y Profesionales Afines, sus palabras son:

CASA
ABUELOS
VIÑEDO
BICICLETA
OVEJAS

En su Cuaderno de Bitácora de imasinformacion.es escribe varias veces a la semana sobre actualidad. Tiene su blog donde guarda todos sus archivos periodísticos que actualiza semanalmente: Reflexiones frente al espejo de la vida

Ha ejercido su labor en varios gabinetes de prensa de la administracción. Asiduo colaborador de periódicos y revistas como ABCDiario VascoTribuna de AlbaceteDiario Montañés, Lanza, Pasos, El Ideal de GranadaCanfali, Diario Crítico, etc. Columnista en El Mercurio y La Nación de Chile. Como comentarista político ha publicado más de setecientos artículos. Es autor de numerosos escritos sobre gastronomía y viajes. Tiene publicados dos libros: Diálogo Interior, y Diario de una terrorista... En la actualidad es presidente de la Asociación Nacional de Productores Agroalimentarios (PROAGRO), Vicepresidente del Grupo General de Gourmet, Vicepresidente de la CCRE, representando a España, y vocal del Consejo Iberoamericano de la Calidad Educativa.

Fundación Pequeño Deseo, nuestra causa del mes de octubre

Los escritores solidarios de CINCO PALABRAS siguen las siguientes reglas:

No se cambiará género ni número de las palabras propuestas. No se modificará la posición de las mismas.

El relato tendrá una extensión de máximo 100 palabras.(*)

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43 comentarios sobre “ESCRIBE TU RELATO DE OCTUBRE (III)”

  1. Nunca me cansé de los veranos en aquella casa. Era de mis abuelos, desde que se mudaron al pueblo, incluso buscaron que el lugar fuera tan recóndito que costara llegar en casi cualquier vehículo con ruedas. Que había que comprar el pan, «pues andando», decía mi abuelo Agapito con media sonrisa. Rodeaba la finca un viñedo comunal de los vecinos que todavía quedaban. En mi quinto cumpleaños me regalaron una bicicleta que usaba sólo en mis visitas para ir a observar a las ovejas; aquel agosto la dejé caer mientras buscaba ayuda para mi abuelo, no vino nadie

  2. Desperté una mañana de otoño con mis pensamientos en los abuelos paternos, que tanto tiempo no veía,recordaba mis paseos en su casa del campo,con su lindo jardín mi abuelo se enfadaba cuando las ovejas del vecino se colaban en el y alguna flor se comían jaja,el abuelo adoraba sus flores y su viñedo ,era su orgullo después del esfuerzo de toda una vida.Así que me dije hoy es el día de volver a disfrutar de mi infancia y para allí partí…

  3. Llegué a aquella casa y corrí para abrazar a mis abuelos. Quería sentir el amor verdadero que solo ellos podían darme. Necesitaba salir y caminar para poder pensar. El viñedo que tenía mi abuelo era hermoso así que, subí a mi bicicleta para poder recorrerlo entero. El viento sacudía mi cabello hasta que me detuve en un prado donde varias ovejas pastaban tranquilas. Caminé hacia ellas y posé mi mano sobre la cabeza de una, ella me miró fijamente y yo esbocé una sonrisa. Después de mucho tiempo, por fin me sentía libre.

  4. Tras cinco minutos en la casa el niño empezó a gritar: “¿Abuelos?… ¿Abuelos?” Salió a la terraza y las sillas estaban vacías. Desde ahí observaba el viñedo entero pero no había rastro de ellos… ¡Cogió su bicicleta! Y atravesó todas esas hermosas vides con racimos, donde colgaba su futuro. Llegó a una ladera donde se topó con un pastor, que escribía inspirado, junto a sus ovejas:

    – Hola Miguel, ¿has visto…

    – ¡Por ahí! – dijo mientras señalaba un camino empinado.

    El niño continuó pedaleando…

    Al llegar a la cima los vio, su abuelo y su abuela, abrazados, divisando felices…
    los frutos cosechados.

  5. Mis recuerdos más bonitos de mi niňez son de la casa natal de mi abuelo en Kysuce, región de Eslovaquia. Siempre lo fue un tiempo mágico. Kysuce no son un región viňedo, sino de patatas, fresas y arándanos. Sin seňal de televisión ni de móvil, sin coches. Desplazarse por el bosque en la bicicleta, viendo vacas, ovejas, ciervos. Adorando esa naturaleza tan bonita y ese paz. Eso fue mi niňez, que ya no vuelve, como mi abuelo que murió este aňo.

  6. Siempre desee vivir en aquella casa en la que me traía tan buenos recuerdos de los veranos pasados con mis abuelos.. tenía un magnetismo especial. Entrabas y era como si te transformaras en la mejor visión de ti misma. Además ahora que me interesa tanto el mundo de los vinos , recuerdo que habia unos viñedos increibles en una zona increible de la casa por donde soliamos dar unos idilicos paseos en bicicleta . Madre mía. Que tiempos aquellos !!!! Las ovejas que me ayudaban a dormir ahora me transpotran a aquellos días y hace que de vez en cuando unas lágrimas asomen con descaro….

  7. Acertijo 14

    Hace al felón caballero
    y a lo largo de su historia
    a muchos dio vanagloria,
    aunque afirmo y no exagero
    que su gloria es transitoria.

    Casa del verbo casar
    con jóvenes, con abuelos,
    y con él son menos duelos
    los duelos que hay que pasar.

    Y teniéndolo de amigo
    a nadie le importa un higo
    que el viñedo no dé fruto
    pues vino tendrá consigo
    en poco más de un minuto.

    Que no es una bicicleta
    digo y afirmo, ¡ Puñeta!
    Ni tampoco ovejas son.
    Las damas, por precaución,
    danle cobijo en su teta.

    Para su adivinación
    escucha las campanillas,
    con más tilín que tolón,
    que tañen en mis coplillas.

  8. Senda ondulada por entre el viñedo
    que te acerca hasta la vetusta casa
    andando por sol de agosto que abrasa
    por entre los campos de mi Toledo

    De los recuerdos de amables abuelos
    de los juegos en la firme explanada
    de una existencia dichosa y amada
    plena de alegría, juegos, anhelos.

    los primeros pasos en bicicleta
    por entre las tierras pardas, bermejas
    últimos juegos, primeros amores

    primeras estrofas de mal poeta
    lejanas las trashumantes ovejas
    lejanos los trahumantes pastores

  9. VENDIMIA SALVAJE
    Dormía al lado de la casa. Esos días los abuelos estaban de viaje. Solo el viñedo testificaba esos soles en la noche. Planifiqué todo, no podía aguantar las ganas de saber qué era aquello que sucedía cada vez que desaparecía la tarde. Antes de media noche, salí con la bicicleta. El aire parecía contener todos los secretos del mundo en un bocado. Cuando me adentré vi las ovejas sin sangre. Todas las uvas aparecieron hinchadas, inflamadas.

  10. De camino a casa de mis abuelos encontré a Mabike llorando. Le pregunté el motivo de su llanto. Me dijo que su mujer e hija habían fallecido.
    Mabike trabajaba como jornalero en el viñedo de mi familia; había llegado, atravesando en bicicleta varios países y haciendo una travesía en patera (cientos de personas hacinadas como ovejas) desde Zwara en Libia, hasta las playas de Almería donde, tras infinitas dificultades, consiguió encontrar trabajo.
    Su mujer e hija habían seguido su camino esta semana, también huyendo de la guerra.
    Ahora estaban muertas. Y nosotros, los europeos, teníamos parte de culpa.

  11. La zarzamora
    Todos los veranos iban a casa de los abuelos. Y, antes de comenzar el curso escolar, recorrían el viñedo en bicicleta dónde probaban los dulces granos de los racimos a punto de vendimiar. A Javier le encantaba pedalear a toda velocidad y, en un recodo del camino, tropezó con un rebano de ovejas que le hicieron caer de bruces a unos matorrales en el fondo del barranco. Allí encontró a su amada.
    Ávido, peleaba con el enmarañado zarzal para rescatar a su amiga, que se había quedado enganchada cuando comía moras. ¡Resiste Alicia, te salvaré!
    «Me abrazará y besará una vez consiga sacarla de las zarzas» —baboseaba mientras se clavaba las espinas.
    ¡Javier, despierta, llegarás tarde a la universidad!

  12. La CASA de los ABUELOS se recorta en el atardecer rojo del cielo.
    Siempre me pareció una mansión siniestra, mucho más después del infausto incidente.
    El abandonado VIÑEDO que la circunda luce sereno los rojizos colores del otoño.
    Traspaso la herrumbrosa verja que se abre al sinuoso camino y pedaleo sobre la vieja y chirriante BICICLETA rescatada del zaguán del guardés.
    Fragmentos del pasado salen a mi encuentro como luminosos destellos de una alerta intermitente.
    Por un instante todo es rojo en mi cabeza, rojo sangre, muerte roja, hasta que el cansino balido de las OVEJAS me devuelve al presente.

  13. SE LOS LLEVÓ

    Vino la muerte
    llamando a los abuelos,
    se quisieron ir juntos
    como juntos vivieron.
    Con una sonrisa tierna
    en sus labios secos
    la recibieron,
    venía la muerte, austera ella,
    en una bicicleta y,
    en la casa entró
    sin llamar a la puerta.
    Ellos se levantaron
    ya sin fuerzas,
    con ternura me pidieron
    que cuidara las ovejas,
    mientras la muerte cambiaba
    las ruedas por alas negras.
    Yo, solo lloraba,
    ellos, me mandaban besos
    y se alejaban volando
    dejando atrás el viñedo.
    ” No llores que siempre
    estaremos,
    cuidándote desde el cielo”.
    He dejado de llorar
    pero los echo de menos.

  14. Abuelos

    Caminé hacía la casa y pude darme cuenta que nada había cambiado, tal vez su fachada, blanca y luminosa. Era el hogar de mis abuelos a los que hacía años, desde que marché a estudiar a los Estados Unidos, que no visitaba ni veía. Dirigí mis pasos hacia la puerta, siguiendo el sendero, entre medio del viñedo que la rodeaba. A un lado de la puerta vi la bicicleta de mis años de niñez, estaba limpia y relucía. A lo lejos balan las ovejas, parecían reírse de mí… tantos años fuera y mis abuelos creyendo que aún era un niño.

  15. Matías VII
    Al salir de casa Marita le dijo:
    -Daremos un paseo hasta el laboratorio.
    -Me duele la pierna- contestó, pero se dejó llevar
    Pasaron por delante de los dos abuelos que, sentados en el banco del jardincillo, les saludaron, pero Matías no los vio. Andrés, el dueño del Viñedo, el bar donde desayunaba, lo llamó y Matías, sin volverse, le saludó levantando el brazo. En el semáforo, Marita tuvo que sujetarle para que no le atropellara un ciclista que casi frenó en seco su bicicleta y que, al pasar, les gritó:
    -Eso, como las ovejas, sin mirar a ningún sitio.
    El mundo se había empequeñecido. No lo sentía

  16. UN, DOS, TRES…

    En la CASA de mis ABUELOS, situada en medio de un VIÑEDO, pasé los veranos más felices de mi vida.
    Los días eran eternos, las horas las recorría montado en mi BICICLETA, junto a mis primos, hasta que la luz del sol se marchaba a dormir.
    Después de cenar, mi abuelo nos reunía a su alrededor bajo el fresco aroma del jazmín que cubría toda la fachada. Nos contaba cuentos con su voz gruesa, de tal forma, que casi los podías vivir
    Cuando nos narraba alguna historia de terror, esa noche, sin remedio, tenía que contar OVEJAS hasta altas horas de la madrugada para que con su ayuda el sueño me venciera a mí y al miedo.

  17. Llovía, se hacía tarde pero tenía que volver a aquella casa… Cogí el coche y aparqué donde solían hacerlo mis abuelos, a no más de cinco pasos de aquel cuadro. Era curioso, se llamaba viñedo pero era un cuadro de una silla de enea sin más contexto que un cielo gris oscuro. Fui al cobertizo sin saber qué buscar, a los diez minutos pedaleaba una vieja bicicleta y a los veinte yacía sobre el suelo mojado después de esquivar lo que me pareció un rebaño de ovejas. Ahora solo era yo bajo la atenta mirada de un cielo gris oscuro.

  18. La casa de los abuelos siempre es mágica. Un lugar de sorpresas, rincones y tesoros inagotables. Y no te quiero decir si aún encima tiene jardín o huerta o un viñedo, vamos, el no va más para un niño con imaginación y ganas de aventuras. Nosotros nos la recorríamos con nuestra bicicleta y siempre nos pasaba algo interesante. A mi primo le daba por coger arañas que metía en botecitos con alcohol debajo de la cama. La pobre abuela estuvo una buena temporada encontrando el bote vacío cuando lo necesitaba. Lo peor fue lo de las ovejas. Tardaron mucho en saber de dónde procedían las bolitas negras que aparecieron en el desván el año que decidieron limpiarlo. Ratas gigantes, decía la cocinera… Qué imaginación!

  19. La gran casa del amor y del cariño;

    esa casa de abuelos eternos,

    donde los viñedos marcan las distancias,

    Donde mi bicicleta corroída por el tiempo acompaña aún la estancia.

    No hay ovejas sino fresas;

    Todos los recuerdos de mi ayer;

    mi infancia y adolescencia:

    es gran parte de mi ser.

  20. En CASA de sus ABUELOS todo se reciclaba, no como ahora, en que todo viene con tanto embalaje y tanta tontería. Él era un reciclador convencido, pensando que si dejáramos de recurrir a tanta materia prima nuestras empresas dejarían de apoyar a dictadorzuelos cuyas políticas impedían el progreso a sus nativos, que se veían abocados a emigrar hacia nuestra tierra para buscar una vida digna.
    Esperando que el semáforo le permitiera cruzar para llegar a los contenedores, añoraba el pueblo, envidiaba a su abuelo, tan feliz, yendo al VIÑEDO en BICICLETA, sorteando las OVEJAS que deambulaban libres por aquellos campos.

  21. Nunca olvidaré los veranos en la casa vieja de los abuelos, donde el viñedo estaba siempre pleno y los rayos del sol doraban sus uvas y se enredaban formando sombras bajo las que dormitar en las largas siestas de domingo.
    Donde las bicicletas eran el único transporte y juego, donde las ovejas, a lo lejos, pastaban en los verdes prados.
    Donde dejé aquella parte de mi vida ya irrecuperable y donde se forjaron los primeros sueños que hoy querría volver a soñar.
    Quiero regresar.
    Perderme como entonces en la niñez sin afanes y en las tardes sin prisas del ayer.

  22. La gran casa del amor y del cariño;

    esa casa de abuelos eternos,

    donde los viñedos marcan las distancias,

    Donde mi bicicleta corroída por el tiempo acompaña aún la estancia.

    No hay ovejas sino maleza;

    Todos los recuerdos de mi ayer;

    mi infancia y adolescencia:

    es gran parte de mi ser.

  23. Pronto llegará el verano, los veranos de mi vida, aquel tiempo que ahora se me antoja lejano entre brumas de nostalgia, infancia privilegiada en la casa de los abuelos. No he vuelto más ni siquiera para ver cómo está. La finca la expropiaron, nunca entendí el porqué, aquel viñedo… las bodegas repletas de un buen caldo que mi abuelo cataba y me hacía oler. Recuerdos de una infancia tan lejana, tan distinta que a veces me pregunto si lo soñé. La bicicleta omnipresente, cada día, por todos lados, como aquellas ovejas con su balar. Ahora en el ocaso de mi vida… ¡Quizás lo soñé!

  24. LLueve! miro por la ventana y me transporto a la casa de mis abuelos donde pasaba aquellos veranos de mi infancia. El olor a tierra mojada me evoca a un tiempo pasado, a una época sin preocupaciones, llena de risas y de juegos eternos. Caminábamos por los extensos viñedos y cuando mi abuela no miraba, arrancaba el preciado fruto y su sabor dulce inundaba mi boca y mi espíritu. Cada tarde íbamos en bicicleta a la estación a esperar la llegada de mi padre; nos encantaba encontrarnos con Mario, el pastor,y pasar a todo correr entre las asustadas ovejas.

  25. SUEÑOS DE VERANO

    Cierro los ojos y regresan mis recuerdos. Esos largos veranos en la CASA familiar, donde regresábamos año tras año. Los ABUELOS nos esperaban con los brazos abiertos, la piel surcada por los años y la dura soledad.

    Nos aguardaban días de trabajo en los VIÑEDOS, preparando la vendimia, de olor a uva madura y de amistad. Nos lo tomábamos como un juego, una aventura que no existía en la ciudad.

    A lomos de mi BICICLETA, cabalgando monte arriba en busca de las OVEJAS, sintiéndome el mejor vaquero del oeste, hasta caer rendido cada noche soñando, hasta oír al gallo cantar.

  26. Lloran los que se reían de los feos y ahora la vejez les cubre de velos.

    Lloran los que se reían de los ancianos y ahora no les quieren en la casa como abuelos.

    Lloran los que se reían de sus parejas y ahora se mueren de celos.

    Lloran los que se reían del ecosistema y ahora sangran los viñedos.

    Lloran los que reían de las bicicletas y ahora no tienen sueños.

    Lloran los que se reían de las ovejas y ahora ellos son becerros.

    Lloran por haberme perdido y ahora río yo, por lo que lloré por ellos.

  27. El fuerte viento sopla el viñedo detrás del patio de la casa, como si fueran ovejas montadas en la bicicleta, del tiempo. esa que corre tratando de alcanzar a los abuelos. Historia que intenta develar el origen de alguien que muera y vive al unísono como polvo de viento. Y el universo sigue su camino cambiante. Dnom.

  28. Mi móvil estaba silenciado durante la reunión de trabajo. De reojo vi iluminarse la pantalla.Conocía el número que llamaba. Mi sucursal bancaria.
    El nerviosismo se apoderó de mí. Tan pronto como pude salí de la reunión y llamé. ¡Qué alegría!
    Me conceden la hipoteca para comprarme una CASA.
    Además, no una cualquiera. He tenido que convencer a mis primos e incluso a mis hermanos para poder comprar la de mis ABUELOS.
    Está en una finca navarra con un VIÑEDO que de niños recorríamos en BICICLETA, y tiene además un rebaño de OVEJAS lachas muy lanudas.

  29. La CASA de los ABUELOS,
    ese lugar lleno de recuerdos
    al que regresas una y otra vez,
    para sentirte en el lugar
    más cálido y seguro del mundo.

    Ese VIÑEDO que recorrías
    de la mano del abuelo,
    mientras ella aguardaba en casa
    preparando sus deliciosas croquetas para ti.

    Esos paseos en BICICLETA
    haciendo piruetas imposibles,
    y la abuela, gritando:
    ¡niño, baja ya, que te vas a romper algo!

    Esos correteos entre los rebaños de OVEJAS,
    tumbándote en el prado entre ellas,
    y con la vista puesta en el inmenso cielo azul.

    Esos recuerdos llenos de sentimientos y olores.
    Imágenes de un tiempo en el que ser niño
    fue el sueño más bonito.

    Ese sueño mágico que envuelve
    la casa de los abuelos.
    Ese en el que cuando creces, ellos ya no están.
    Ese que guardarás siempre
    entre los recuerdos más hermosos.
    La casa de los abuelos… ese lugar, esa ilusión.

  30. Desde casa sueño y vuelo. Admirado veo a los abuelos mimando su viñedo. Una bicicleta se aleja, cruza despacio zigzagueando entre las ovejas. ¡Qué anhelos y tiempos! Suena un bip, un mensaje que abro, leo y gratamente me sorprende. Son mis compañeros, colegas que están donando su tinta y alma por un bien común y necesario, la ayuda a los demás. Cierro, miro al cielo y doy las gracias, no por mí, sino por esas personas que ganan unos minutos de su tiempo en el beneficio e interés de los que menos tienen. Por tod@s… ¡Chapó!

  31. ¡Vaya casualidad que estoy escribiendo, ahora mismo, desde casa de los abuelos de Collejares! Aquí no cultivan el viñedo, es el olivar el que dibuja el horizonte. Alberto no para de dar la murga al abuelo porque está esperando que su primo Marco llegue a eso de las cinco para echar unas carreras con la bicicleta en la era. “En la era verdadera, pin, pon, fuera” que dice él. El abuelo insiste en que le va a echar una manada de ovejas para que se quede aquí a vivir. Sale con las zapatillas al revés, cómo siempre. ¡Desastrillo de zagal!

  32. Quien pudiera regresar al pueblo y a la casa de mis abuelos, ¡Qué de recuerdos de mi niñez tengo! Con cada septiembre, revivo las veces en la época de la vendimia cuando y con mi cuadrilla nos perdíamos por cada viñedo recolectando el mejor género. Gracias a cada bicicleta podríamos alejarnos de la zona de las viñas. De vez en cuando éramos rodeados por el rebaño de ovejas, momento en el que degustábamos alguna uva, procurando no ser vistos por el pastor, ya que si nos pillaba comiendo las deliciosas uvas era capaz de acompañaros hasta la plaza y pregonarlo.

  33. El surtido colorido del otoño, cuya calidez no casa con los fríos grises del invierno. Estación donde los abuelos buscan el calor del fuego, mientras los jóvenes recogen los frutos del viñedo.
    Es cuando la Naturaleza se estira antes de tomarse su descanso invernal, para poder luego intentar dominar la desbocada bicicleta primaveral y su derroche de energía.
    Envolviéndose en un suave manto de lluvia, poco a poco se adormece. Bajo el manto de nubes, va cerrando los ojos, mientras cuenta ovejas para conciliar el invernal sueño.

  34. Colliga

    La casa vacía,como sus calles,muros robustos caídos , invadidos ahora por el bosque a pie del río,cuyas aguas no mueven el molino,cansado por los años.
    Donde imagino una cuna de madera mecída por manos curtidas de abuelos,donde entre la miseria de la guerra hacían brotar el campo de trigo y un cuidado viñedo.
    Sobrevivir al tiempo,pasear en bicicleta hasta el recuerdo de otra época,y ver como únicos viajeros a ovejas transeúntes que pisan hoy sus campos muertos.

  35. En mi cabeza merodeaban libremente los miedos que angustiaban a mi corazón que fue incapaz de alcanzar tu amor. A final, bajo mi sombrero, encontré la felicidad tras una dura batalla con los sentimientos. Un fuerte escudo que me sirvió de pantalla y me ayudó a esconder mis peores momentos bajo el sobaco. Después me subí a la vida, ceñí con suavidad el cinturón de mi dignidad y me fui volando.

  36. Llegando el verano su mama le despertaba, Joaquín no había dormido porque ese día salían de viaje a casa de los abuelos, un gran caserón rodeado de aquel gran viñedo. No podía beber vino, pero le encantaba participar en la recolecta y en la cadena de su fabricación. Con su vieja bicicleta, heredada de su padre, recorría el pueblo e iba detrás de las ovejas como si un perro pastor fuera, para ver como recortaban la lana y merendar su vaso de leche con aquel exquisito queso. Mientras la abuela le decía Joaquín come que te vas a quedar pequeño.

  37. He vuelto al Sur de mis ancestros, a CASA de mis ABUELOS, hecha de caña y barro, de piedra y pino, paredes encaladas y suelo de cariños. Estoy aquí respirando la tierra seca y húmeda, cincelada a golpe de azada y pico,. la tierra del VIÑEDO de agua de vida. Respiro la tierra y huelo el cielo, y en la BICICLETA pedaleo al Sol tras su partida.
    Ya no queda casa ni abuelos, ni siquiera el vino, sólo las OVEJAS pastando en mi olvido

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